miércoles, 16 de enero de 2008

Los precios suben un 2% por encima de la cifra acordada para el aumento de salarios.

Con el cambio de año, a las tradicionales 12 uvas se ha sumado la también tradicional subida de precios y tarifas: transportes, luz, agua, gas, teléfono, etc., son servicios por los que, desde el 1 de enero, tenemos que pagar más. En conjunto, estos incrementos en los servicios básicos sumarán hasta un 3,3% más. Las asociaciones de consumidores no han dudado en calificar la subida de abusiva, ya que no se producen en concepto de mejora de servicio, sino por motivos incluso arbitrarios. Tal es el caso de la tarifa del agua, que, según un informe de FACUA, puede variar hasta casi un 400% dependiendo de la ciudad y del tipo de contador utilizado, colocando a Madrid como la ciudad más cara y donde se producen los mayores incrementos cada año. Telefónica, por su parte, ha anunciado una subida de hasta un 2,7% en la cuota de alquiler de línea y de terminales, en una factura que está entre las más caras de Europa.

Diferentes motivos para el alza

Mientras, el transporte público se encarece hasta un 4,1%. El motivo, según la patronal Asintra, es el incremento que se ha producido en 2007, del 12%, en el precio del gasóleo. Si bien este precio influye en el coste del transporte en autobús, no lo hace en el caso del transporte en metro o en cercanías. Todos estos incrementos vienen a sumarse a los que se han producido a lo largo de todo el año en artículos de primera necesidad, como la leche, el pan o los huevos, justificados por el uso del terreno para la producción de biocombustibles y los mayores costes que afrontan los ganaderos. Sin embargo, no todos estos incrementos parecen deberse a la subida en los factores productivos. Según denunció la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias (FAECA), el incremento en el coste de los factores necesarios para producir un litro de leche (piensos, etc.) ha sido de entre un 8% y un 25%, porcentajes inferiores a los que se han repercutido al consumidor final.

Ante tal escalada de precios, el ministro de Economía, Pedro Solbes, animó a que se consumiera conejo en las fiestas navideñas, por tener un precio más bajo que el pavo, y declaró que “no valoramos el valor de las cosas desde la llegada del euro”. Algo de cierto parece haber en las palabras del ministro, pues se calcula que la moneda única ha supuesto un incremento de precios de entre un 30% y un 50%, según diversas fuentes, en el período 2002-2008.

El salario medio pierde valor

Por si todas estas subidas no fuesen suficientes, según un informe de la OCDE, el Estado español es el único país entre sus 30 miembros en el que el salario medio se ha reducido en el período 1995- 2005. Fuentes oficiales afirman que esto se debe al “efecto estadístico”, por la incorporación de desempleados al mundo laboral, en puestos de trabajo con un salario inferior al de la media. Sin embargo, para algunos analistas la explicación es más compleja. El profesor Vicenç Navarro afirma que “Noruega y Suecia tienen mayores tasas de creación de empleo que Estados Unidos, y en cambio los salarios de los puestos de trabajo creados en aquellos países son mayores que en EE UU”.

Navarro señala también que en el período estudiado los beneficios empresariales se han incrementado en un 73%, destacando el sector de la construcción, “que se caracteriza por tener salarios bajos”. Durante el mismo período, 1995-2005, el precio por metro cuadrado de la vivienda libre se incrementó en un 300%. Así pues, la estrategia de crecimiento económico parece estar basada en dos pilares: precios altos y moderación salarial.

Sigue la moderación salarial

En este contexto de fuertes subidas en los precios, el Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva, firmado por las patronales (CEOE y CEPYME) y los dos sindicatos mayoritarios (UGT y CC OO), consagra, una vez más, la moderación salarial. Tras la firma, el presidente de la patronal destacó la “necesidad de revisar los salarios de acuerdo con el IPC previsto”. En la misma línea, Cándido Méndez, de UGT, defendió “el modelo (...) basado en la inflación prevista por la autoridades monetarias”. Sin embargo, para 2007 las autoridades monetarias habían previsto una inflación del 2%, que sin embargo alcanzó el 4%. Mientras que la revisión de los salarios para el año pasado supuso una pérdida de poder adquisitivo del 2%, para este año patronal y sindicatos vuelven a pactar sobre el mismo porcentaje de subida de precios que no se cumplió el año pasado, ni parece que se vaya a cumplir éste.

Aunque el Gobierno ha anunciado que la inflación se corregirá a partir del mes de marzo, la pérdida de poder adquisitivo parece garantizada. Así, los bajos salarios y los elevados precios pueden suponer otro año dorado para los beneficios empresariales. Sin embargo, en una economía basada en gran parte en el consumo interno (lo que los españoles gastamos en bienes y servicios de consumo) y con un sector exterior muy modesto, la tendencia a reducir el poder adquisitivo del consumidor, y la dificultad del crédito por los altos tipos de interés, pueden acabar revirtiendo en una contracción del consumo, que supondría un duro revés para las empresas y la economía española en su conjunto.

Dinero para bancos, inflación para el resto
Las autoridades monetarias (Reserva Federal, Banco Central Europeo, etc.) son las instituciones encargadas de producir la moneda que utiliza un país (EE UU) o conjunto de países (UE). Sus dos funciones fundamentales son el control de los tipos de interés (precio al que se presta el dinero) y de la cantidad de dinero que hay en el mercado. De este modo, aumentando o reduciendo la cantidad de dinero disponible, controlan también su valor. Al poner en circulación una mayor cantidad de billetes, reducen su valor, llevando a lo que se conoce como inflación: los precios suben y es necesario más dinero para comprar lo mismo. Este verano, la crisis inmobiliaria en EE UU propició una crisis financiera. Los bancos, que durante años concedieron préstamos sin evaluación de riesgo, se vieron en dificultades para cobrar sus créditos, así que dejaron de prestarse dinero entre ellos. La Fed de EE UU y el BCE inyectaron cientos de miles de millones de euros al sistema bancario para evitar una crisis de liquidez. Con ello consiguieron salvar a los bancos, pero, al aumentar de forma dramática la cantidad de dinero, también consiguieron que el dinero perdiese valor, disparando así los precios. En otras palabras, las autoridades monetarias trasladaron la crisis bancaria al bolsillo del ciudadano.

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