El 17 de mayo, Dia internacional de lucha contra la homofobia y la transfobia, iniciativas reaccionarias y homófobas como la impulsada por Alianza Nacional confirmaron el largo camino que aún queda por andar en esta lucha contra la ignorancia, los fascismos de todo pelo y el miedo a lo diferente, al otro, que siguen produciendo manifestaciones de odio y desprecio dignas del oscurantismo más rancio y trasnochado. A continuación, publicamos un artículo de Sejo Carrascosa acerca de la sidafobia, nueva cara de la homofobia y de la pasividad institucional frente al desarrollo de una pandemia que sigue en auge.
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Cuando el 17 de mayo de 1990 la OMS decidió quitar la homosexualidad de la lista de enfermedades, la pandemia del Sida llevaba una década llenando los cementerios de hombres homosexuales. Tras diecisiete años el panorama, lamentablemente, no puede ser muy alentador.
Si bien el VIH, en los países occidentales, ha dejado ser un motivo de una muerte segura por los tratamientos antiretrovirales que se disponen en la actualidad, los datos sobre la transmisión del VIH en hombres que tienen sexo con hombres siguen creciendo. Según los pocos estudios fiables que se han realizado sobre este tema, se puede hablar con bastante rigor de que un 15% de la población homosexual vive con el VIH y que este porcentaje llega al 25% en grandes ciudades como Madrid o Barcelona; más claro: en las grandes ciudades y en los locales de ambiente o donde se practica sexo entre hombres podemos decir aproximadamente que uno de cinco gays son seropositivos al VIH y, si tenemos en cuenta la dificultad a declarar las practicas sexuales entre hombres por la homofobia existente, este porcentaje sería sensiblemente más alto. Estas tasas son comparables a las de África, donde todo el mundo sabe lo que representa y desgraciadamente representará, la pandemia del VIH-SIDA.
Y no parece que las administraciones se preocupen un ápice por ello, ya que los datos en la CAPV no son más halagüeños: de los 124 hombres infectados el año pasado el 54% lo era por mantener relaciones con otros hombres. Tras estos datos desoladores solo cabe plantearse qué actitud tienen las administraciones para luchar contra la transmisión del VIH en los hombres que tienen relaciones sexuales entre ellos.
Desde hace poco tiempo, el Plan Vasco contra el SIDA ha puesto en marcha un grupo de trabajo sobre VIH e infecciones de transmisión sexual, en el colectivo de hombres que tiene relaciones sexuales con hombres. Somos muchas las personas que esperamos que la implementación de las acciones que desde este grupo de trabajo salgan, cuenten con la voluntad política suficiente para lograr plantar cara a un problema que en un futuro no muy lejano puede llegar a ser catastrófico. Y cuando hablamos de voluntad política, no hablamos de deseos, ganas y aficiones, hablamos de los recursos, sobre todo los económicos, y de como se van a emplear; hablamos de cómo se entiende la prevención en hombres que tienen sexo con hombres, en cómo va a implicar a los propios interesados y también, de los diseños de las acciones a realizar: de su puesta en práctica y de su evaluación; hablamos pues de trabajo político, no de votos, ni sondeos de opinión.
Pero no podemos obviar de la responsabilidad a todas las administraciones, por que es imperdonable desconocer el hecho político de que si el VIH es, sin duda alguna, un problema de salud pública, la peculiaridad de sus formas de transmisión, hacen que, para su abordaje, sea necesaria la acción y colaboración de todos los estamentos sociales, desde los ayuntamientos a los colegios profesionales, desde los sindicatos a las asociaciones de madres y padres de alumnos, desde las diputaciones a las sociedades deportivas y gastrónomicas.
Pero también hay que exigir al colectivo gay en su extensión, a las asociaciones GLT, para que, desde la cercanía, trabajen los aspectos de salud sexual que nos son negados y ocultados, conculcando nuestros más elementales derechos: a la vida y a la salud, para que luchen contra esa forma de homofobia que es el estigma y la discriminación que causa vivir con el VIH; y al empresariado, que se lucra a costa del colectivo gay, para que se involucren en las acciones de prevención, como pasa en los países vecinos que en todos los lugares donde se producen relaciones sexuales hay material informativo, condones y lubricante, financiados por los mismos propietarios; sin embargo aquí nos vemos reducidos a carne homosexual (aunque sea por deseo y afición) para exprimir euros.
Tenemos que hablar de Sidafobia, como otra de las caras en las que se vertebra la homofobia. Como la del silencio que invisibiliza a las lesbianas, como la del bulling que atemoriza a las criaturas en el colegio, la de la incomprensión y desprecio que humilla a las personas transexuales, la de la tortura con la que se mutila a quien nace intersexual.
El VIH en los países ricos, no es una enfermedad mortal de necesidad, pero su encarnación en el cuerpo homosexual sigue nutriéndose de los mecanismos mas segregadores de la sociedad, por eso parar el SIDA es luchar contra la homofobia, caras todas de un desprecio que produce sufrimiento.
