sábado, 19 de enero de 2008

Las Comunas de Green Mountain.

...por David Van Deusen

Desde 1965 hasta 1975 se estima que unas 100.000 personas jóvenes emigraron al norte a Green Mountains [las Montañas Verdes]; la mayoría simplemente pasó de largo. Sin embargo, muchos miles se quedaron. Estos recién llegados, la mayoría blancos, de entornos de clase entremezcladas y principalmente de las ciudades del este, compartían la comunalidad de ser parte de lo que se suele definir como la contra-cultura de los 60. Esta emigración juvenil culminó en la fundación de entre 50-100 comunas para 1970. Sus formas variaban; algunas se organizaron entorno a la política radical de izquierdas, otras entorno a la agricultura, muchas otras carecían de cualquier característica definitoria más allá de los vagos parámetros de la contracultura hippie. Lo que todas tenían en común, ya estuvieran articuladas individualmente o no, era el deseo de trascender la América convencional. Por tanto, la experimentación social como opuesto a la adhesión a las estructuras políticas-sociales-familiares se volvió la norma de la contracultura.

La primera oleada de comuneros llegó a Green Mountains a mediados de los 60. Para 1967 ya había un buen número de comunas establecidas, especialmente en la parte sudeste del estado. De estas, bastantes de sus miembros salían del Movimiento por los Derechos Civiles, y de la resistencia continuada a la guerra de Vietnam.

Robert Houriet, antiguo comunero y actual residente de Northeast Kingdom, recuerda, "El movimiento de las comunas comenzó con el Movimiento de los Derechos Civiles. Las Freedom Houses [Casas de la Libertad] en el sur fueron las incubadoras de las comunas... La gente continuaba viviendo en comunidad porque querían restaurar la comunidad más amplia del Movimiento de los Derechos Civiles".

Sin embargo, Houriet [que escribió Getting Back Together (Volviéndonos a juntar), un libro sobre las comunas en 1969] reconoce que esta primera oleada no trataba necesariamente de organizar Vermont -al menos no al principio. De hecho él entiende a estos primeros pioneros comunalistas como refugiados políticos que sufrían represión policial y "queme" político.

"La primera fase fue una escapada, pero era una escapada con un elemento utópico... El big bang llegó después de la Convención [Nacional Demócrata] de Chicago. La convención de Chicago [y los disturbios que la rodearon] fue el suceso vital en el que la gente se dió cuenta de que el movimiento político se había terminado -fracturado sin remedio. Puedes ir a los Weathermen o puedes ir a Vermont," nos dice Houriet.

Muchos de estos primeros emigrantes, un buen número de ellos eran miembros formales o aliados de los radicales Students for a Democratic Society (SDS), que buscaban refugio en estas montañas del norte. Era tiempo para la reflexión, la experimentació con drogas psicodélicas, y de evaluación de sus vidas personales y sociales. Pero no iba a tardar mucho en que las dos cosas ocurrieran. Primero, tras el 68 los emigrantes de la contracultura se convirtieron en inundación. Esta segunda oleada masiva llevó rapidamente a la formación de docenas de nuevas comunas, especialmente en el norte. Segundo, los viejos elementos SDS/políticos se dieron cuenta que cualquier intento de superar la alienación personal y económica estaba íntimamente vinculado con la comunidad exterior. Y de aquí, surgieron nuevos esfuerzos de organización política.

Una comuna, Red Clover, estuvo a la vanguardia de estos nuevos esfuerzos. Sus miembros, que incluían a John Douglas, Jane Kramer, Robert Kramer, y Roz Payne, comenzaron como un colectivo de contrainformación en Nueva York llamado Newsreel. Para 1969, este grupo, ahora trasplantado en Putney, formó una organización llamada Free Vermont. El objetivo de Free Vermont era, simplemente dar forma a una revolución popular en Green Mountains. Para hacer esto trabajaron para consolidar los elementos contraculturales recién llegados en la izquierda radical. En una escala más pequeña, y con resultados distintos, también quisieron radicalizar la población nativa. El análisis político de Free Vermont también defendía que los centros urbanos de los Estados Unidos estaban rozando la revuelta, especialmente las comunidades negras. En el caso de extenderse una insurrección urbana, era su idea que Vermont y otras zonas rurales, deberían estar preparadas para actuar como apoyo. Para este fin adquirieron armas de fuego como métodos de autodefensa. Pero adquirir armas no era considerado en sí mismo estratégico para Free Vermont. Se dieron cuenta de que para instigar una revolución significativa y socialista y para proveer el apoyo necesario a esta revolución, era necesario primero construir sus propias instituciones efectivas que a su vez darían a la izquierda contracultural unos medios de subsistencia y de producción no capitalistas (o al menos más participativos). Para crecer estas nuevos instituciones tomaron forma de cooperativas y colectividades de producción, de consumo y de servicios. Para atraer nueva gente a las cooperativas se esperaba que los posos culturales de individualismo y de autoritarismo podrían ser, en parte, reemplazados con un nuevo cooperativismo compatible con los principios básicos del socialismo.

