miércoles, 19 de diciembre de 2007

La gran idea sanitaria.

...por Antonio Palomar, médico y miembro del colectivo Sumendi.

Tendemos a confundir salud, medicina y sanidad porque en los países desarrollados están muy relacionadas, pero son tres cosas bien distintas. La salud es la capacidad de adaptación al medio ambiente. La medicina es el arte y la ciencia de curar o aliviar enfermedades. Pero la sanidad tal y como la entendemos actualmente no tiene aún ni 200 años de existencia. Con la Revolución Industrial se produjo una gran crisis en los entornos urbanos. La ‘idea sanitaria’ nace en Liverpool, Londres, Manchester y otras grandes ciudades inglesas en la cuarta década del siglo XIX. La industrialización provoca una masiva emigración de gentes desde el campo a la ciudad. El pueblo se hacina en urbes insalubres que no estaban preparadas para acoger a tantos miles de personas. Las calles son estrechas y oscuras, no hay buenos desagües, las casas no tienen retrete ni agua corriente. Los trabajadores están siendo explotados con jornadas de 14 horas, salarios míseros, ausencia de vacaciones, la dieta es poco variada, el aire está contaminado, etc. Y para colmo, no hay aún buenos hospitales ni centros de salud. Cada dos por tres aparecen epidemias, hay una altísima mortalidad infantil y la esperanza de vida ronda los 40 años.

Calidad de vida urbana

Ante este estado de cosas, algunos miembros de la alta sociedad se plantearon la urgente necesidad de sanear la ciudad y mejorar la calidad de vida urbana. Pero lo más chocante es que esta revolución sanitaria no estuvo promovida ni capitaneada por médicos o profesionales sanitarios sino por gente de otras profesiones como abogados, políticos y reformadores sociales. Para atajar las epidemias se empezó por lo obvio: potabilizar las fuentes públicas, crear un buen alcantarillado público, instalar retretes en las casas nuevas, ensanchar las calles para que entrara el sol, habilitar lavaderos públicos en diversos barrios de la ciudad, etc. Todo esto unido a las primeras conquistas sindicales mejoró sustancialmente la miserable vida cotidiana de las clases bajas. Las epidemias y la mortalidad infantil empezaron a remitir y la longevidad empezó a aumentar.

La gran idea sanitaria consistió en ecologizar la ciudad, hacerla más habitable. Lamentablemente esta idea ecologista se fue eclipsando con la llegada de las vacunas y el éxito de la farmacología. Durante los dos primeros tercios del siglo XX la sanidad dejó de ser tan sanitaria para volverse más asistencial y farmacológica. Habría que esperar al empuje del ecologismo en los 60 para que resurgiera una visión más global de la medicina, el movimiento por la nueva salud pública.

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