A Johns Perkins, ex asesor del Banco Mundial, la conciencia le ha dictado gritar su verdad a los cuatro vientos. Ahora acaba de confirmar lo que la izquierda venía aseverando hacía tiempo: instituciones como la que fuera suya y el Fondo Monetario Internacional constituyen alabarderos, viles defensores del imperialismo disfrazados de neutrales tecnócratas, de asépticos médicos de la economía planetaria.
“Nosotros, sicarios económicos, ingresamos en el país diciendo: qué bueno, ustedes no pueden pagar su deuda; entonces tienen que hacernos un favor: vender su petróleo a nuestras compañías a un precio bajo, votar con nosotros en Naciones Unidas o conceder una base militar en su país, como Manta en Ecuador, y de esta manera hemos conseguido ese imperio global, el primero del mundo.”
Así, con todas las letras, lo declaró el señor Perkins al noticiario Contextos, de la cadena Telemundo, Univisión en Miami. Y fue más allá. Explicó que cuando él y sus colegas no cumplían su misión, entraban en acción ciertos chacales, como los calificó, que incluso llegaban a asesinar. “Como hicieron con el presidente ecuatoriano Jaime Roldós y el panameño Omar Torrijos”.
Pero lo peor es que las reglas se mantienen, por lo que la vida del mandatario Rafael Correa está en sumo peligro. A la pregunta de por qué precisamente la de Correa y no la de Hugo Chávez, respondió que los Estados Unidos se comportan con mucho cuidado con el líder bolivariano, por la dependencia del petróleo venezolano, y que, en cambio, el Ecuador no posee tanto hidrocarburo, “y un presidente como Correa puede ser un ejemplo”.
Por mi parte, comparto el temor de Perkins por la vida del estadista de Quito; pero dudo de que esté garantizada la seguridad de figuras como Chávez, Evo Morales, si esta estribara en el albedrío de la CIA y otras agencias de muerte, más que de inteligencia.
Como comentaba hace unos días, en Ecuador se escucha ruido de sables. Aunque en el criterio de Correa y su ministro de Defensa, Wellington Sandoval, sucesos como una publicitada reunión de oficiales de la Armada no resulta manifestación contra el Gobierno, sino demostración de apoyo de un batallón de infantería de Marina a su comandante, lo cierto es que encuentran reparos los cambios realizados en la institución castrense. Y que la oligarquía nacional, aliada a la internacional, no ve con buenos ojos a un dirigente que no se pliega a los dictados del FMI, del Banco Mundial, y que está reestructurando el sector público, racionalizando las finanzas públicas, para continuar pagando la deuda social –acometiendo mejoras dirigidas a los menesterosos-, antes que la deuda externa.
Un “pecado” que la burguesía y sus testaferros no le pueden perdonar a Correa es el camino de una economía que propugna el control estatal, social, de los recursos naturales, la tierra incluida. Y no le perdonan el que haya reducido el sueldo de primer magistrado de la República; ni logrado la equidad de género en el gabinete ministerial; ni el que se incorpore a la corriente integracionista con Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba; ni que no quiera renovar la base norteamericana de Manta después del 2010; ni que denunciara el Tratado de Protección de Inversiones entre Estados Unidos y Ecuador, por lesivo para esta última nación…
¿Osarían la burguesía ecuatoriana y la internacional dar el parabién a la programada reconstrucción de los sectores de la salud y la educación; y, lo principal, a la creación de fuentes de trabajo que extirpen o reduzcan la miseria, eliminando la posibilidad de una mano de obra “competitiva”, de sueldos más que mezquinos?
¿Perdonará la sacrosanta oligarquía el proceso de transformación reflejado en cinco revoluciones: la constitucional, la ética, la económica, la social y la de soberanía e integración latinoamericanas? Si el perdón de los oligarcas estuviera decretado, estos no anduvieran tratando de sobornar a los seguidores del gobernante en la asamblea Constituyente, como se ha hecho público.
Por eso creo en el ex asesor del Banco Mundial Johns Perkins cuando este afirma que la vida de Correa afronta un grave peligro. Si, lo creo yo, como habitante de un país, Cuba, contra cuyo líder histórico se han fraguado más de 600 planes de atentado. Pero me permito dudar de que los chacales no tengan también como objetivo a Hugo Chávez, ya que, si contra Venezuela se ha armado el Plan Tenaza, que estipula la compra de golpistas y hasta la utilización de paramilitares y bases militares norteamericanas en Colombia y Curazao, ¿cómo no prever el anhelo de magnicidio en la persona de Chávez?
