sábado, 26 de julio de 2008

Orobón Fernández: un anarquista unitario y pluralista.

...por Pepe Gutiérrez-Álvarez

Verdadero "enfant prodigue" del anarcosindicalismo, potencialmente la figura más formada intelectualmente de la CNT de su época. Rudolf Rocker describe así sus comienzos: "… Orobón conoció el movimiento libertario siendo un joven estudiante. Su padre pertenecía al PSOE, pero esto no le impidió confiar a Valeriano y a su hermano Pedro a la escuela libertaria de Valladolid, su ciudad, y en cuyos métodos de enseñanza se movían en la línea aproximada de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer…Cenetista desde los 14 años, es influenciado por Evelio Boal (1) y a los 18 años representa a la CNT de Valladolid en el Congreso de la Comedia (1919).

Su militantismo le lleva a ser constantemente perseguido y en 1924 es expulsado de Asturias marchando entonces al exilio parisino. En Francia se relaciona con Max Nettlau (que escribió sobre él: "El bravo español que me ha enviado —Rocker— es un individuo capaz y excelente. Posee el sentido histórico y comprende la "continuity of history"). En el exilio, Orobón se encarga de la Librería Internacional financiada por "Los Solidarios", dirige la revista Iberión y colabora en Les Temps Nouvelles; en 1926 es expulsado de Francia por participar en un mitin contra Primo de Rivera y la guerra de Marruecos, un capítulo en el que el movimiento obrero español no estuvo a la altura de las circunstancias.

Durante su estancia en Berlín, Orobón se asocia con Rocker y aprende el alemán —también el inglés y francés, de manera que traducirá a todos los extranjeros participantes en los congresos de la CNT a los que asiste—, se hace cargo de la secretaria española de la AIT y defiende la necesidad de un programa anarquista que integre la alternativa económica. Intenta volver a España en 1930, pero al ser detenido se exilia de nuevo. Volverá con la República iniciando un período de actividad incansable; atrae a la CNT madrileña a. algunos intelectuales (Eduardo de Guzmán, García Pradas, Cánovas Cervantes, etc); ofrece numerosas conferencias, en particular una famosa en el Ateneo de Madrid donde traza una línea teórica de la revolución que viene desde unos criterios unitarios, en línea con Eleuterio Quintanilla y los asturianos que, con José Mª Martínez al frente, cree imprescindible el frente único con la UGT, el PSOE e incluso los comunistas, en contradicción con la línea de "nosotros solos" que no percibe la radicalización de las bases y las juventudes socialistas.

El referente de Orobón es Alemania, y en la historia alemana, la República de los consejos Obreros debatiera en la que coinciden espartakistas, socialistas de izquierdas y anarquistas.

Su voz es ya conocida a comienzos de 1934. Es uno de los miembros del secretariado de la AIT, y uno de los intelectuales de la CNT más respetado. Pertenecía al grupo dirigente de la regional del Centro, empezó a poner sobre el papel sus conclusiones. Tal como decíamos más atrás, sus artículos reflejaban el pensamiento, también, de algunas otras figuras destacadas de la CNT, de los asturianos firmes partidarios desde 1917 del pacto con la UGT, y también de Vicente Ballester, uno de los portovoces de la regional andaluza, que había visto en su región los efectos de las repetidas y fracasadas insurrecciones; la última y la más trágica, la de Casas Viejas.

Desde comienzos de febrero de 1934, Orobón entrega a La Tierra, diario madrileño que sin ser cenetista defendía a esta central, un largo ensayo. Éste texto causó una profunda impresión. Aunque no lo reprodujeron los órganos cenetistas más difundidos, su contenido será pronto conocido en los medios más militantes de la CNT y de la FAI., cuyas idas sobre la socialdemocracia son tan sectarias como la de los comunistas estalinistas. Sus argumentos provocan muchas discusiones, porque, aunque en lenguaje y principios no rompe con el estilo cenetista, en la táctica que Orobón propone hay un esfuerzo de renovación que da alas a los sectores que perciben que la CNT pasa por una crisis y choca e indigna a quienes, negando esta crisis, defienden a ultranza su actuación “insurrecionalista” en los últimos años.