Según Free Vermont comenzó a llegar a las comunas, pronto lanzaron un buen número de cooperativas por todo el estado. En Brattleboro abrieron un taller de coches gratuito (Liberation Garage) y gestionado por los trabajadores y un restaurante (el Common Ground). Iniciaron docenas de cooperativas de suministro de alimentos. En Burlington se formó una clínica libre. En el sur de Vermont se formó una escuela para niños colectiva llamada Red Paint. Se creó un Banco Popular en el que las comunas más ricas depositaban el dinero para que pudiera ser utilizado por comunas con menos recursos. Organizaron foros contra la guerra, grupos de mujeres, de asuntos ecológicos. Free Vermont también editó un periódico izquierdista que era distribuido a miles en los institutos y en las comunas a la vez. En el norte, donde muchas comunas tenían fines agrícolas, se formaron cooperativas de granja. Se trató de evitar los mercados capitalistas de Boston y Nueva York estableciendo un centro de distribución cooperativo. Los éxitos de estas empresas variaron, pero durante años, quizás entre 1969 y 1973, uno abría los ojos y casi podía ver una verdadera revolución cultural en el horizonte. Free Vermont, que sin embargo contaba con una base de activistas de no más de 100, atrajo pronto diez veces más este número; una fuerza considerable en un estado que en la época tenía una población total de menos de 400.000 personas.

John Douglas, cofundador de Free Vermont y actual residente de Charlotte, recuerda "[Nuestra meta era] la puta revolución! Free Vermont era... la organización global que habíamos montado... Viajábamos por todo Vermont contactando comunas y colectivos. Realmente estabamos por politizar el estado entorno a la [oposición a la] guerra [de Vietnam], entorno a las Panteras [Negras], [y] los Derechos Civiles."

Roz Payne, que más tarde iba a formar otra comuna de Free Vermont en Burlington llamada Green Mountain Red afirma, "Estábamos viviendo juntos y estábamos tratando de crear un mundo mejor juntos... Tratábamos de hacer cambios en nuestras vidas y en la política del mundo en cuanto al racismo, al imperialismo y el capitalismo."

Pero la historia de Free Vermont no es la historia completa. En Plainfield la comuna Maple Hill, que tenía tratos con Free Vermont pero no debería considerarse como parte de su entorno político, también tuvo su propio impacto en los alrededores.

Jim Higgins, antiguo residente de Maple Hill, y actualmente columista del Barre-Montpelier Times Argus, recuerda "[En 1971] me fui a formar la cooperativa Plainfield con unos cuantos de mis viejos comuneros... Uno de nuestros objetivos era traer a nuestra red cooperativa adultos locales. Fue un esfuerzo titánico llegar con nuestras ideas de prácticas de negocio cooperativo y comida ecológica y subertir el sistema a través de precios tremendamente bajos... Había muchas discusiones en la cooperativa sobre los productos que podíamos ofrecer para llenar el hueco, asi que decidimos mover productos no alimenticios como estufas de madera, motosierras, jarras, raquetas para la nieve, y eskíes; productos que generalmente interesan a los que tenemos alrededor y no están necesariamente interesados en arroz integral y soja. Esto ayudó un montón a romper las barreras sociales. Tenían que entrar en la cooperativa a comprar."

La experiencia de la comuna Maple Hill, también iba a jugar un papel activo en organizar manifestaciones y talleres contra el conflicto de Vietnam, no es distinto de las experiencias de docenas de otras comunas de todo el estado. En poco tiempo el movimiento de las comunas era una fuerza o al menos un punto de conversación en muchos pueblos pequeños de Vermont.

