Es cierto que hace pocos días, un avión de la compañía aérea Spanair tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Gran Canaria, después de salir de Lanzarote con destino Madrid, aterrizaje que quedó camuflado con la excusa de “motivos de mantenimiento”, a pesar de que la torre de control, entendió que había un fallo en el motor de un Mcdonnell 82 (el mismo modelo del accidente de Madrid), y estableciera un protocolo de emergencia.
Es cierto que Spanair vive una situación conflictiva, que le ha llevado a presentar un plan de viabilidad incluido dentro de un expediente de regulación de empleo, que contempla la desaparición de más de mil empleos, con el único objetivo de eliminar costes salariales.
Es cierto que los buenos resultados obtenidos en los años de vacas gordas, no han sido utilizados para reinvertir en la flota de aviones, ni en crear nuevos puestos de trabajo, (al contrario: se han reducido), porque los beneficios han ido a parar a los bolsillos de los peces gordos.
Es cierto que la Dirección de Spanair ha estado amenazando y presionando constantemente al personal de vuelo, y al personal técnico para que se salten las normas, renuncien a sus días libres y sus vacaciones (especialmente en una época donde la escasa plantilla de trabajadores está bajo mínimos) y, como consecuencia, el mantenimiento de los aviones está siendo deficiente.
Es cierto que el diario británico The Times, ha publicado a toda página: “El caos de Spanair provoca 150 muertos”.
Pero no es menos cierto, que Spanair sólo es un eslabón de la cadena de empresas que, alborozadas, aplaudieron al Gobierno de turno (tanto monta, monta tanto...) que ha implementado sin cesar una demencial y fracasada política económica neoliberal que, además de traernos el inicio del corralito a casa, explota y recorta los derechos de los trabajadores, convirtiéndolos en semiesclavos.
El culpable hay que buscarlo en un sistema social bárbaro, donde el ser humano no cuenta para nada (a la vista está), y donde sólo se valora el mercado y la obtención del máximo beneficio a toda costa.
www.kaosenlared.net
Es cierto que Spanair vive una situación conflictiva, que le ha llevado a presentar un plan de viabilidad incluido dentro de un expediente de regulación de empleo, que contempla la desaparición de más de mil empleos, con el único objetivo de eliminar costes salariales.
Es cierto que los buenos resultados obtenidos en los años de vacas gordas, no han sido utilizados para reinvertir en la flota de aviones, ni en crear nuevos puestos de trabajo, (al contrario: se han reducido), porque los beneficios han ido a parar a los bolsillos de los peces gordos.
Es cierto que la Dirección de Spanair ha estado amenazando y presionando constantemente al personal de vuelo, y al personal técnico para que se salten las normas, renuncien a sus días libres y sus vacaciones (especialmente en una época donde la escasa plantilla de trabajadores está bajo mínimos) y, como consecuencia, el mantenimiento de los aviones está siendo deficiente.
Es cierto que el diario británico The Times, ha publicado a toda página: “El caos de Spanair provoca 150 muertos”.
Pero no es menos cierto, que Spanair sólo es un eslabón de la cadena de empresas que, alborozadas, aplaudieron al Gobierno de turno (tanto monta, monta tanto...) que ha implementado sin cesar una demencial y fracasada política económica neoliberal que, además de traernos el inicio del corralito a casa, explota y recorta los derechos de los trabajadores, convirtiéndolos en semiesclavos.
El culpable hay que buscarlo en un sistema social bárbaro, donde el ser humano no cuenta para nada (a la vista está), y donde sólo se valora el mercado y la obtención del máximo beneficio a toda costa.
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