...por Agustín Velloso
El ex presidente Aznar se hizo tristemente famoso hace cuatro años cuando decidió unir su destino al del presidente estadounidense Bush en la guerra de agresión contra Iraq.
Las mentiras, tópicos y frases supuestamente ingeniosas que son una mezcla del machismo político y del españolismo rancio que caracterizan a Aznar, han resurgido en estos días con la novedad de que no las ha emitido él -aunque las comparta al cien por cien- sino Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de Zapatero, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Poco antes del comienzo de la guerra contra Iraq, Aznar dijo que "en un conflicto, España sabe con quién ha de estar y estará con sus amigos, con EEUU". Esta malhadada confusión mental es la misma que padece Moratinos y que hace pública la agencia EFE el 15 de noviembre pasado: "España, modestamente, cual sea la situación, estará al lado de Israel".
La misma agencia añade que "el titular de Exteriores ha asegurado que quienes le conocen saben que el compromiso 'de amistad, de ayuda y de compromiso' en favor de Israel para que 'viva en paz y seguridad' es 'absoluto y total'."
Lo mismo que se dijo entonces respecto de Aznar hay que decir hoy respecto de Moratinos:
Uno y otro deberían saber que España ha de estar del lado de la legalidad internacional. Aznar (y Moratinos) no es libre de escoger tan malas amistades mientras sea presidente (ministro) de un Estado miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Ésta no ha autorizado la agresión de Estados Unidos (ni las agresiones israelíes a naciones árabes: Palestina, Líbano, Iraq, Siria). Tampoco autoriza la partición de Iraq (en el caso de Palestina se trata del muro, de los asentamientos y de la ocupación de territorio, Jerusalén incluida). ¿Nos vamos a aliar con un Estado que ha sido condenado por la Corte Internacional de Justicia por violar la ley internacional? (Israel tiene el récord mundial de violaciones de la ley internacional y de resoluciones de la ONU). Aznar y Moratinos han olvidado el historial delincuente de su amigo y no quiere ver el presente de muy probable reincidencia (Israel amenaza a esos países árabes y a Irán también).
Al parecer hay una tendencia entre los líderes políticos españoles -y europeos, sin olvidar a los estadounidenses, por supuesto- de referirse a Israel con reverencia, servilismo, olvido total de las obligaciones propias de sus cargos y sin miedo al ridículo.
Es inimaginable que un líder de la izquierda oficial española declare, por ejemplo, que apoya totalmente el proyecto bolivariano de Venezuela hacia el socialismo. Además de que ese proyecto habría de ser atractivo a los que se definen como socialistas, con ese país nos une historia, idioma, idiosincrasia, religión, sangre y lo que se quiera añadir.
Sin embargo, el socialista Moratinos echa todo el peso de España -menos mal que reconoce que es modesto- a favor de un país que viola desde su nacimiento hace 60 años la ley internacional, con el que tiene relaciones diplomáticas hace 20 y poco más en común como no sea el intercambio militar y de armamento; que es un Estado paria no solamente para mil millones de musulmanes sino para gran parte del mundo, que mata y roba a diario en Palestina, que es el principal aliado -mejor dicho, cómplice- del otro gran delincuente a escala planetaria, Estados Unidos; que acaba de agredir a Líbano donde ha dejado miles de muertos y de bombas en situación de explotar, que amenaza a Irán, que ha estado y está implicado en guerras -abiertas y secretas- por medio mundo: Nicaragua, Colombia, Sudáfrica, Iraq; que tiene armamento nuclear, que condena al genocidio a los palestinos mediante un bloqueo único en la historia de la humanidad por aplicarse a una población refugiada, la cual está explícitamente protegida- en teoría nada más, obviamente- por la ley internacional, etc.
Sin duda Israel le ha exigido por los canales convenientes una expresión pública de apoyo de España. No cabe pensar que Moratinos, que es machaconamente presentado ante la sociedad española como experto conocedor del mundo árabe desde hace años, además de buen amigo de sus habitantes, de repente, motu proprio, ha olvidado la historia israelí y ha cambiado de amistades, justo ahora que Israel intenta, una vez más, en esta ocasión en Annapolis, mostrarse ante la opinión pública mundial no como el agresor impenitente que es, sino como un socio en la paz.
