Con la creación del nuevo comando unificado para las operaciones militares en Africa, anunciado por el secretario de Defensa, Robert Gates en febrero de 2007, Washington y sus corporaciones petroleras, detrás de la fachada de la "guerra contraterrorista" comenzaron un plan totalizado de control y apoderamiento del petróleo y de los recursos estratégicos del continente negro. Antes de terminar su mandato, el presidente ha decidido defender un nuevo "mando combatiente unificado" que supervise la seguridad, la cooperación y el apoyo a misiones que no sean exclusivamente militares, así como, en caso necesario, operaciones militares en el continente", aseguró Gates ante la Comisión de Servicios Armados del Senado.
La "reestructuración" de las líneas de comando y de las fuerzas del Pentágono, reiniciada por Rumsfeld y continuada por Gates, responde a una nueva cruzada por conquista de recursos y mercados energéticos africanos, el elemento vital de la supervivencia de las potencias capitalistas junto a elementos como el agua y la biodiversidad.
El interés de Washington en África se debe a la creciente importancia estratégica del continente en materia de riquezas energéticas y al interés de las petroleras estadounidenses por controlar militarmente las fuentes de recursos naturales con el argumento de la "guerra contra el terrorismo".
La escalada militar en Medio Oriente y el Golfo Pérsico, la "guerra fría" por la energía entre Rusia y EEUU, la complicada y confusa ola de "nacionalizaciones" en América Latina, llevan a las trasnacionales a poner sus ojos en las reservas del continente africano que han crecido notablemente en sus niveles de producción y exportación.
La creciente importancia de África como suministrador de petróleo estriba en que ya produce cerca del 12% del que se consume en el mundo y el 25% del que consumen los EEUU, más del que este último país importa desde Arabia Saudita.
África posee reservas por el orden de los 110 mil millones de barriles de petróleo (9% del total de las reservas mundiales) de una calidad excelente, de bajos costos de producción y rápido y fácil transporte, con unos yacimientos off-shore que constituyen las áreas de exploración y producción de más rápido crecimiento en el mundo.
Si bien -como afirman analistas- África nunca competirá con Medio Oriente, las reservas demostradas del continente aumentaron a más del doble entre 1980 y el 2005, con 114.300 millones de barriles, según el BP Statistical Handbook (guía de Estadísticas de British Petroleum).
Esa es una tasa de crecimiento comparable a la de Medio Oriente y superior a un incremento mundial de 84% durante el mismo período.
Esto llevó a EEUU y a las potencias capitalistas a posicionarse y competir por los recursos energéticos y minerales africanos.
En el marco de la "guerra fría" armamentística y energética con la Rusia de Putin, el poder imperial norteamericano y sus transnacionales intentan convertir al África en una zona segura de abastecimiento petrolero, en una especie de colchón energético de seguridad frente a un explosivo Irán y Medio Oriente, una imprevisible Asia Central y una cada vez más inestable América Latina.
El control geopolítico y militar de un continente africano produciendo entre 12 y 14 millones de barriles diarios de petróleo (estimaciones para el 2012) otorgaría a los EEUU el margen de maniobra y seguridad suficientes que justifiquen intervenciones militares en estos países.
A su vez, el descubrimiento en los últimos años de grandes reservas de hidrocarburos en territorio africano ha colocado sobre el tablero de ajedrez de la geopolítica energética mundial a pueblos y países de ese continente que durante casi todo el siglo XX fueron ignorados y marginados.
El trasfondo de la "guerra contraterrorista"
La "guerra contra el terrorismo" en Africa -que se impone el Pentágono- encubre el verdadero propósito de Washington que no es otro que la destrucción de los grupos radicalizados armados que buscan una nacionalización de los recursos petroleros de sus pueblos en desmedro de los intereses transnacionales que los extraen, comercializan y controlan.
En Nigeria, el mayor proveedor de crudo a EEUU, su producción en un día normal de 2,5 millones de barriles se ha visto reducida en un 25% debido a ataques de grupos nacionalistas radicales que buscan una mayor participación de la riqueza petrolera para sus pueblos, y a los que el Pentágono y Washington caracterizan como "grupos terroristas", generalmente pertenecientes a la "red Al Qaeda".
Los gobiernos africanos, controlados por oligarquías y señores de la guerra financiados y protegidos por Washington, se ven cada vez más impotentes para controlar a los movimientos armados nacionalistas que obstaculizan el saqueo de las transnacionales, como es el caso de Somalía y el Cuerno de Africa.
