El consumismo ha entrado de lleno en la Medicina. Hay gente que se dedica a convertirnos en enfermos. Desde hace décadas el complejo médico- industrial medicaliza nuestras vidas a pasos agigantados. Una potente maquinaria se encarga de fabricar o diseñar nuevas ‘enfermedades’. Poco importa si estos problemas son patologías reales o no, lo que realmente importa es abrir nuevos mercados. El pretexto, nuestro bienestar físico y emocional, la tan cacareada ‘calidad de vida’. Recordemos que el concepto de medicalizar la vida consiste en convertir en patología algo que no lo es; y también en convertir un problema personal, social o político en uno clínico.
El sector de la salud está en auge gracias a que nos genera sin cesar falsas necesidades. En estos chanchullos, que en inglés se han dado en llamar disease mongering (tráfico de enfermedades) intervienen varios agentes: algunas empresas y multinacionales deciden abrir un nuevo mercado; buscan especialistas (mercenarios científicos) que avalan sus tesis y redactan literatura ‘científica’ (sin presentar estudios rigurosos). Para rematar orquestan astutas campañas en los medios, no siempre como publicidad explícita sino colando reportajes para ‘crear conciencia’ entre la sociedad.
Se venden como enfermedades procesos normales (menopausia, envejecimiento); se venden problemas personales como la timidez, como fobia social, tristezas y crisis existenciales como depresiones, se venden los riesgos como enfermedades (colesterol algo alto como enfermedad cardiovascular); se venden los síntomas ocasionales como indicios de supuestas patologías (gatillazos eventuales como señales de una supuesta andropausia); se venden síntomas leves como indicios de enfermedades graves (dolores y gases intestinales como síndrome del colon irritable).
Y los prejuicios y miedos juegan a su favor. No siempre hay detrás intereses lucrativos; existen profesionales y ciudadanos honrados que sin embargo muestran una actitud perfeccionista u obsesiva ante la salud y crédula ante los supuestos remedios.
Se precisa un mínimo de alfabetización sanitaria, porque detrás de todo esto subsiste el mito de que la salud se puede comprar y vender. Aprendamos a gestionar los riesgos y a poner límites al uso de bienes y servicios. Actualmente Internet está ayudando a acabar con el monopolio de la Sanidad por parte de los profesionales. Si la usamos con espíritu crítico nos dará una visión más objetiva de las enfermedades reales y de las imaginarias.
diagonalperiodico.net
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