Es preciso acudir al pasado reciente para explicar el renovado amor entre el PSOE y el sionismo. Hace poco más de un año, el 20 de julio de 2006, Moratinos acudió a un desayuno del Foro Nueva Economía con destacados empresarios sionistas. Uno de éstos, Mauricio Hatchwell, según informó El País al día siguiente, manifestó "la indignación" de los judíos españoles ante unas declaraciones realizadas la víspera por el presidente del Gobierno: "Son declaraciones anti-israelíes y antisemitas y no las podemos aceptar".
Se refería al leve juicio -por no decir cobarde- de Zapatero sobre la guerra de Israel contra Líbano, que describía como "uso excesivo de la fuerza", algo que cualquier estudiante de bachillerato de la asignatura de Ciudadanía, Ética, Religión o similar, identificaría sin problemas como crimen de guerra.
Por si las declaraciones de un ciudadano particular no hubiesen impresionado al ministro, el entonces embajador de Israel en España, Víctor Harel, según el mismo diario, le dejó bien claro que "las manifestaciones de protesta por los ataques al Líbano convocadas anoche en varias ciudades -"en las que está incluido el partido del Gobierno", precisó- "son un premio al terrorismo islámico". A esto añadió: "las relaciones [entre España e Israel], aunque estemos en el vigésimo aniversario, no creo que estén para nada en su mejor momento. Hay aquí críticas muy duras, muy injustas para Israel, que van más allá del consenso de la UE", lamentó Harel.
Si se deja de lado ahora la injerencia de los sionistas en la política española, además de la mala educación y el desprecio mostrados hacia el ministro, el PSOE y la sociedad española -sobre lo que no hay protestas patrióticas ni artículos de opinión contra los sionistas en ese periódico ni en otros medios como sucede con Chávez-, se observa que las andanadas citadas han tenido un efecto educativo en Moratinos.
La concesión de dos de los premios Príncipe de Asturias de 2007 al Museo del Holocausto (ojo: el antiguo y finalizado de los judíos a manos de los nazis, no el actual y en activo de los palestinos a manos de los sionistas) y al escritor Amos Oz no fueron más que la demostración de que ha aprendido la lección y al tiempo la preparación de la opinión pública para la reciente afirmación a los cuatro vientos de que España apoya "total y absolutamente" a este país.
El ministro es uno de los firmantes de las cartas de apoyo a la candidatura de Yad Vashem al premio Príncipe de Asturias a la Concordia 2007. Entre los firmantes destacan los archiconocidos valedores de los derechos humanos, en especial de los que se niegan a los palestinos, Shimon Peres, Benjamin Netanyahu, Vicente Fox, Kofi Annan, Hillary Clinton e Israel Meir.
Con las acciones de estos faros del humanismo contemporáneo se podría llenar un museo de los horrores, con sala de torturas, testimonios de masacres, grabaciones de niños partidos en trozos por misiles, historias de familias enterradas vivas en sus casas al ser derribadas por excavadoras y otras muestras de concordia judeo-cristiana y tan principescas, que no es de extrañar que un señalado ministro del PSOE se muera de ganas de añadir su firma a las del grupo de proponentes al premio.
Aunque parece que a Aznar no le van mal las cosas, todo su dinero y sus amistades no le servirán para borrar su nombre de la lista de presidentes malditos, lugar donde tiene asegurado un elevado puesto a perpetuidad. Su partido, así como los diputados que aplaudían sus mentiras y sus bravuconadas en el Congreso de los Diputados, pasan -injustamente- algo más desapercibidos.
Moratinos prefiere la amistad de los sionistas a su buen nombre, allá él. El que quiera, que lo acompañe, pero no tiene derecho ni autoridad para embarcar a todos los españoles en una política ilegal y nefasta.
Lo que a día de hoy apenas resulta llamativo es que el PSOE imite sin pudor la política exterior del Partido Popular y diga en público que apoya totalmente a un Estado delincuente en sus políticas de extrema derecha. Lo que apenas sorprende es que ningún militante devuelva el carné del partido. Después del papel español en Líbano, ahora Israel ¿qué tal PSOI: Políticos Sometidos y Obedientes a Israel?
www.lahaine.org
El ex presidente Aznar se hizo tristemente famoso hace cuatro años cuando decidió unir su destino al del presidente estadounidense Bush en la guerra de agresión contra Iraq.