Internamente, un buen número, sino la mayoría, de las comunas trataron de romper las sutiles y no tan sutiles cadenas del sexismo. Generalmente (y como regla general en las comunas de Free Vermont), las decisiones se hacían democraticamente, por todos los miembros, se esperaba que los hombres trabajaran en casa, mientras las tareas tales como cortar leña también las hacían las mujeres. El cuidado de los niños estaba colectivizado y llevado a cabo por ambos sexos. Los encuentros políticos también incluían encuentros de mujeres. El Liberation Garage en Brattleboro que hacía clases de autoreparación de coches, estaba organizado por Jane Kramer, estaba especialmente orientado a enseñar a las mujeres cómo arreglar sus coches y camiones. En Burlington el colectivo Green Mountain Red fue básico en la apertura de una clínica de salud femenina gratuita (que hoy se ha fundido con Planned Parenthood [paternidad planificada] local). El colectivo Red Clover organizó un tour de performances que enseñaban y celebraban la historia de las mujeres.

En muchas formas, las comunas de Vermont, o al menos las más politizadas, no sufrieron la misma fractura que gran parte de la izquierda de EEUU sufrió cuando el feminismo fue por su camino a comienzos de los 70. Esto fue resultado de la génesis del movimiento Free Vermont. Free Vermont, estuvo esencialmente fundado por el colectivo Red Clover, que en sí mismo había nacido del colectivo Newsreel. Y aquí, el colectivo Newsreel ya reconocía los problemas del sexismo interno y encontró formas de corregir estas tendencias.

Roz Payne, considerado uno de los pesos pesados políticos del movimiento, añade, "Free Vermont era una actividad política que había conseguido organizar y politizar a todas las comunas [de Vermont]. Y éramos los que... saliendo del colectivo Newsreel, hablábamos de asuntos de mujeres desde el 67, 68, y el 69 cuando hacíamos películas en Nueva York y teníamos estas discusiones. '¿Porqué las mujeres sólo sujetan los micrófonos cuando todos los que sujetan las cámaras son hombres?' Entonces John Douglas consiguió cámaras para que las usaran las mujeres... Eran temas que habían salido antes. Así que ya habíamos tratado estos temas... Nunca me sentí oprimida en mi comuna por mujeres o por hombres."

Sin embargo, sus esfuerzos no resultaron totalmente perfectos. La comunera Lou Andrews, recuerda sus días en la comuna rural Frankin (que formaba parte del núcleo de Free Vermont) como un tiempo en el que se sentía mucho más liberada que en la sociedad convencional previa, pero que aún los hombres tenían una influencia desproporcionada en la dirección general de la comuna. En su opinión esta influencia era una fuerza subconsciente; que no estaba garantizara por un proceso formal, pero que existía de todas formas.

En cuanto a la división de tareas, Lou, que ahora vive en Burlington, recuerda su comuna como un cajón de sastre, pero uno que cae claramente más en la dirección de la igualdad sexual que del modelo tradicional nuclear. "Siempre fue una lucha que los hombres fregaran los platos... [Pero] todos cultivábamos. Hombres y mujeres enlatábamos la comuda. Hombres y mujeres montábamos los caballos. Y hombres y mujeres trabajábamos el azúcar, aunque los hombres eran principalmente lo que llamábamos "bomberos" que en la azucarera alimentaban el fuego del evaporador. Y esta era la clase de cosas de macho que pasaban. Porque ellos tenían que ser los cowboys (jajaja)"

Roz, actual residente de Richmond, Vermont, también recuerda que no todas las comunas estaban libres de las divisiones tradicionales de tareas en cuanto a sexo. "Te encontrabas alguna comuna más rural que las mujeres estaban en la cocina, y que los hombres estaban fuera haciendo cosas. Así que [Free Vermont] les hablaba sobre esto, y teníamos encuentros con las mujeres, un grupo comunal de mujeres que comenzara a discutir estas cosas que pasaban con otras personas."

