La masa de información cuantitativa que pueden obtener las fuerzas represivas no sirve de mucho con el tiempo si no es reforzada y guiada con la información cualitativa que sólo se puede obtener tras analizar los datos que le llegan de los controles sociales, de los partidos y sindicatos reformistas, de otras instituciones típicas de la democracia-burguesa por reducida y autoritaria que sea. Gracias a este aluvión de análisis, el Estado puede mejorar su doctrina y sistema represivo, o desarrollar un nuevo paradigma represivo, con sus correspondientes estrategias y tácticas.
La mejor defensa contra el control, vigilancia y represión es la acción social de masas, de hecho esta es la única defensa, la única garantía existente de que el poder termine reduciendo sus golpes y hasta negociando. Pero la lucha contra el control social no es la única lucha que puede acabar con la explotación.
Siendo imprescindible es sólo una parte de la lucha revolucionaria en cuanto tal, sobre todo en la independentista. Que la acción radical de masas es decisiva en estas y en todas cuestiones queda demostrado por el hecho de que los mejores sistemas de control, vigilancia y represión han fracasado han intentar derrotar las luchas populares. Si el proceso entero de control fuera omnisciente, omnipresente y omnipotente, ahora mismo no estaríamos debatiendo sobre cómo vencerle. Un ejemplo de su debilidad es que estemos discutiendo sobre él, sobre las vigilancias y las represiones. Y debatir y teorizar colectivamente sobre la opresión es la mejor forma para acabar con ella mejorando la práctica de lucha. Por tanto, socialmente, la mejor defensa contra el control social es un permanente ataque ofensivo de masas.
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