A esta situación ha contribuido un incremento de la presión fiscal, que ha penalizado a las rentas de trabajo. La OCDE advertía recientemente que España, tras EEUU, Corea y Holanda, ha sido el país que más ha incrementado la presión fiscal, sin que este aumento de recaudación haya repercutido proporcionalmente en mejoras sociales.
Según un informe elaborado por el Instituto del Capital Social (Incas) de la Universitat Abat Oliba CEU, casi nueve millones de españoles no tienen los ingresos mínimos para cubrir sus necesidades básicas, 880.000 más que hace apenas siete años. Por contra, el número de milmillonarios en la bolsa española se ha triplicado en sólo seis años.
Los perdedores natos de este modelo económico han sido los asalariados mileuristas, las familias, los pensionistas y aquellos trabajadores que no han conseguido subidas de sueldo equiparables a la inflación.
Fiscalidad injusta. El IRPF se ha convertido en un impuesto al trabajo. Las rentas medias han sido penalizadas por el aumento de la presión fiscal, mientras que ésta no se ha distribuido bien en relación a las rentas bajas y las rentas de capital han sido beneficiadas.
Familias, castigadas. La familia ha sido uno de los colectivos más desfavorecidos. Sus ayudas sólo equivalen al 0,5% del PIB, frente al 2% de media europea.
Pensiones en mínimos. Sin pensiones, una buena parte de jubilados o viudas formarían parte del 20% de la población que está por debajo del umbral de la pobreza. Sin esta prestación y sin otras ayudas sociales, alcanzaría el 38%. Sin embargo, España sigue siendo el país europeo, tras Irlanda, que menos presupuesto dedica a sus pensionistas.
Si con crecimientos por encima del 3% e incrementos medios del 10% en la recaudación del IRPF no se ha conseguido crear una sociedad con menos diferencias, ¿qué pasará ahora en plena desaceleración económica?
Estudio completo sobre el crecimiento y la desigualdad de Universitat Abat Oliba CEU.
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