En este escenario, y siguiendo la nueva doctrina impuesta en la revisión cuatrienal de la Defensa de febrero de 2006, el Pentágono comenzó a desarrollar operaciones militares en alta escala por todo el territorio africano, principalmente en sus regiones energéticas y mineras claves del sur y del norte, creando unidades especializadas dedicadas a la instrucción y el adiestramiento de tropas locales en el "combate al terrorismo".
La estrategia operativa incluye reuniones entre estados mayores de países regionales con oficiales y funcionarios del Pentágono, maniobras y ejercicios conjuntos de las tropas, vuelos sistemáticos de aviones de reconocimiento, localización a través de fotos tomadas por satélites militares norteamericanos, y de provisión de armas y tecnología de alta precisión a las fuerzas implicadas en la "guerra contra el terrorismo".
La estrategia del Pentágono en África responde a un doble objetivo, geopolítico-militar y económico.
Además del negocio que proporciona a las armamentistas y a las contratistas de servicios del Pentágono el incremento de las operaciones militares contra el "terrorismo" en la región, se estima que África y sus regiones proporcionarán, en apenas una década, el 25% del crudo que consumirá EEUU en 2015.
Tener el control del acceso a esas fuentes de recursos se ha convertido en un objetivo estratégico central para Washington y sus corporaciones protegidas por el Pentágono.
La llamada "ayuda económica" que Washington otorga a los gobiernos africanos, corruptos y títeres, para que profundicen la "privatización" de sus recursos, va inevitablemente asociada a la “ayuda militar” para el "combate contra el terrorismo" brindada por el Pentágono.
En este escenario las fuerzas y bases estadounidenses se han convertido en un nuevo servicio de protección para las corporaciones petroleras que actúan en el continente africano.
La función y misión principal del nuevo mando militar para el continente africano, anunciado el martes por Gates, es la de vigilar y controlar las fuentes energéticas africanas, así como sus sistemas de distribución mundial (oleoductos, buques petroleros, y rutas).
Esta misión principal de las tropas imperiales fue enunciada en un principio, por el presidente Jimmy Carter en enero de 1980, cuando describió al caudal petrolero del Golfo Pérsico como un "interés vital" para los EEUU.
Carter, elegido luego Premio Nobel de la "Paz", afirmó que EEUU debería emplear "cualquier medio que sea necesario, incluyendo la fuerza militar" para enfrentar y neutralizar cualquier intento por parte de un poder "hostil" para bloquear esos recursos estratégicos.
Cuando Carter presentó este proyecto, apodado como "Doctrina Carter", los EEUU aun no habían desarrollado una fuerza capaz de desempeñar el papel de custodio y vigilante de las fuentes de recursos energéticos en el Golfo, en plena "guerra fría" con la URSS por áreas de influencia.
Con esa misión, Carter creó la Fuerza Conjunta de Tareas de Despliegue Rápido (Rapid Deployment Joint Task Force-RDJTF), un conjunto de fuerzas operativas para ser empleadas en Medio Oriente y donde se las requiriese.
En 1983, el presidente Reagan transformó la RDJTF en Comando Central (Centcom), nombre que aún se mantiene.
Actualmente, El Centcom ejerce la autoridad de comando sobre todas las fuerzas de combate norteamericanas desplegadas en el área del Golfo Pérsico incluyendo Afganistán y el Cuerno de África.
Tras el 11-S en EEUU, y ejecutando la nueva doctrina de "guerra preventiva" de la Casa Blanca, el Centcom intervino en las invasiones a Irak y Afganistán.
De esta manera el Pentágono seguía cumpliendo su misión original de apoderamiento militar de los recursos energéticos-petroleros del Golfo Pérsico, no ya con la "Doctrina Carter", sino con la doctrina de las "guerras preventivas" contra el "eje del mal" del período de Bush hijo.
En febrero del año pasado, un informe del Pentágono señalaba que EEUU se preparaba para actuar en "guerras convencionales simultáneas", y en conflictos irregulares y prolongados como en Irak, y lo expuesto por Gates en el Senado forma parte de ese proyecto bélico de conquista de recursos petroleros disfrazado de "guerra contra el terrorismo" que se inició tras el 11-S.
Es el legado que deja Bush a la próxima administración imperial que le suceda a partir de enero de 2009.
iarnoticias.com
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