sábado, 29 de diciembre de 2007

El tren de alta velocidad: otra experiencia de lucha de clases.

En el ordenamiento de las economías nacionales y supranacionales, el transporte adquiere una importancia estratégica. En las sociedades de alto consumo, parecen una pieza obligada las líneas para trenes de alta velocidad. Este tipo de trenes han llegado a convertirse en herramientas imprescindibles para los sectores acomodados, que han hecho del tiempo un bien muy preciado por escaso. Los trenes de alta velocidad se han convertido, también, en indicativo de la capacidad económica de las naciones ricas. Una sociedad que se precie de tener una alta renta per cápita tiene que demostrarlo contando con trenes de alta velocidad. Este tipo de trenes están estrechamente vinculados al capitalismo salvaje, ya que requieren de inversiones gigantescas para su trazado y para su mantenimiento.

Los trenes, además de requerir un ingente consumo de energía y recursos para su mantenimiento, son ferozmente agresivos con el medio. Sólo pueden mantener su alta velocidad, si arrasan todo lo que se les pone por delante: montañas, valles, ríos, explotaciones rurales... todo debe de sufrir las modificaciones que sean necesarias para que el trazado del tren garantice su alta velocidad en condiciones de seguridad.

El acuerdo intergubernamental que desenmascara a los gobiernos

El Gobierno Vasco, gestionado siempre por el neoliberalismo del Partido Nacionalista Vasco, no podía sustraerse a la fascinación de "un juguete" tan llamativo y caro pero, al mismo tiempo, tan lucrativo. El gobierno navarro, de la ultraderecha heredera de Franco, también tiene su parte del pastel, y las consejeras de transporte de ambos gobiernos pronto de dieron la mano (del negocio). Los intereses de las burguesías capitalistas que gobiernan en Madrid, Gasteiz e Iruñea son, en este punto, coincidentes. Madrid necesita reforzar su conexión de alta velocidad con Europa al precio que sea. Los Gobiernos vasco y navarro, desde su perspectiva neoliberal, también están muy interesados en ese proyecto. ¿Qué ventajas les reporta?: la perspectiva de gigantescas inversiones que beneficiarán a empresas vinculadas con los partidos políticos gobernantes; este macroproyecto reforzará la integración del País Vasco en el modelo de sociedad consumista que PNV y UPN están intentando reforzar; además de sus beneficios económicos, la sociedad vasco-navarra ganará en imagen de progreso (en clave capitalista) siendo ellos los artífices de la misma... ¿Y los graves perjuicios medioambientales y sociales? Debieran de ser precisamente los gobiernos quienes se preocuparan, en primera instancia, por salvaguardar los recursos naturales y sociales de su territorio. Pero las agresiones al medio, nunca han sido preocupación sustancial para los neoliberales que gestionan los gobiernos nacionales o locales. En este caso, ha ocurrido lo mismo. El acuerdo entre los tres Gobiernos se ha formalizado.

La contestación popular

El proyecto, al que se le conoce como la "Y vasca" ya que su trazado se asemeja a esa letra, comenzó a ser conocido en marzo de 1994, cuando se aprobó el Plan Director de Infraestructuras. Desde que se conoce dicho el proyecto, y sobre todo a medida que va tomando cuerpo el acuerdo alcanzado entre ambos gobiernos, hay sectores populares muy variados que demuestran su desacuerdo con el proyecto estrella: el trazado de tren de alta velocidad. La contestación popular ha experimentado un fuerte incremento a medida que e proyecto se ha ido consolidando y, sobre todo, desde que las obras se iniciaron de forma precipitada, y casi subrepticia. En la actualidad, las obras siguen un proceso muy acelerado para que se imponga el argumento de los hechos consumados.

Las razones que se alegan en contra del trazado son importantes:

Sobrecarga de infraestructuras de transporte en un país pequeño, que cuenta con poco espacio y que, el que tiene, está sobresaturado por la marea del cemento (grandes infraestructuras y construcciones masivas de viviendas con interés especulativo).
Agresiones muy fuertes e irreversibles a un entorno muy accidentado: necesidad de grandes túneles (que afectarán seriamente a muchos acuíferos hoy activos) y de grandes viaductos (que destrozarían el hábitat poblacional y productivo de esos bellos rincones naturales).
Problema añadido a una agricultura y ganadería que se encuentra con grandes dificultades para la supervivencia.
Obra faraónica que no va a responder a las necesidades reales de transporte de la población sino a intereses foráneos. Va a absorber ingentes masas de recursos económicos que tendrán que ser desviados de mejoras sociales.

Los grandes debates que suscita el proyecto

El intento de construir semejante obra ha provocado, de forma colateral importantes debates:

1.El modelo de transporte del que queremos dotarnos: La iniciativa ciudadana es consciente de que la sociedad debe de hacer frente a los nuevos retos. No se opone de forma ciega a la modernización de los transportes. Ofrece alternativa: el desarrollo del tren social del que hablaremos en otro Boletín.
2.El modelo de sociedad. Es el gran debate que hay de fondo: capitalismo salvaje o socialismo racionalizado. Neoliberalismo depredador o progreso racionalizado y solidario.
3.Despotismo ilustrado o democracia participativa. Los acuerdos intergubernamentales para salvaguardar el proyecto se han formalizado en el más absoluto oscurantismo. Acuerdos alcanzados por las camarillas de poder: gobernar para el pueblo pero sin el pueblo. A la sociedad se le ha negado información y se ha elegido la vía de los hechos consumados. Cuando la sociedad civil ha querido participar activamente en el debate se ha encontrado con la oposición cerrada de las instituciones que dicen representarle. Las Instituciones, supuestamente representativas de la voluntad popular, frente a la voluntad popular que ha está desbordando los cauces institucionales.
4.Debate social o conflicto de orden público. Los sectores sociales organizándos consideran su posicionamiento como un enriquecedor debate social. Los gestores de la "cosa nostra", que ven obstaculizados sus oscuros intereses, intentan que la confrontación dialéctica degenere en debate de orden público. Situación que, como acostumbran, debería de resolverse con la utilización de la violencia institucional para reprimir la disidencia. Enfrentamiento y represión que ya se está produciendo.

Frente a esta actitud represora y de violencia institucional, la creatividad popular está desarrollando su imaginación. Verdadera fuente de iniciativas para hacer frente a la prepotencia neoliberal. Abordaremos este tema en otro Boletín.
Euskal Herria, 27 de Diciembre de 2007.

www.askapena.org

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