lunes, 18 de febrero de 2008

La falacia de las rebajas de impuestos.

Los estragos que la potente propaganda neoliberal ha causado en el discurso político tienen un evidente reflejo en esa moda con que los líderes de los grandes partidos visten su discurso cuando se avecinan elecciones. No importa a qué lado del eje del bipartidismo se sitúen: la moda consiste en prometer una rebaja de impuestos, medida a la que atribuyen todo tipo de efectos prodigiosos. El planteamiento es bastante absurdo, pues, en sí mismos, los impuestos no son ni buenos ni malos. Son, en todo caso, el precio de la civilización. No en vano el diseño y ejecución de obras públicas es lo que se conoce como ingeniería civil.

Las primitivas hordas de cazadores recolectores que nos precedieron en el Paleolítico no tenían sistemas fiscales, pero tampoco tenían carreteras, puertos, faros marítimos, aeropuertos, líneas ferroviarias, hospitales, escuelas y universidades públicas… en fin, ese largo etcétera de equipamientos sociales, amén de prestaciones sociales –subsidios, becas, pensiones– a los que nadie en su sano juicio está dispuesto a renunciar. Sin embargo, la ausencia de una elemental pedagogía política ha llevado a gran parte de la población a experimentar cierta repugnancia a la hora de rascarse el bolsillo ante Hacienda. Actitud que contrasta con la naturalidad con que se abonan las facturas no ya de los productos de primera necesidad vital, sino de toda esa amplia gama de objetos que pautan la normalidad de la sociedad de consumo en que vivimos (o nos asfixiamos).

Fieles seguidores de la moda, los gobiernos efectúan rebajas de impuestos que, curiosamente, a quien benefician es a los más ricos. Categoría que no sólo engloba individuos sino también a las corporaciones industriales, mercantiles y financieras, cuyos negocios prosperan gracias a la red de infraestructuras viales, portuarias, aeroportuarias, líneas de conducción de agua, energía, etc. [y al conjunto de sus continuos aseguramientos, regulados oficialmente por subvenciones directas a fondo perdido, financiación privilegiada, demanda por inversión pública e incentivos, o primas, y demás desgravaciones fiscales], pagadas con el dinero de todos.

Una de las grandes injusticias de las rebajas fiscales es la no universalidad en su aplicación. Como es el caso de la controvertida devolución de 400 euros prometida por el PSOE en la precampaña. Estas rebajas afectan a quienes pagan impuestos directos, pero no a aquellos sectores de la población cuyos ingresos, al ser modestos e incluso situarse por debajo del umbral de pobreza, están exentos de pagar impuestos directos. Aunque paguen religiosamente los impuestos indirectos que recaen sobre los bienes y servicios de consumo. Esta falta de equidad en el tratamiento de las rentas personales podría ser equilibrada con medidas del tipo “impuesto negativo”, o mucho mejor aún con el establecimiento de una Renta Básica de Ciudadanía pagada a todo el mundo con carácter incondicional y universal.

Produce cierto sonrojo explicar obviedades, pero dada la confusión que la “opinión publicada” introduce en la opinión pública en materia fiscal, en el Observatorio de Renta Básica de Ciudadanía decidimos elaborar un no menos básico argumentario que nos permita tener a mano algunas ideas clave sobre los fundamentos impositivos que soportan los pilares básicos del Estado del Bienestar.

CUESTIONES ELEMENTALES EN MATERIA DE IMPUESTOS

1. Los impuestos son éticamente defendibles siempre que persigan dos fines principales:

a) Redistribuir la riqueza: no todas las personas tienen las mismas posibilidades laborales y de realización personal. Los más favorecidos de nuestra sociedad están moralmente obligados a practicar la solidaridad.

b) Conseguir la recaudación que el Estado necesita para asegurar la vida social civilizada

2. Igualdad, libertad y fraternidad es el anhelo máximo de una sociedad democrática. La democracia no es viable sin impuestos, por lo que su importancia está recogida en las constituciones de los países desarrollados. La Constitución española, en su artículo 9.2, afirma: “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas”.

3. Defender un sistema fiscal progresivo es defender la Constitución española, que en su artículo 30.1 proclama: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad”. Eso atañe en particular a la progresividad en los impuestos de IRPF, Patrimonio y Sucesiones.

4. Con la recaudación de los impuestos se crean empleos de calidad y se aumenta la renta del país. Una parte sustancial de los impuestos se destinan al gasto público, que funciona como la inversión. Por el efecto multiplicador del gasto público se produce un aumento de la renta que es mayor (o múltiplo) del gasto público realizado.

5. Permite realizar inversiones sociales universales y necesarias para la salud y el bienestar de los ciudadanos. Sobre todo, en aquellos servicios que el sector privado no ofrece porque no no producen beneficios de capital, tales como la sanidad, educación, infraestructuras, etc. Sin embargo, el beneficio de estos equipamientos es de otra índole: se trata de un beneficio social.

