Silvia Cattori: Durante la reunión del Comité Nacional por el Referéndum [1] que reunió en la tribuna a Jean-Pierre Chevènement y NicolasDupont-Aignan [2], usted pronunció unas palabras duras, unas palabras sorprendentes. Calificó de «alta traición de golpe de Estado» el hecho de que el presidente Sarkozy quiera ratificar el «tratado modificativo» por la vía parlamentaria. ¿Indica esto que Francia se encuentra en una situación de una gravedad excepcional y que no sólo se ven concernidos los ciudadanos franceses sino también los europeos? ¿Significa que se trata de un debate importante que debe dejar de lado las decisiones políticas?
Anne-Marie Le Pourhiet: Desde luego, se trata de un acto muy grave que demuestra claramente que las incesantes referencias de los tratados europeos a los valores democráticos son una hipocresía porque esta Europa tecnocrática y confiscadora sólo se puede hacer en contra la voluntad de los pueblos.
Europa es consustancialmente anti-democrática, nos la quieren imponer por la buenas o por las malas. Nosotros [los franceses] no somos el primer pueblo de cuya voluntad se han mofado, los irlandeses y los daneses también se han visto obligados a volver a votar hasta que han dicho sí.
Pero en nuestro caso el cinismo es mucho peor porque nos niegan incluso el derecho a volver a votar imponiéndonos una ratificación parlamentaria. Toda democracia, sea soberanista o federalista, debería levantarse contra semejante felonía.
Silvia Cattori: El 29 de mayo 2005 el pueblo francés rechazó el proyecto de constitución europea con un 55 % de votos. ¿ Desde entonces el proyecto no ha sido mejorado? ¿No se han suprimido las disposiciones de la Constitución Europea que eran el objeto de protesta?
Anne-Marie Le Pourhiet: Por supuesto que no. Sólo han quitado los términos de constitución y de ley, así como los símbolos (bandera, himno). No es algo anodino porque demuestra que los eurócratas han comprendido la motivación anti-federalista de los ciudadanos franceses, pero todo lo demás del tratado se encuentra en el nuevo texto.
El proceder que consiste en no integrar ya la Carta de Derechos Fundamentales en el propio tratado sino en conferirle un valor apremiante o incluso la sustitución de la referencia expresa a la primacía del derecho europeo por una mención de la jurisprudencia del Tribunal que plantea esta primacía, constituyen otras tantas supercherías destinadas a engañar a los ciudadanos y a burlarse de ellos.
La versión consolidada de los tratados tal como ha sido redactada bajo la dirección de un diputado francés y que consta de 281 páginas, demuestra hasta qué se ha copiado íntegramente punto el Tratado Constitucional. ¡Incluso la ridícula disposición del artículo III-121 del TCE sobre el «bienestar de los animales en tanto que seres sensibles» lo volvemos a encontrar en el artículo 13 del nuevo tratado sobre el funcionamiento de la Unión!
Dado que todas las disposiciones del TCE habían sido criticada a uno u otro título y que el «no» francés se refería a la integridad del texto, no vemos cómo el presidente Sarkozy podía pretender conservar los elementos «no contestados». Se trata de algo completamente arbitrario y dictatorial.
Silvia Cattori: ¿Cuáles son las disposiciones más importantes que por medio de este «mini-tratado» se han impuesto así a los franceses en contra de la voluntad que habían expresado?
Anne-Marie Le Pourhiet: En este tratado todo es muy importante. La designación del presidente de la Unión por dos años, la política extranjera y su ministro disfrazado a partir de ahora de «alto representante», la Carta de los Derechos Fundamentales tan alejada del espíritu de la Declaración de los Derechos Humanos y del Ciudadano de 1789 y, sobre todo, la extensión sin precedentes de la regla de la mayoría cualificada que acompaña a la supresión de los «pilares». La transferencia de soberanía es colosal.
Silvia Cattori: ¿Es verdad que se verán reforzados los poderes del Parlamento?
Anne-Marie Le Pourhiet: Es una ventaja muy insignificante en un sistema en el que la iniciativa legislativa es monopolizada por una comisión independiente de los gobiernos y, por consiguiente, de los parlamentos ante los que estos gobiernos son responsables.
El Consejo Constitucional francés no se ha equivocado al afirmar que el Parlamento de Estrasburgo no es «la emanación de la soberanía nacional». Conociendo, además, la composición mediocre y la organización ubuesca del Parlamento Europeo, el reforzamiento de su poder no es muy tranquilizador.
