lunes, 24 de marzo de 2008

El afán de dominación en la ciencia.

... por José Manuel Rodríguez Victoriano, profesor de Epistemología Sociológica en la Universidad de Valencia.

De acuerdo con el sociólogo Joao Arriscado Nunes, de las dos características que acompañan al nacimiento de la ciencia moderna (el inconformismo crítico frente a los dogmas y el afán de dominar el mundo), la globalización neoliberal contemporánea esta haciendo desaparecer la primera ante la apabullante hegemonía de la segunda. Esto es así porque la interrelación entre las ciencias y sus tecnologías aplicadas, el orden económico capitalista y el poder político han amplificado hasta extremos inauditos la dominación del mundo y han legitimado dicha dominación con una nueva autoridad inapelable: los saberes científicos y técnicos. Las biotecnologías prometen inmensos beneficios para la salud y la longevidad humana, resolver los problemas de la agricultura, de la alimentación o del medio ambiente. Por su parte, las nanotecnologías (que son para la materia inanimada lo mismo que las biotecnologías para la materia animada) amplifican y prolongan a otros campos de la vida humana las promesas anteriores. Por último, la sociedad red del capitalismo cognitivo augura una nueva economía, nuevas formas de gestión públicas y privadas, una nueva cultura y nuevas formas de entender la política. Por separado o convergiendo, la presentación mediática de estos tres desarrollos de la tecnociencia o bien asumen, implícita o explícitamente, a la ciencia como la nueva religión, o bien trasmiten una ideología de la ciencia que equipara el progreso de la ciencia con el progreso humano, capaz de proporcionar en el presente beneficios económicos, sociales e individuales sin apenas sombras. La ciencia como religión implica institucionalizar las verdades del momento como inmutables, rechazar violentamente toda nueva idea si obliga a corregir los dogmas de los antiguos paradigmas y, en último término, una suerte de fe en el progreso científico que impide todo debate sobre las orientaciones de la investigación. Por su parte, la ciencia como ideología significa la cancelación del pasado y del futuro fusionados en el presente, en suma, la aceptación de la idea del fin de la historia y, en última instancia, el máximo soporte de la legitimidad del capitalismo neoliberal. Si el futuro ya esta aquí, ya no es posible otro futuro distinto al del fin de la historia. La necesidad de realizar una transición de la ideología de la ciencia a la ciencia crítica parece el primer paso en el camino hacia una democratización real del conocimiento científico que posibilite la participación ciudadana en la decisión sobre los usos de las distintas ramas de la tecnociencia.

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