El ensayo, titulado Alianza revolucionaria, ¡SÍ! Oportunismo de bandería, ¡no!, Orobón Fernández asegura que la Alianza Obrera preconizada por el Bloc y por la Izquierda Comunista con el apoyo del sector “caballerista”, es ya, psicológicamente, un hecho. La democracia política había fracasado en España, y el país se polarizaba, con los socialistas marchando hacia la izquierda y la burguesía hacia el fascismo. Esta Alianza Obrera era, pues, el camino que conducía a la revolución y oponerse a aquélla equivalía a renunciar a ésta. Orobón reclamaba que los comunistas abandonaran su sectarismo y que los socialistas abandonaran su campaña de acusaciones infamantes contra la CNT. Recordemos que muchos socialistas reformistas y republicanos, aseguraban que había sido la campaña abstencionista de los anarquistas había sido subvencionada por las derechas o los radicales. Los socialistas, decía, debían además convencerse de que no era posible pasar de la revolución a la legalidad burguesa para volver a la revolución y luego de nuevo a la legalidad. Largo Caballero, para que se creyera en su posición revolucionaria, debía desplazar de la dirección del socialismo a quienes se oponían a la alianza del proletariado.

Está claro que existían no pocas diferencias entre marxistas y libertarios para que la Alianza pudiera hacerse sobre bases ideológicas abiertas. Estas se podrían crearla sobre una base neutral, puesto que, a juicio de Orobón, socialistas y comunistas confiaban excesivamente en la conquista del poder político como medio de hacer la revolución y no prestaban bastante atención al papel revolucionario que podían y debían desempeñar los sindicatos, que eran los verdaderos representantes de los trabajadores y debían ser los pilares de la sociedad futura. Pero justamente porque había esas diferencias y porque la situación era como era, precisaba llegar a una alianza de las fuerzas obreras. Decía a este respecto: ”Si cada tendencia se empeñase en mantener su propia declaración de principios como molde obligado de la alianza, ésta sería prácticamente imposible”…

Y añade “El acuerdo de carácter táctico es el que ofrece menos dificultades, ya que todos los sectores coinciden en apreciar la gravedad de las actuales circunstancias, y sólo habría que discutir y concretar detalles de modo y oportunidad”. Rememorando el ejemplo de los consejos obreros de Baviera en 1919, Orobón cree imprescindible una democracia proletaria revolucionaria y adelantada los puntos principales de lo que creía que podía ser una plataforma aceptable por todas las organizaciones obreras. Se trataba de cinco en total, y eran:

”Primero: Acuerdo sobre un plan táctico inequívocamente revolucionario que, excluyendo en absoluto toda política de colaboración con el régimen burgués, tienda a derribar éste con una rapidez no limitada más que por exigencias de carácter estratégico;

Segundo: Aceptación de la democracia obrera revolucionaria, es decir de la voluntad mayoritaria del proletariado, común denominador y factor determinante del nuevo orden de cosas;

Tercero: Socialización inmediata de los elementos de producción, transporte, comunicaciones, alojamiento y finanzas; reintegro de los parados al proceso productivo; orientación de la economía en el sentido de intensificar el rendimiento y elevar todo lo posible el nivel de vida del pueblo trabajador; implantación de un sistema de distribución rigurosamente equitativo; los productos dejan de ser mercancías para convertirse en bienes sociales; el trabajo es, en lo sucesivo, una actividad a todo el mundo y del cual emanan todos los derechos.

Cuarto: Las organizaciones municipales e industriales, federadas por ramas de actividad y confederadas nacionalmente, cuidarán del mantenimiento del principio de unidad en la estructuración de la economía.

Quinto: Todo órgano ejecutivo necesario para atender a otras actividades que las económicas estará controlado y será elegible y revocable por el pueblo.

Y finalmente añadía: “Estas bases son mucho más que una consigna. Representan un programa que recoge sistemáticamente las realizaciones susceptibles de dar médula social a una revolución”.

Detrás de esta inquietud, subyace la conciencia clara del "irresistible" ascenso del fascismo es fruto de la división obrera. En particular por la derrota de la poderosa clase obrera alemana dividida (entre socialdemócratas y estalinistas), reemprende con vigor la defensa de un frente único contra el fascismo: "La represión, escribe, con que se está diezmando a la CNT es un anticipo vergonzante y vergonzoso hecho al fascismo específico y una muestra elocuente de como los términos medios y las ponderaciones teóricas de la democracia burguesa se convierten fácilmente en extremos. A la hora de la lucha, los "demócratas" olvidan su filiación política y forman con arreglo a su formación de clase. Aprendan de este ejemplo los camaradas que, por purismos deleznables, se encandilan en la teoría de nosaltres sols. Para vencer el enemigo que se está acumulando frente al proletariado, es indispensable el bloque granítico de las fuerzas obreras. La fracción que vuelva la espalda a esta necesidad es culpable ante la Historia. Porque mil veces preferible a la derrota, que el aislamiento nos depararía, inevitablemente, es una victoria proletaria parcial que, sin ser patrimonio exclusivo de ninguna de las tendencias, realice de momento las aspiraciones mínimas coincidentes de todos los elementos pactantes: aspiraciones mininas que comienzan en la destrucción del capitalismo y la socialización de los medios de producción…".

