“La industria farmacéutica usa esta estrategia para ampliar su mercado más allá de las necesidades terapéuticas reales”, explica Juan José de Torres López, farmacéutico y presidente la Asociación de Usuarios de Servicios de la Salud (Asusalud). Para ello, las corporaciones desarrollan un proceso de ‘invento de nuevas enfermedades’ a través del establecimiento de ‘indicadores medibles’ que permitan definir la ‘dolencia’. Es el caso de la denominada ‘disfunción sexual femenina’. Desde 1997 la industria farmacéutica patrocina una serie de reuniones orientadas a establecer los ‘indicadores’ de la disfunción sexual femenina. No es que las mujeres estén libres de algunas dificultades en la esfera sexual, sino que no todas esas dificultades pueden ser consideradas ‘disfunciones’, ni todas requieren una intervención farmacológica. Lo mismo ocurre con la impotencia masculina. El problema más serio es que investigadores clínicos, con relaciones cercanas a las compañías farmacéuticas, están trabajando para definir y clasificar esta ‘nueva dolencia’ en reuniones auspiciadas por las mismas compañías.
Publicaciones especializadas en salud como British Medical Journal han criticado las definiciones que realizan los laboratorios de estas ‘enfermedades’ por “desorientadoras y potencialmente peligrosas”. Los promotores de la disfunción sexual femenina se basan principalmente en un estudio criticado por importantes investigadores que señala que el 43% de las mujeres padecen disfunción sexual. Sin embargo, según un informe del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia, "los criterios de medición utilizados para tal estimación han incluido al mayor número de mujeres que experimentan alguna dificultad sexual como expresión de la nueva dolencia. La franja de lo normal ha sido estrechada cada vez más y son más las mujeres que aparecen como “enfermas”".
Por su parte, el éxito comercial de Viagra, de Pfizer, y de los productos de sus competidores, Bayer- Glaxo y Lilly, para el tratamiento de la impotencia, ahora redefinida como ‘disfunción eréctil masculina’, ha llevado a las compañías a fijar sus estrategias en la exageración de los problemas sexuales para tratarlos con productos farmacológicos. En este sentido, la Asociación Española de Salud Sexual (AESS) y los Laboratorios Lilly impulsan juntos la “Campaña Nacional de Salud Sexual”, muy difundida por los grandes medios de comunicación españoles. El presidente de AESS, el doctor Ignacio Moncada, cree que no existe ningún conflicto de intereses en trabajar al mismo tiempo para asociaciones de salud sexual y para las multinacionales que comercializan los tratamientos farmacológicos ad hoc: “No, porque ofrecemos información científica, no marketing. Pocas enfermedades están tan claramente diagnosticadas como la impotencia. Así lo reconoce la propia Organización Mundial de la Salud”. Pfizer consigue más de 1.500 millones de dólares anuales desde 2001 con la venta de Viagra.
Huesos que roer
La osteoporosis es una disminución de la masa ósea que pone a los huesos en peligro de fractura, un trastorno natural en un proceso de envejecimiento. La Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas Óseas (Fhoemo), de nuevo, cuenta entre sus ‘socios corporativos’ a fabricantes de fármacos como Sanofi- Aventis, Novartis, Lilly o Merck.
Profesionales comprometidos con la salud pública han denunciado en la Asamblea Regional de Murcia una campaña realizada por el Colegio de Farmacéuticos de Murcia y Fhoemo con el apoyo de la Consejería de Sanidad de Murcia, destinada a buscar personas que puedan desarrollar osteoporosis para someterlas a tratamiento preventivo. Estas personas han advertido del “carácter comercial” de la iniciativa que “vulnera principios constitucionales” al someter a los “supuestos futuros enfermos” a un tratamiento que, “por los resultados de los estudios científicos publicados hasta ahora, no pasa de ser un ensayo clínico del que debería informarse a los interesados”, argumentan. La mercadotecnia de Fhoemo ofrece resultados a sus compañías patrocinadoras. Fosamax, el fármaco para la osteoporosis fabricado por Merck -socio corporativo de Fhoemo- es uno de los más vendidos en el Estado español. Su facturación ha llegado a crecer un 43%, la mayor subida entre los medicamentos más rentables.
Las enfermedades exageradas por la industria farmacéutica están muy relacionadas con el estilo de vida o lifestyle. En una sociedad tan preocupada por el bienestar como la occidental, los problemas de salud pueden ser fácilmente inflados para ‘preocupar’ al ciudadano. De este modo han triunfado fármacos como el famoso antidepresivo Prozac, de Lilly, medicamentos para luchar contra la calvicie o para mantenerse delgadas o Zyntabac, de GlaxoSmithKline, uno de los fármacos para dejar de fumar más recetados. La Asociación El Defensor del Paciente (Adepa), con sede en Madrid, ha pedido al Ministerio de Sanidad la retirada de este preparado tras registrarse casos de víctimas de fuertes efectos secundarios y producirse varios fallecimientos relacionados con la ingesta de este fármaco en Alemania y Gran Bretaña. Un informe del Deutsche Bank indica que hasta 2010 está previsto que los preparados lifestyle aumenten su facturación el doble que el resto del sector farmacéutico.
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