domingo, 9 de diciembre de 2007

Los trapicheos de Juan Carlos de Borbón

Por su interés, reproducimos este artículo del columnista Jacobo Zabludovsky sobre la intervención del Rey Juan Carlos en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile y publicado recientemente en el diario mexicano El Universal:

"El Rey Juan Carlos le habló al presidente Vicente Fox pidiéndole una segunda oportunidad para la compañía española CAF, cuya propuesta de construir el tren suburbano Cuautitlán-Buenavista había sido descalificada por insolvencia técnica.

Más tardó el Rey en colgar su teléfono que en sonar el del secretario de Comunicaciones y Transportes y recibir instrucciones de Fox. Un contrato de 700 millones de dólares acababa de pegar la machincuepa.

Dos días antes, el 11 de agosto de 2005, se hizo la apertura de las ofertas, de acuerdo con el concurso para la licitación del tren. Los finalistas fueron la española CAF y la Alstom de Francia con los socios mexicanos ICA de Bernardo Quintana, Hermes de Carlos Hank Rhon e Inverse de Carlos Abedrop. El 87.5% era la participación mexicana. Se aceptó la oferta de Alstom. No sólo el Rey, también habló José Luis Rodríguez Zapatero para presionar en favor del grupo perdedor español. Como si no se hubiera hecho, se revisó de manera meticulosa la oferta ganadora de Alstom y se encontró, eureka, algún defecto técnico. Ahora, la propuesta fue descalificada. Como reintegro de consolación se le ofreció a Alstom tratar de revalidar su triunfo en un nuevo concurso con sólo 30 días de plazo. A estas alturas, CAF, el único competidor de los francomexicanos, que conocía ya la oferta económica de Alstom porque había sido pública, aprovechó esta ventaja y presentó una mucho más baja. Además, el gobierno español avaló el financiamiento de la operación, lo cual redujo las tasas de interés y le dio a CAF la oportunidad de presentar una oferta menor de tarifa. La concesión para construir y explotar el suburbano fue otorgada a la española CAF y a su socio minoritario mexicano, un transportista mexiquense. Hoy lunes 26 de noviembre, el tren que debió inaugurarse en octubre de 2006, lleva más de un año de retraso y se ignora para cuándo estará funcionando, tal vez hasta mediados del año próximo.

La historia viene a cuento en virtud del escándalo del “por qué no te callas” que el Rey le lanzó al presidente Hugo Chávez de Venezuela.

La monarquía es una activa gestora de negocios de particulares. Hace unos días, los príncipes de Asturias visitaron China (ABC, página13, martes 13) con el “objetivo de apoyar a las empresas españolas que intentan abrirse camino en este país lleno de oportunidad”.

Cuando el jefe de Estado se involucra en la defensa de intereses económicos, conducta perfectamente legal y respetable, corre el peligro de enfrentamientos que mucha gente no entiende y atribuye, con la ingenuidad propia de la ignorancia, a un mal momento de su majestad, reacción en favor de Aznar, respuesta a interrupciones imprudentes o a otras faltas mutuas de respeto.

Carlos Monsiváis reduce el incidente a una violación por parte del Rey al Manual de urbanidad y buenas maneras de Manuel Antonio Carreño. “No se me hace correcto que el Rey, por un mandato majestuoso, envíe a otro al silencio”. Mario Vargas Llosa dio una explicación jalada de los pelos, atribuyendo la frase real a la antigua lucha de la civilización representada por el Rey y la barbarie encarnada en Chávez. Carlos Fuentes redujo el mitote al agotamiento de la paciencia monárquica: “Ya era tiempo de callarlo”. Fernando SavaterPorfirio Muñoz Ledo piensa en una segunda transición: “… la invención de su nueva República”. A lo que llega un tapón de boca. El presidente venezolano insiste: “Al Rey le cuesta oírnos, porque tenía varias horas oyendo al indio Evo Morales, presidente de Bolivia, al indio maya Daniel Ortega, de Nicaragua y a mí, que soy caribe, somos tres indios ligados con negros, explotados durante 500 años de soberbia imperial. Discúlpese, señor, y dígame: 'Me equivoqué”'. excusa al Rey, “caldeado por el comportamiento provocativo de Chávez”.

Las posiciones se han polarizado sin matices ni texturas: el que está con el Rey está contra Chávez y viceversa, no hay términos medios. Si en esta columna le hago alguna observación al Rey por su frase no quiere decir que aplauda a Chávez, ni mucho menos. Creo que el Rey se expone a respuestas que lo irritan, que lo cabrean, como dirían sus paisanos. Tal vez se ha excedido en la defensa de los intereses materiales, pecuniarios, puramente lucrativos de los grandes consorcios energéticos, financieros, editoriales y de la construcción, para mencionar los principales rubros, frente a las nacientes corporaciones de los países latinoamericanos.

España es una potencia y cuando el Rey se convierte en gestor de sus empresas, se suman dos fuerzas que no tienen contrapeso en América Latina. Sufren las consecuencias los empresarios locales. Con frecuencia se ven obligados a vender, cerrar o quebrar. Se explica una reacción balbuceante, pero creciente en contra de esa actividad del Rey, cuya labor durante 30 años en el mundo de la cultura, de las artes, de la defensa del idioma y del estímulo a los personajes e instituciones del talento y la inteligencia, han sido la característica de un reinado de paz, de prosperidad y aún de unidad para España. Su presencia en el F-23 y su cercanía al pueblo en instantes críticos lo ubican como un notable jefe de Estado. No debemos olvidar la invaluable ayuda de la reina Sofía.

Tres décadas son lapso razonable para detenerse a valuar qué es de mayor importancia para la España de hoy. Si la gestión real a favor de los empresarios españoles o todo lo demás. Hay un desgaste que hace incompatible el ejercicio simultáneo de las dos funciones, la de alinearse con el dinero o la de acaudillar la patria lingüística de 400 millones de personas. En otras palabras: el Rey debe estar más cerca de los valores humanísticos que de los bursátiles.

Antes de que se me olvide: la gestión del Rey ante Fox para rescatar un negocio perdido se mantuvo en lo oscurito por razones obvias, hasta hoy que se divulga en esta columna".

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