Estas líneas ilustran de su coincidencia poderosa con la corriente que estaba auspiciando la Alianza Obrera —de la que Orobón fue firme partidario— y que sería abandonada por la CNT-FAI dando la espalda a la huelga general de 1934, y más tarde, oscilando entre el aislamiento y el circunstancialismo gubernamental. VOF se ganó la vida traduciendo y escribió Tragedia de España (1927) y La CNT y la revolución española, que fue prologada por Rafael J. Sender. Gravemente enfermo falleció a principios de 1936 en Madrid. Había nacido en Cistérniga, Valladolid, en 1901. Conociendo su apretada pero brillante trayectoria, leyendo ahora sus escritos, sus traducciones, así como la amplitud de sus inquietudes, Orobón nos recuerda bastante a otro gran libertario de la misma estirpe, Camillo Berneri, igualmente malogrado, e igualmente coincidente en los puntos de vista del conjunto de los movimientos y de una situación en la que los errores políticos tendrían un precio incalculable. Sobre su vida y su obra el lector interesado puede consultar el siguiente libro de José Luis Gutiérrez Molina: Valeriano Orobón Fernández. Anarcosindicalismo y revolución en Europa; Traducción textos en alemán: Felipe Orobón Martínez. Dirección y coordinación: Federación Local CGT Valladolid. Colabora: Comité Regional CGT Castilla-León. Edita: Libre Pensamiento, 302 págs,

Su estudio es recomendable siempre, pero quizás lo deba ser más ahora, cuando son más necesarias que nunca las voces unitarias y pluralistas, opuestas a los “patriotismos” de siglas y escuelas, y lo será tanto más para el año próximo, cuando tendremos que volver hablar largo y tendido sobre la crisis de 1934, la revolucón de Asturias, y todo lo demás.

Notas

— -1) Boal, Evelio, uno de los fundadores de la CNT de la que fue secretario general en 1919 (Valladolid, ?-Barcelona, 1921). Calificado por Buenacasa como el "científico de la organización". Desde muy joven residió en Barcelona. Siendo joven todavía, estudió y aceptó las ideas anarquistas. Apenas terminado su aprendizaje como tipógrafo, decidió dedicarse al teatro, para lo cual poseía vocación…"Trabajó en la compañía del famoso Espantaleón y abandonó una prometedora carrera teatral por sus ideas. En Barcelona trabajó como director del Grupo Artístico Teatral del Centro Obrero de la calle Mercader. Hombre irónico y bohemio, no fue considerado como idóneo para ocupar un cargo de tanta responsabilidad, pero luego se reveló como un notable organizador". Buenacasa llega a referirse a él como imprescindible, como el "único capaz de dar cima al trabajo desarrollado por él en el Comité Nacional". En 1908 formaba parte de la junta del Sindicato deI Arte de Imprimir, que impulsó la huelga contra el diario lerrouxista El Progreso. A continuación de la huelga general revolucionaria de agosto de 1917, representó su sindicato en el comité nacional de la CNT, donde, como primer secretario, se ocupará de la redacción de las actas, y de la correspondencia con Ia ejecutiva de la UGT. Su papel en las negociaciones de unidad con la UGT de cara a la huelga general de 1917 fue muy importante, por lo que luego fue criticado por los sectores más anarquistas de la organización.

En enero de 1919, en plena campaña represiva a causa de la huelga de la Canadiense, estuvo encarcelado en la Modelo, siendo liberado gracias a una petición colectiva de más de quinientos presos al capitán general de Cataluña, Milans del Bosch (¡vaya familia¡), en la que se hacía constar que Boal se encontraba gravemente enfermo de tuberculosis. En diciembre de 1919 será el artífice del congreso del Teatro de la Comedia de Madrid; participará activamente en el inicio de la discusión sobre la unidad sindical con la UGT, siendo confirmado como secretario general de la CNT. En septiembre de 1920 realiza un viaje a Madrid con Seguí y Salvador Quemades con la finalidad de firmar un pacto defensivo con la UGT y evitar más medidas represivas; en octubre de 1920 participa en el PIeno de las regionales celebrado en Barcelona que trató especialmente el pacto con la UGT que resultaría, en parte gracias a Boal, confirmado. Detenido durante los años del pistolerismo patronal en varias ocasiones, fue asesinado, víctima de la "ley de fugas" a principios de 1921 en la calle, al parecer el mismo día que en que salía libre de la última detención. Buenacasa le atribuye junto con el portugués Joaquín Souza la idea de la creación de la FAI, y lo define como "el verdadero científico de la organización".

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