Las mentiras, tópicos y frases supuestamente ingeniosas que son una mezcla del machismo político y del españolismo rancio que caracterizan a Aznar, han resurgido en estos días con la novedad de que no las ha emitido él -aunque las comparta al cien por cien- sino Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de Zapatero, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Poco antes del comienzo de la guerra contra Iraq, Aznar dijo que "en un conflicto, España sabe con quién ha de estar y estará con sus amigos, con EEUU". Esta malhadada confusión mental es la misma que padece Moratinos y que hace pública la agencia EFE el 15 de noviembre pasado: "España, modestamente, cual sea la situación, estará al lado de Israel".
La misma agencia añade que "el titular de Exteriores ha asegurado que quienes le conocen saben que el compromiso 'de amistad, de ayuda y de compromiso' en favor de Israel para que 'viva en paz y seguridad' es 'absoluto y total'."
Lo mismo que se dijo entonces respecto de Aznar hay que decir hoy respecto de Moratinos:
Uno y otro deberían saber que España ha de estar del lado de la legalidad internacional. Aznar (y Moratinos) no es libre de escoger tan malas amistades mientras sea presidente (ministro) de un Estado miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Ésta no ha autorizado la agresión de Estados Unidos (ni las agresiones israelíes a naciones árabes: Palestina, Líbano, Iraq, Siria). Tampoco autoriza la partición de Iraq (en el caso de Palestina se trata del muro, de los asentamientos y de la ocupación de territorio, Jerusalén incluida). ¿Nos vamos a aliar con un Estado que ha sido condenado por la Corte Internacional de Justicia por violar la ley internacional? (Israel tiene el récord mundial de violaciones de la ley internacional y de resoluciones de la ONU). Aznar y Moratinos han olvidado el historial delincuente de su amigo y no quiere ver el presente de muy probable reincidencia (Israel amenaza a esos países árabes y a Irán también).
Al parecer hay una tendencia entre los líderes políticos españoles -y europeos, sin olvidar a los estadounidenses, por supuesto- de referirse a Israel con reverencia, servilismo, olvido total de las obligaciones propias de sus cargos y sin miedo al ridículo.
Es inimaginable que un líder de la izquierda oficial española declare, por ejemplo, que apoya totalmente el proyecto bolivariano de Venezuela hacia el socialismo. Además de que ese proyecto habría de ser atractivo a los que se definen como socialistas, con ese país nos une historia, idioma, idiosincrasia, religión, sangre y lo que se quiera añadir.
Sin embargo, el socialista Moratinos echa todo el peso de España -menos mal que reconoce que es modesto- a favor de un país que viola desde su nacimiento hace 60 años la ley internacional, con el que tiene relaciones diplomáticas hace 20 y poco más en común como no sea el intercambio militar y de armamento; que es un Estado paria no solamente para mil millones de musulmanes sino para gran parte del mundo, que mata y roba a diario en Palestina, que es el principal aliado -mejor dicho, cómplice- del otro gran delincuente a escala planetaria, Estados Unidos; que acaba de agredir a Líbano donde ha dejado miles de muertos y de bombas en situación de explotar, que amenaza a Irán, que ha estado y está implicado en guerras -abiertas y secretas- por medio mundo: Nicaragua, Colombia, Sudáfrica, Iraq; que tiene armamento nuclear, que condena al genocidio a los palestinos mediante un bloqueo único en la historia de la humanidad por aplicarse a una población refugiada, la cual está explícitamente protegida- en teoría nada más, obviamente- por la ley internacional, etc.
Sin duda Israel le ha exigido por los canales convenientes una expresión pública de apoyo de España. No cabe pensar que Moratinos, que es machaconamente presentado ante la sociedad española como experto conocedor del mundo árabe desde hace años, además de buen amigo de sus habitantes, de repente, motu proprio, ha olvidado la historia israelí y ha cambiado de amistades, justo ahora que Israel intenta, una vez más, en esta ocasión en Annapolis, mostrarse ante la opinión pública mundial no como el agresor impenitente que es, sino como un socio en la paz.