Mientras Free Vermont buscaba construir relaciones equitativas en las comunas y una base de operaciones radicales en Green Mountains, no olvidó el segundo propósito. Según la contracultura local se organizaba mejor, se ofrecía ayuda al movimiento revolucionario urbano. En algunos casos los hijos de los Panteras Negras de las ciudades del este eran enviados al norte para asistir a la escuela colectiva Red Paint. Se ofreció apoyo político también. Un antiguo comunero (que permanecerá anónimo) recuerda que la primera dinamita proporcionada a la Weather Underground Organization [un grupo armado izquierdista que llevó a cabo 27 atentados con bomba entre 1969 y 1977, incluyendo el Capitolio y el Pentágono] vino de una cantera de granito en Barre. John Douglas, por su parte, dice que Free Vermont ayudó a establecer pisos francos para los Weathermen y los Panteras Negras que iban a la clandestinidad. También facilitaron cruces clandestinos de la frontera a Quebec. Pero estas actividades no se hacían sin pagar un precio. Las comunas de Free Vermont fueron asaltadas por la policía y el FBI. Se sabía que había informadores del gobierno en muchas zonas. Douglas habla de un encuentro al que asistión en la comuna Franklin (al norte del todo de Vermont) donde apareció un grupo de agentes federales haciéndose pasar por ciclistas que le ofrecieron granadas y dinamita. Douglas no aceptó. Esta vigilancia y acoso eventualmente llevó a una atmósfera permanente de paranoia y tensión. A su vez esta presión contribuyó al declive final del movimiento.

Aunque muchas de las comunas hippies se colapsaron debido a la falta de un enfoque u organización interna racional [ver Barry Laffan, Communal Organization and Social Transition, Peter Lang Publishing, New York, 1997] el declive de las comunas más abiertamente politizadas tiene más que ver con la represión política, con la desilusión (en tanto a que ni la insurrección local o urbana tuvo lugar), y una vez más en otra ronda de "quemes". Igual que se vieron incitados a abandonar las ciudades a finales de los 60, los comuneros radicales sentían una presión creciente, aunque de una forma más personalizada y difusa, para abandonar sus tierras comunales de cara a una nueva oleada de represión política y presiones interpersonales. Para 1976, siguiendo el fin de la guerra de Vietnam, menos de la mitad de las 100 comunas originales quedaban. Para 1980, todas excepto unas pocas se habían ido. Aunque muchos antiguos comuneros se quedaron en Vermont, y bastantes de las instituciones que fundaron continuaron, la tendencia general era abrumadoramente la de retornar de los modelos de vida y trabajo colectivos. En vez de eso volvieron a la vida hogareña privada, o a la familia nuclear tradicional. Las granjas cooperativas fueron reemplazadas por granjas privadas orgánicas. Las organizaciones agrícolas radicales, tales como la Northeast Organic Farmer Association (NOFA), se hundieron en un modesto reformismo. Las llamadas a la insurrección se oían menos, mientras las llamadas entorno al reformismo se hacían más altas. Mientras en 1970 el grito de batalla era por una nueva revolución social, el mantra de los 80 era por un congelamiento de los programas nucleares. En definitiva, según el movimiento comunero se iba rompiendo, y según sus participantes comenzaban a volver a una vida más individualista-tradicional, su política, aunque todavía de izquierda, se hacía más moderada.

Durante la fase de declive de la comuna Frankin es interesante ver las observaciones de Lou Andrew. Recuerda que cuando las dificultades de operar la granja cooperativa fueron desesperantes debido a un incendio serio de la casa, fueron los hombres los primeros en dejar la comuna, e incluso Vermont también. Por otro lado añade que las mujeres eran más aptas para tratar con las dificultades durante más tiempo, y finalmente para quedarse en Vermont. Andrews especula que la razón para esta dinámica es porque la mujer encuentró sus relaciones sociales y de poder en una estructura comunal más libres que las que habían vivido en la América convencional. Los hombres por otro lado, tenían un mundo ahí fuera dominado por hombres a donde volver donde tendrían los mismos derechos y privilegios que a menudo se negaban a las mujeres.