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Y si alguien le queda duda, sobre esa multitud de caras con las que la homofobia se encubre no se le puede dejar de incitar a ver la estupenda exposición realizada por EHGAM. Un claro ejemplo de por donde deberían trabajar las administraciones.
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Cuando el 17 de mayo de 1990 la OMS decidió quitar la homosexualidad de la lista de enfermedades, la pandemia del Sida llevaba una década llenando los cementerios de hombres homosexuales. Tras diecisiete años el panorama, lamentablemente, no puede ser muy alentador.
Si bien el VIH, en los países occidentales, ha dejado ser un motivo de una muerte segura por los tratamientos antiretrovirales que se disponen en la actualidad, los datos sobre la transmisión del VIH en hombres que tienen sexo con hombres siguen creciendo. Según los pocos estudios fiables que se han realizado sobre este tema, se puede hablar con bastante rigor de que un 15% de la población homosexual vive con el VIH y que este porcentaje llega al 25% en grandes ciudades como Madrid o Barcelona; más claro: en las grandes ciudades y en los locales de ambiente o donde se practica sexo entre hombres podemos decir aproximadamente que uno de cinco gays son seropositivos al VIH y, si tenemos en cuenta la dificultad a declarar las practicas sexuales entre hombres por la homofobia existente, este porcentaje sería sensiblemente más alto. Estas tasas son comparables a las de África, donde todo el mundo sabe lo que representa y desgraciadamente representará, la pandemia del VIH-SIDA.
Y no parece que las administraciones se preocupen un ápice por ello, ya que los datos en la CAPV no son más halagüeños: de los 124 hombres infectados el año pasado el 54% lo era por mantener relaciones con otros hombres. Tras estos datos desoladores solo cabe plantearse qué actitud tienen las administraciones para luchar contra la transmisión del VIH en los hombres que tienen relaciones sexuales entre ellos.
Desde hace poco tiempo, el Plan Vasco contra el SIDA ha puesto en marcha un grupo de trabajo sobre VIH e infecciones de transmisión sexual, en el colectivo de hombres que tiene relaciones sexuales con hombres. Somos muchas las personas que esperamos que la implementación de las acciones que desde este grupo de trabajo salgan, cuenten con la voluntad política suficiente para lograr plantar cara a un problema que en un futuro no muy lejano puede llegar a ser catastrófico. Y cuando hablamos de voluntad política, no hablamos de deseos, ganas y aficiones, hablamos de los recursos, sobre todo los económicos, y de como se van a emplear; hablamos de cómo se entiende la prevención en hombres que tienen sexo con hombres, en cómo va a implicar a los propios interesados y también, de los diseños de las acciones a realizar: de su puesta en práctica y de su evaluación; hablamos pues de trabajo político, no de votos, ni sondeos de opinión.
Pero no podemos obviar de la responsabilidad a todas las administraciones, por que es imperdonable desconocer el hecho político de que si el VIH es, sin duda alguna, un problema de salud pública, la peculiaridad de sus formas de transmisión, hacen que, para su abordaje, sea necesaria la acción y colaboración de todos los estamentos sociales, desde los ayuntamientos a los colegios profesionales, desde los sindicatos a las asociaciones de madres y padres de alumnos, desde las diputaciones a las sociedades deportivas y gastrónomicas.
Pero también hay que exigir al colectivo gay en su extensión, a las asociaciones GLT, para que, desde la cercanía, trabajen los aspectos de salud sexual que nos son negados y ocultados, conculcando nuestros más elementales derechos: a la vida y a la salud, para que luchen contra esa forma de homofobia que es el estigma y la discriminación que causa vivir con el VIH; y al empresariado, que se lucra a costa del colectivo gay, para que se involucren en las acciones de prevención, como pasa en los países vecinos que en todos los lugares donde se producen relaciones sexuales hay material informativo, condones y lubricante, financiados por los mismos propietarios; sin embargo aquí nos vemos reducidos a carne homosexual (aunque sea por deseo y afición) para exprimir euros.
Tenemos que hablar de Sidafobia, como otra de las caras en las que se vertebra la homofobia. Como la del silencio que invisibiliza a las lesbianas, como la del bulling que atemoriza a las criaturas en el colegio, la de la incomprensión y desprecio que humilla a las personas transexuales, la de la tortura con la que se mutila a quien nace intersexual.
El VIH en los países ricos, no es una enfermedad mortal de necesidad, pero su encarnación en el cuerpo homosexual sigue nutriéndose de los mecanismos mas segregadores de la sociedad, por eso parar el SIDA es luchar contra la homofobia, caras todas de un desprecio que produce sufrimiento.
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Y si alguien le queda duda, sobre esa multitud de caras con las que la homofobia se encubre no se le puede dejar de incitar a ver la estupenda exposición realizada por EHGAM. Un claro ejemplo de por donde deberían trabajar las administraciones.
lascarasdelahomofobia.blogspot.com
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