Es preciso acudir al pasado reciente para explicar el renovado amor entre el PSOE y el sionismo. Hace poco más de un año, el 20 de julio de 2006, Moratinos acudió a un desayuno del Foro Nueva Economía con destacados empresarios sionistas. Uno de éstos, Mauricio Hatchwell, según informó El País al día siguiente, manifestó "la indignación" de los judíos españoles ante unas declaraciones realizadas la víspera por el presidente del Gobierno: "Son declaraciones anti-israelíes y antisemitas y no las podemos aceptar".
Se refería al leve juicio -por no decir cobarde- de Zapatero sobre la guerra de Israel contra Líbano, que describía como "uso excesivo de la fuerza", algo que cualquier estudiante de bachillerato de la asignatura de Ciudadanía, Ética, Religión o similar, identificaría sin problemas como crimen de guerra.
Por si las declaraciones de un ciudadano particular no hubiesen impresionado al ministro, el entonces embajador de Israel en España, Víctor Harel, según el mismo diario, le dejó bien claro que "las manifestaciones de protesta por los ataques al Líbano convocadas anoche en varias ciudades -"en las que está incluido el partido del Gobierno", precisó- "son un premio al terrorismo islámico". A esto añadió: "las relaciones [entre España e Israel], aunque estemos en el vigésimo aniversario, no creo que estén para nada en su mejor momento. Hay aquí críticas muy duras, muy injustas para Israel, que van más allá del consenso de la UE", lamentó Harel.
Si se deja de lado ahora la injerencia de los sionistas en la política española, además de la mala educación y el desprecio mostrados hacia el ministro, el PSOE y la sociedad española -sobre lo que no hay protestas patrióticas ni artículos de opinión contra los sionistas en ese periódico ni en otros medios como sucede con Chávez-, se observa que las andanadas citadas han tenido un efecto educativo en Moratinos.
La concesión de dos de los premios Príncipe de Asturias de 2007 al Museo del Holocausto (ojo: el antiguo y finalizado de los judíos a manos de los nazis, no el actual y en activo de los palestinos a manos de los sionistas) y al escritor Amos Oz no fueron más que la demostración de que ha aprendido la lección y al tiempo la preparación de la opinión pública para la reciente afirmación a los cuatro vientos de que España apoya "total y absolutamente" a este país.
El ministro es uno de los firmantes de las cartas de apoyo a la candidatura de Yad Vashem al premio Príncipe de Asturias a la Concordia 2007. Entre los firmantes destacan los archiconocidos valedores de los derechos humanos, en especial de los que se niegan a los palestinos, Shimon Peres, Benjamin Netanyahu, Vicente Fox, Kofi Annan, Hillary Clinton e Israel Meir.
Con las acciones de estos faros del humanismo contemporáneo se podría llenar un museo de los horrores, con sala de torturas, testimonios de masacres, grabaciones de niños partidos en trozos por misiles, historias de familias enterradas vivas en sus casas al ser derribadas por excavadoras y otras muestras de concordia judeo-cristiana y tan principescas, que no es de extrañar que un señalado ministro del PSOE se muera de ganas de añadir su firma a las del grupo de proponentes al premio.
Aunque parece que a Aznar no le van mal las cosas, todo su dinero y sus amistades no le servirán para borrar su nombre de la lista de presidentes malditos, lugar donde tiene asegurado un elevado puesto a perpetuidad. Su partido, así como los diputados que aplaudían sus mentiras y sus bravuconadas en el Congreso de los Diputados, pasan -injustamente- algo más desapercibidos.
Moratinos prefiere la amistad de los sionistas a su buen nombre, allá él. El que quiera, que lo acompañe, pero no tiene derecho ni autoridad para embarcar a todos los españoles en una política ilegal y nefasta.
Lo que a día de hoy apenas resulta llamativo es que el PSOE imite sin pudor la política exterior del Partido Popular y diga en público que apoya totalmente a un Estado delincuente en sus políticas de extrema derecha. Lo que apenas sorprende es que ningún militante devuelva el carné del partido. Después del papel español en Líbano, ahora Israel ¿qué tal PSOI: Políticos Sometidos y Obedientes a Israel?
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