Con Perkins, alerto en cuanto a la seguridad, la integridad física del economista y presidente de Ecuador, Rafael Correa. Pero, sin intentar pasar por agorero, considero que el orbe progresista deberá velar, asimismo, por Evo, por Hugo. Como ha velado por Fidel. ¿Por qué? Pues porque la oligarquía y sus lacayos, no perdonan nunca a los transgresores. No perdonan jamás a los revolucionarios.
www.insurgente.org
“Nosotros, sicarios económicos, ingresamos en el país diciendo: qué bueno, ustedes no pueden pagar su deuda; entonces tienen que hacernos un favor: vender su petróleo a nuestras compañías a un precio bajo, votar con nosotros en Naciones Unidas o conceder una base militar en su país, como Manta en Ecuador, y de esta manera hemos conseguido ese imperio global, el primero del mundo.”
Así, con todas las letras, lo declaró el señor Perkins al noticiario Contextos, de la cadena Telemundo, Univisión en Miami. Y fue más allá. Explicó que cuando él y sus colegas no cumplían su misión, entraban en acción ciertos chacales, como los calificó, que incluso llegaban a asesinar. “Como hicieron con el presidente ecuatoriano Jaime Roldós y el panameño Omar Torrijos”.
Pero lo peor es que las reglas se mantienen, por lo que la vida del mandatario Rafael Correa está en sumo peligro. A la pregunta de por qué precisamente la de Correa y no la de Hugo Chávez, respondió que los Estados Unidos se comportan con mucho cuidado con el líder bolivariano, por la dependencia del petróleo venezolano, y que, en cambio, el Ecuador no posee tanto hidrocarburo, “y un presidente como Correa puede ser un ejemplo”.
Por mi parte, comparto el temor de Perkins por la vida del estadista de Quito; pero dudo de que esté garantizada la seguridad de figuras como Chávez, Evo Morales, si esta estribara en el albedrío de la CIA y otras agencias de muerte, más que de inteligencia.
Como comentaba hace unos días, en Ecuador se escucha ruido de sables. Aunque en el criterio de Correa y su ministro de Defensa, Wellington Sandoval, sucesos como una publicitada reunión de oficiales de la Armada no resulta manifestación contra el Gobierno, sino demostración de apoyo de un batallón de infantería de Marina a su comandante, lo cierto es que encuentran reparos los cambios realizados en la institución castrense. Y que la oligarquía nacional, aliada a la internacional, no ve con buenos ojos a un dirigente que no se pliega a los dictados del FMI, del Banco Mundial, y que está reestructurando el sector público, racionalizando las finanzas públicas, para continuar pagando la deuda social –acometiendo mejoras dirigidas a los menesterosos-, antes que la deuda externa.
Un “pecado” que la burguesía y sus testaferros no le pueden perdonar a Correa es el camino de una economía que propugna el control estatal, social, de los recursos naturales, la tierra incluida. Y no le perdonan el que haya reducido el sueldo de primer magistrado de la República; ni logrado la equidad de género en el gabinete ministerial; ni el que se incorpore a la corriente integracionista con Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba; ni que no quiera renovar la base norteamericana de Manta después del 2010; ni que denunciara el Tratado de Protección de Inversiones entre Estados Unidos y Ecuador, por lesivo para esta última nación…
¿Osarían la burguesía ecuatoriana y la internacional dar el parabién a la programada reconstrucción de los sectores de la salud y la educación; y, lo principal, a la creación de fuentes de trabajo que extirpen o reduzcan la miseria, eliminando la posibilidad de una mano de obra “competitiva”, de sueldos más que mezquinos?
¿Perdonará la sacrosanta oligarquía el proceso de transformación reflejado en cinco revoluciones: la constitucional, la ética, la económica, la social y la de soberanía e integración latinoamericanas? Si el perdón de los oligarcas estuviera decretado, estos no anduvieran tratando de sobornar a los seguidores del gobernante en la asamblea Constituyente, como se ha hecho público.
Por eso creo en el ex asesor del Banco Mundial Johns Perkins cuando este afirma que la vida de Correa afronta un grave peligro. Si, lo creo yo, como habitante de un país, Cuba, contra cuyo líder histórico se han fraguado más de 600 planes de atentado. Pero me permito dudar de que los chacales no tengan también como objetivo a Hugo Chávez, ya que, si contra Venezuela se ha armado el Plan Tenaza, que estipula la compra de golpistas y hasta la utilización de paramilitares y bases militares norteamericanas en Colombia y Curazao, ¿cómo no prever el anhelo de magnicidio en la persona de Chávez?
Con Perkins, alerto en cuanto a la seguridad, la integridad física del economista y presidente de Ecuador, Rafael Correa. Pero, sin intentar pasar por agorero, considero que el orbe progresista deberá velar, asimismo, por Evo, por Hugo. Como ha velado por Fidel. ¿Por qué? Pues porque la oligarquía y sus lacayos, no perdonan nunca a los transgresores. No perdonan jamás a los revolucionarios.
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