La iglesia católica, cuyo director de marketing en la sucursal terrícola inició su carrera en las juventudes hitlerianas, sin que esto supusiese impedimento alguno para su elección en el cónclave, o junta general de accionistas, al contrario que ser mujer, o negro, circunstancias hasta la fecha incapacitantes, mete la cuchara ahora, tan inoportunamente como tiene por costumbre, en la “sopa” boliviana.
El arzobispo de Sucre, Jesús Pérez Rodríguez, en pía comunión de intereses con la oposición, ha hablado, o algo parecido. Ataca al gobierno del presidente Evo Morales, un indio, (al que probablemente nunca hubieran admitido en las juventudes hitlerianas) y del vicepresidente García Linera, señalado por sus enemigos, (¿ante quien?), como homosexual; en Auschwitz lo habrían marcado con un triángulo rosa al mismo tiempo que el papa trabajaba en el servicio de estrategia nazi, (Reichsarbeitsdienst). Heidegger, adherido al partido de Hitler en 1933, una de las mayores influencias filosóficas de Ratzinger, según sus biógrafos, no habría protestado. Indios, marxistas, trompetistas, matemáticos y homosexuales. Demasiado para el arzobispito, para su santidad, para el santo oficio; y para el occidente blanco, bienpensante y nazificado.
El arzobispito: "Tenemos que acostumbrarnos a vivir divididos, violentados porque lo que tenemos es un gobierno de confrontación". Haciendo amigos. Se le olvidó decir que es un gobierno salido de las urnas, con mayoría parlamentaria sobrada. Por mucho que le pese a la oposición, legal y legítimo. Menudencias para los arzobispos poco dados a respetar jerarquías terrenales pero dispuestos a montar una cruzada, trabuco en mano, a la primera oportunidad. No sería la primera vez.
El comandante en jefe de las fuerzas armadas bolivianas, Wilfredo Morales, acusa a los prefectos de la “media luna”, las regiones más ricas unidas contra Morales, (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando) de acudir a los cuarteles buscando “romper la democracia”. Viniendo de un militar de tan alta graduación es como para tomar nota. Ha habido llamamientos descarados a la intervención militar desde cargos públicos; por supuesto dando por descontado, los enemigos de los indígenas, que el ejército les sería favorable. De momento no.
Lo que si es favorable a los prefectos y su golpe de estado es la apatía, el desconocimiento y la indiferencia internacional. En el guión, escrito por la “comunidad” mundial (Bush, Ratzinger y Solana) ganan los buenos, blancos, a poder ser de ojos azules, y pierden los malos, los indios, como siempre. Esperemos que en Bolivia sepan improvisar. El final de la película está por ver. Puede que aparezcan, ante la agresión de los prefectos y sus mercenarios, “los ponchos rojos” que acompañaron a Morales en la ceremonia indígena de posesión. Querrá decir que la violencia se instala. Será la señal de que se han sublevado los prefectos apoyado por los arzobispos, los terratenientes y las potencias. Otra vez. ¿Sarkozy, Merkel y Gordon Brown abogarán por un “comité de no intervención”?
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