"Muero aquí cada día, mental y físicamente. Eso nos pasa a todos. Hemos sido olvidados, encerrados en el medio del océano durante años". Eso dice Shaker Aamer, residente de larga duración en el Reino Unido, preso en Guantánamo desde febrero de 2002. "Mientras nos llevaban andando en cuclillas de un avión a otro, uno de los guardias me golpeó en los grilletes [de tres piezas, en los pies, manos y cadera] y los hierros de las piernas se clavaron profundamente en mis tobillos", relata otro preso, Said Farhi.
El documento de la ONG de abogados, hecho público esta semana, ha puesto nombre y cara a 728 de los 744 sospechosos de terrorismo que fueron transportados por EE UU a Guantánamo. En el informe de esta organización (PDF), que ofrece representación legal gratuita a muchos de estos capturados, se desvela que todos los vuelos partieron de Europa hacia Guantánamo pasando por Portugal, ya sea haciendo escala directamente, ya sea utilizando su espacio aéreo. Del mismo modo, se sugiere que la implicación española en la operación es mayor de lo que se reconoció cuando el asunto llegó a la prensa de la mano del Diario de Mallorca.
Si se busca "España" en el informe que ha elaborado Reprieve, una Organización No Gubernamental británica de abogados, aparece cuatro veces. Una por cada vuelo ilegal que hizo escala o, directamente, partió desde nuestro suelo. Dos veces mientras gobernaba el Partido Popular, que llegó a enviar policías a Guantánamo, y dos desde que gobierna el Partido Socialista, que lo negó aunque Europa lo confirmó.
Aquellos vuelos, "el viaje de la muerte", según el informe, transportaban sospechosos de terrorismo detenidos por las fuerzas estadounidense hasta la cárcel de Guantánamo, en Cuba. Algunos de esos sospechosos, que jamás han disfrutado de un juicio y son sometidos a torturas cotidianas, llevan años encerrados.
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