6. Sirven para mitigar los efectos nocivos del mercado, al corregir la mala distribución de la renta que éste produce o al contribuir a que los precios de determinados servicios privados, que se prestan también por el Estado, no se disparen, como ocurre con los precios de la sanidad privada y no ocurre con los dentistas.

7. Se pueden utilizar para defender el medio ambiente, a través de tasas ecológicas o encauzar al sistema financiero internacional para evitar las crisis financieras con impuestos tipo Tobin tax.

8. Jeffrey D. Sachs, de la Universidad de Columbia, comprueba empíricamente que los países ricos con bajos impuestos (EEUU, Gran Bretaña, Austria y Nueva Zelanda) tienen unos indicadores económicos (competitividad, sistema sanitario y educativo, índice de pobreza, balance presupuestario) más bajos que países ricos con más porcentajes de impuestos (Noruega, Suecia, Dinamarca y Finlandia).

FALSOS ARGUMENTOS A FAVOR DE BAJAR LOS IMPUESTOS.

Las teorías y los argumentos de carácter económico que utilizan los que quieren bajar los impuestos son, en en la mayoría de los casos, interesados, pues las decisiones económicas afectan y son afectadas por muchas variables y hacer depender el resultado de una o pocas variables está lejos de la realidad.

1.“Si se reducen los impuestos directos y en especial los progresivos los propietarios de las grandes fortunas y empresas dispondrán de más dinero para ahorrar, podrán invertir más y de esta forma aumentar la renta del país”.

Crítica. El aumento del ahorro o de los beneficios no supone el aumento de la inversión productiva que es la que puede hacer subir la producción del país, porque los que ahorran y los que invierten no son los mismos y en la mayoría de los casos las inversiones privadas son especulativas, o se utilizan para ahorrar trabajo o pagar prejubilaciones.

2. “Si no se baja el impuesto de sociedades no llegarán empresas extranjeras y habrá deslocalizaciones”.

Crítica. La inversión extranjera que está viniendo a España no es, en la mayoría de los casos, para instalar nuevas empresas, sino para comprar empresas existentes, con lo que se reducen, en muchos casos, los puestos de trabajo. Además en España hay jóvenes bien preparados dispuestos a crear empresas con sueldos más bajos de sus directivos y menos beneficios. La productividad se podría subir con rebajas fiscales a determinadas actividades.

3. “Si se bajan los impuestos, los consumidores tendrán más renta disponible y aumentará el consumo con lo que las empresas podrán producir más y contratar más trabajadores y la renta del país aumentará”.

Crítica. Es cierto que puede aumentar el consumo del país si se reducen los impuestos de las rentas más bajas. Pero esto nos llevaría a no bajar los impuestos a los más pudientes y a las grandes fortunas porque no producirá subida de consumo, pero justo esto no se hace.

4. Hay otros argumentos de tipo “ético” que tampoco se sostienen como “Con los impuestos, el Estado está robando a los ciudadanos lo que han conseguido con su esfuerzo”, o “El Estado se entromete en la vida de los ciudadanos y les coarta su libertad”.

Crítica. Los ingresos que recibe una persona no sólo dependen de su esfuerzo sino del desarrollo tecnológico y cultural de una sociedades en la que han participado muchas generaciones y los que pagan impuestos devuelven a la sociedad una parte de lo que han obtenido por el uso de ese patrimonio social.

Por otra parte el concepto liberal de libertad (uno es libre mientras nadie le impida hacer lo que quiere) “ha pervertido el sentido de la democracia, que no es otro que el autogobierno, la participación y la cooperación” (Victoria Camps).

PRINCIPIOS ELEMENTALES DE MORAL FISCAL PARA LA CIUDADANÍA

Una elemental conciencia ciudadana exige plantearse,

Que es necesario promover un estado de opinión social a favor de la justicia distributiva. Ello exige un proceso de reflexión y cambio personal, familiar y social sobre la escala de valores en que se asienta nuestra vida para situar al hombre y a su desarrollo personal por encima del afán de poseer y ganar solo competitivamente, desatendiendo hasta sus propias necesidades de colaborar con el colectivo donde vive y se apoya tanto en activo como en calidad de pensionista.

Que la conciencia moral fiscal nos debe mover a la acción para exigir al gobierno que realice los cambios necesarios para que cualquier reforma fiscal que se apruebe sea justa y progresiva. Es decir, beneficiando realmente más a la mayorías de personas que se encuentran hoy bajo el indicador estadístico medio de la renta per capita; y no al revés.

Que la ocultación fraudulenta de rentas para eludir a Hacienda para su legítima distribución constituye una actitud inmoral, egoísta y éticamente insolidaria que va contra los intereses generales de toda la comunidad. Paulatinamente se va implantando la tolerancia cero hacia los autores de violencia doméstica, los automovilistas que se ponen al volante bajo los efectos de elevadas dosis de alcohol, e incluso los fumadores que encienden cigarrillos en lugares públicos. ¿Cómo es que todavía existe tolerancia ante un acto tan delictivo como la evasión fiscal?

www.attacmadrid.org

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