Al final el movimiento comunal no se desvaneció en el aire, ni todos los comuneros se marginaron de la vida social y política. El Vermont de hoy en día es inexcusablemente un producto de aquellos tiempos, de igual forma que es también producto de otras migraciones progresistas; ya sean los radicales que fueron al norte durante la Gran Depresión, los movimientos obreros anarquista y socialista traídos por inmigrantes italianos en 19000, o los campesinos granjeros [Green Mountain Boys] que llegaron a Vermont durante os 1760-1770. El movimiento de las comunas es sólo el último de estas etapas definitorias de la historia de Vermont, y sus epitafios y avaces son quizá más aparentes en su relativa novedad. El Bread & Puppet Theater (ahora considerado como la cima de la cultura de Vermont), las docenas de cooperativas de alimentos (quizás la zona con más número per cápita del mundo), una clínica libre en Burlington (que ahora emplea a 60 personas), bastantes negocios gestionados por sus trabajadores (como Common Ground en Brattleboro), el NOFA (y por extensión Rural Vermont que comenzó a partir de NOFA), y los incontables mercados granjeros son el resultado directo de la organización hecha por Free Vermont y los comuneros de los 60 y 70. Sin embargo, este legado auténtico puede quizás verse mejor a través de sus contribuciones más indirectas.

La difusión generacional de los valores básicos de los 60-70 de la contracultura ha resultado en que la izquierda está más arraigada en todos los rincones de Vermont haciendo del estado el más progresista del país; el único estado nunca visitado por el presidente G.W. Bush. En años recientes Vermont (población 600.000) ha liderado la nación en muchos asuntos importantes. La sanidad universal se garantiza a todos los niños (y continuará siendo así a pesar del debate sobre el Federal SCHIP), los fondos para una educación pública han sido socializados, las parejas gay tienen los mismos derechos civiles que las heterosexuales, y más del 70% de la gente se opuso firmemente a la guerra de Iraq (en el 2003 tresmil personas marcharon en la capital rural para oponerse a la guerra). Incluso el movimiento obrero organizado de Vermont está grandemente influido por el movimiento de las comunas.

En 1998 un grupo anarquista de Vermont central conocido como #10 Collective [miembos ellos mismos de la Love & Rage Revolutionary Anarchist Federation y bastante influidos por las enseñanzas políticas del radical de los 60 de Vermont Murray Bookchin] jugó un papel importante en la formación del Vermont Workers’ Center [Centro Obrero de Vermont]. Uno de los principales activistas de este colectivo era un joven llamado Jason Winston. Jason, como miles de vermonteses, era hijo de padres de la contracultura. Y hoy el Workers' Center, con una afiliación por encima de los 20.000, funciona como una gran coalición de los principales sindicatos de Vermont, así como de trabajadores individuales. Como tal el movimiento obrero de Vermont ha destacado en su oposición a la guerra actual, y en la lucha por el establecimiento de un sistema sanitario universal. Este hecho también puede entenderse como otra influencia directa del izquierdismo de los 60-70. En una palabra, esos comuneros que se quedaron, los que organizaron, aquellos que eventualmente se convirtieron en vecinos y amigos de miles de vermonteses obreros nativos, de hecho tuvieron su impacto en la opinión pública.

Electoralmente Vermont, a diferencia de la mayoría de los EEUU, reconoce cuantro partidos políticos principales. Aparte de los demócratas y los republicanos, también existe el ultraizquierdista Liberty Union Party. Este partido, que recibió el 5,7% del voto para el State Treasurer en el 2006, fue formado en los 70 como expresión electoral del movimiento de las comunas. Más allá del Liberty Union, también existe el Vermont Progressive Party de tendencia socialdemócrata. Los progresistas fueron formados por el antiguo miembro del Liberty Union Bernie Sanders (actualmente es el primer socialista en el senado de los EEUU) e incluye a muchos activistas y simpatizantes de la época de las comunas. Sanders ganó su primera elección en 1981, convirtiéndose en el alcalde socialista de Burlington. Formó la Progressive Coalition, antecesora del Progressive Party, poco después. Su victora era el resultado no sólo de ganarse el apoyo de los sindicatos clave, sino también del apoyo de los anteriores comuneros. Una comunera de la comuna Franklin, Barbara Nolfy, trabajaría en su administración como miembro del recién organizado Consejo de Mujeres de Burlington. Además, el portavoz del Progressive Party Anthony Polina (que ganó el 25% de los votos en la carrera para teniente-gobernador en 2002 y está considerando la carrera a gobernador para 2008) fue una vez organizador del aliado de la contracultura, NOFA. Ahora los Progresistas son el tercer partido más fuerte de la nación, con seis escaños en la asamblea del estado (con la cartera del House Agriculture Committee), la alcaldía de la ciudad más grande (Burlington, población: 39.000), varias concejalías del City Council, e incontables puestos en otros lugares.

