Justamente por esas fechas, los periodistas españoles que están en Bagdad tienen que tomar la decisión de quedarse o volver. Algunos no están seguros. Nadie puede estar muy confiado cuando está en una ciudad que va a ser atacada por el Ejército más poderoso del planeta.
El cámara de Telecinco José Couso anima a algunos compañeros en esos momentos de duda. "Couso nos decía ‘os tenéis que quedar, tenemos que estar para contar lo que ocurra, no vamos a dejar que empiece una guerra y que no haya testigos'. Ésta es la frase que siempre me va a quedar de José", comentaba después de la guerra el reportero de Antena 3 Carlos Hernández.
Así lo hacen. Y al comenzar los combates, aún más, al ver el día 8 de abril desde el hotel Palestina a los tanques del regimiento de DeCamp plantados en la ribera del río Tigris, los periodistas extranjeros no piensan que su vida corra serio peligro. Dan por hecho, y con razones de peso, que los norteamericanos saben que ése es el hotel de los periodistas y que nunca lo atacarán a menos que les disparen desde ese mismo edificio. Y eso no ha ocurrido.Además, está la razón por la que están allí. Muchos se habían alojado en Bagdad en el hotel Al Rashid hasta que un día vieron que los equipos de la CNN abandonaban sus habitaciones. Se enteraron de que EEUU había comunicado a la cadena de Atlanta que el Rashid podía ser un objetivo militar durante la guerra. Todos se desplazaron al hotel Palestina, mucho más viejo pero más alejado de los edificios oficiales que podían ser atacados.
Cambio de posición
Durante la guerra, las televisiones montan sus directos en el Ministerio de Información hasta que una noche es atacado. A partir de ese momento, los directos se hacen desde el hotel Palestina. Los periodistas ven por primera vez desde el hotel a las tropas de la III División de Infantería el día 7 de abril. Tras la batalla del aeropuerto de Bagdad, las defensas iraquíes prácticamente desaparecen. Desde sus balcones del hotel, los enviados especiales ven cómo los primeros tanques atraviesan el Palacio Republicano y llegan hasta el río.
A sólo 300 ó 400 metros en esa zona del Tigris, los tanques giran sus torretas en dirección a los dos edificios más altos de la zona, los hoteles Palestina y Sheraton, para proteger a los soldados que han salido de los blindados. Los periodistas comprueban que les han visto tomando imágenes con sus cámaras y que están localizados. El día 8, otros tanques, los del regimiento de DeCamp, toman posiciones en el puente Al Jumuriyah. Poco antes, un avión norteamericano ha atacado la corresponsalía de Al Jazeera, un edificio de dos plantas también en la orilla del Tigris, y matado al reportero Tariq Ayoub.
Durante horas, Couso y los demás camaras toman imágenes de los tanques mientras éstos disparan una y otra vez contra el edificio que tienen enfrente, el Ministerio de la Juventud. Allí hay un pequeño punto de resistencia que es neutralizado por los tanques.
Últimos disparos
Hasta que llega una cierta calma. La última cinta que graba José Couso dura 24 minutos. En los primeros nueve minutos, su cámara registra 18 disparos de los tanques. Y finalmente en los últimos 15 minutos, sólo se ve un disparo.
"Estaba todo tranquilísimo", recuerda semanas después su compañero Jon Sistiaga. "Incluso algunos cámaras dejaron de grabar. Incluso yo mismo abandoné el balcón porque vi que llevábamos ya casi media hora sin un solo disparo y parecía que la batalla estaba interrumpida". De repente, el tanque que comanda el sargento Thomas Gibson gira su cañón hacia el hotel. Después dirá que les han alertado sobre la presencia de un observador enemigo en un edificio de la zona. Cree haber visto a una persona vigilándoles con unos prismáticos en un edificio de 15 plantas que está a 1.740 metros. Al principio, duda. Pide permiso para disparar a su superior, el capitán Wolford. Tras recibirlo, abre fuego. El impacto directo en los pisos altos del hotel mata a Couso y al cámara de Reuters Taras Protsyuk.
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