Silvia Cattori: ¿Cómo se explica que esta mayoría de franceses que había votado no a la Constitución [Europea] en 2005 haya votado sí a la elección de Sarkozy sabiendo que éste no tendría en cuenta aquel no al proyecto?
Anne-Marie Le Pourhiet: Por una parte, Sarkozy simplemente anunció un «mini-tratado» que se limitaría a «permitir a la Unión Europea funcionar» de tal modo que se podía imaginar una simple mejora de las reglas de voto en el Consejo; por otra parte, no se puede confundir la respuesta a una pregunta hecha en referendum y la opción de un candidato a una elección.
¿Cómo quiere usted que un elector de derecha, convencido además de que Ségolène Royal es una perfecta incompetente, pueda votarla simplemente porque promete (con la boca chica) un nuevo referendum, cuando ella también apoyó el «sí» a la Constitución Europea? Hace mucho tiempo que los socialistas franceses han hecho de Europa su fondo de comercio y lo menos que se puede decir es que ni Ségolène Royal ni François Bayrou podrían ser una alternativa creíble en este aspecto. Para muchos el voto a Sarkozy ha sido un voto por defecto.
Silvia Cattori: El jueves 13 de diciembre los jefes de Estado y de gobierno de los veintisiete países miembros de la Unión Europea firmaron el tratado. Sarkozy está determinado a hacerlo ratificar por la vía parlamentaria antes de finales de febrero. En su opinión, ¿qué podría hacer fracasar este «golpe de Estado»? ¿Qué medios tiene el pueblo francés de imponer la vía del referendum? ¿De qué modo el derecho constitucional puede todavía reconsiderar todo?
Anne-Marie Le Pourhiet: No tenemos ningún recurso jurídico porque la Constitución francesa no prohíbe, como la californiana, modificar una ley relativa a un referendum por medio de una ley parlamentaria. El Consejo Constitucional Francés tampoco ha hecho suya la jurisprudencia del Tribunal Constitucional italiano que impone un nuevo referendum para eludir la voluntad popular. Eventualmente, el Consejo Constitucional podría «constatar» que ambos tratados son prácticamente idénticos y «lamentar» que se ignore la voluntad popular, pero no puede sancionarla.
Por consiguiente, sólo nos queda contar o bien con la movilización popular, o bien con un rechazo parlamentario de la revisión constitucional. En efecto, el proyecto de revisión debe ser adoptado por una mayoría de las tres quintas partes de los sufragios expresados en el Congreso (reunión de la Asamblea Nacional y del Senado en Versailles).
Silvia Cattori: Si después de haberla discutido en la Asamblea Nacional y en el Senado la revisión constitucional es aprobada por las tres quintas partes de los sufragios expresados, ¿nada se podrá oponer ya al establecimiento de este tratado?
Anne-Marie Le Pourhiet: No. 60 diputados o 60 senadores todavía podrán diferir al Consejo Constitucional la ley autorizando la ratificación del tratado, pero no hay ninguna posibilidad de que el recurso tenga éxito.
Silvia Cattori: ¿Qué se ha previsto para salir del impasse en caso de sorpresa, en caso de que Irlanda rechace el tratado?
Anne-Marie Le Pourhiet: Seguramente, ¡hacer votar otra vez a los irlandeses!, ¡así va Europa!
Silvia Cattori: Si finalmente este tratado es impuesto y si, como afirma usted, en la manera de proceder hay «doble golpe de Estado», tanto Sarkozy como los jefes de Estado y de gobierno de los veintisiete países miembro de la Unión Europea ¿no tendrán acaso que explicarse tarde o temprano en relación a su «traición»?
Anne-Marie Le Pourhiet: Por lo que se refiere a Francia, el presidente Sarkozy tendrá que explicar muchas cosas. Pero la sanción electoral solo puede desempañar un papel cuando hay un candidato creíble, lo que todavía no es el caso en Francia. En todo caso, ¡en las elecciones municipales y legislativas sabremos acordarnos de los votos de nuestros parlamentarios!
Silvia Cattori: El 75 % de los ciudadanos europeos son favorables a un Referendum. Por consiguiente, ¿a los partidarios de éste les queda conseguir que el debate se abra y se amplíe cuanto antes a todos los países de la Unión Europea para denunciar esta denegación de la democracia?
Anne-Marie Le Pourhiet: La movilización ciudadana me parece indispensable, aunque sólo sea para poner en evidencia a los traidores.
[1] http://www.nousvoulonsunreferundum.eu/.
[2] Reunión celebrada el 2 de diciembre de 007 por un referéndum, en la Casa de la química de Paris, en presencia de un millar de participantes.
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