Y una vez más, nuestro presente parece atestiguar una resurrección generacional del cooperativismo. En 2006, tras la enorme caida de los precios de la leche, Dairy Farmers of Vermont (cofundada por Anthony Polina) abrió una planta de procesamiento de leche gestionada por granjeros en Hardwick. Más en general, de los cuarenta negocios gestionados por sus trabajadores del estado (que emplean 2000 personas), el 10% están organizados como cooperativas democráticas. Desde la compañía de construcción Red House de Burlington, al colectivo informático Brattleboro Tech Collective, al popular Street Café de Langdon y la librería Black Sheep en Montpelier, las cooperativas de obreros y granjeros están una vez más al alza.

Pero igual que el movimiento de las comunas ha tenido su efecto en el viejo Vermont, el viejo Vermont también tuvo su efecto en los activistas e instituciones de la contracultura que sobrevivieron. Su larga tradición de democracia local a través de la Asamblea del pueblo ha encarrilado muchos de los esfuerzos de la izquierda que salió de las comunidades cerradas, y en estos ayuntamientos de democracia directa, es donde sus ideas se han extendido a la población. No debería sorprender que cientos de pueblos de Vermont hayan aprobado resoluciones contra la guerra, por el enjuiciamiento del presidente, contra los OMGs, y en apoyo de la sanidad universal. Y donde los viejjos cooperativistas han caido en prácticas de negocio más tradicionales, los sindicatos han estado ahí para organizar a los trabajadores [tal como la United Electrical Workers hizo en Hunger Mountain Co-op de Montpelier y con City Market de Burlington -ambas emplean muchos trabajadores de la zona]. En un sentido realista la relación entre el viejo Vermont y el Vermont de las comunas se ha hecho simbiótico: elementos de ambos llevaron al estado en una dirección más democrática y socialista.

Esta tendencia continua hacia la izquierda incluso puede observarse en las declaraciones de la Asamblea General del Estado y otros cuerpos de Vermont que se han reunidos en el parlamento de Montpelier. Presionados por las bases, en el 2007, el senado del estaod aprobó una resolución pidiendo el enjuiciamiento del presidente Bush, y tanto el parlamento como el senado aprobaron resoluciones pidiendo la retirada de Iraq. En 2003, el día que los EEUU invadieron Iraq, cientos de vermonteses se reunieron ante la State House (parlamento) donde aprobaron unánimemente resoluciones condenando los actos del gobierno federal como ilegales e inmorales. Y también en el 2006 más de 200 vermonteses se reunieron en la State House para discutir la posibilidad de secesión de los Estados Unidos (una causa ahora apoyada por el 13% de la población). Los antiguos comuneros de los 60-70 estaban indudablemente presentes en ambos eventos. Todas estas declaraciones, por muy simbólicas que puedan ser, señalan la trayectoria hacia la izquierda de la política en Vermont; trayectoria que, en parte, fue puesta en marcha por el movimiento comunero hace una generación.

El capítulo final del movimiento de las comunas en Vermont no puede escribirse hasta que la historia no revele si aquellos días de los 60 y 70 fueron una abrasión cultural, o un preludio de lo que está por llegar.

Para Robert Houriet el futuro, y por tanto el pasado, tienen una amarga promesa. "Estábamos por encima de la economía", dice Robert. "Tratábamos de volver a 1930 en un tiempo en el que la economía estaba boyante en términos de abundancia. Una falsa abundancia, como finalmente fue... [La victoria final del movimiento cooperativista] tendrá que ser económicamente determinada. La gente lo hará porque tendrá que hacerlo, porque elegirán hacer lo que es posible. Y lo que lo hace posible está [determinado] por el precio del petróleo cuando éste sea demasiado alto, cuando el precio del medioambiente sea demasiado alto para no hacerlo de esta forma. No por razones idealistas, sino porque no hay más remedio. El granjero [por ejemplo] sentirá el pinchazo...-No pueden lograr la mecanización, el almacenamiento, la distribución sin hacerlo cooperativamente. Así que el cooperativismo se hará eficiente. Será necesario adoptar métodos cooperativos."

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