lunes, 26 de mayo de 2008

La tortura y la ficción.

...por Javier Ortiz

Son ganas (y muchas) de enredar. El Parlamento vasco no ha apoyado ninguna denuncia falsa de torturas. Lo que el Parlamento vasco ha constatado, porque es así, y no tiene vuelta de hoja, es que ningún gobierno español, ni éste, ni el anterior, ni ninguno de sus antepasados, ha aceptado jamás que en algunas comisarías y cuartelillos de España se producen torturas. Y no lo ha aceptado no ya cuando lo han señalado taxativamente los informes anuales de Amnistía Internacional, poco sospechosa de connivencia con ETA, ni cuando lo ha constatado el relator de la ONU, sino ni siquiera cuando los propios tribunales españoles han pronunciado sentencias firmes contra tales o cuales policías torturadores.

No sólo los agentes condenados han sido mantenidos en su empleo y se las han arreglado para no ingresar en prisión, sino que, en algunas ocasiones y para más recochineo, han sido condecorados. O ascendidos, como Rodríguez Galindo (astuta idea de Belloch). Pasó un corto periodo entre rejas, pero ya está también en la calle.

Claman con aire ofendido nuestros gobernantes y sus acólitos que hablar de torturas es hacer el juego a ETA. En primer lugar: las denuncias de torturas no se refieren sólo a miembros de ETA. Según los informes existentes, la mayoría de los malos tratos afectan a detenidos por presuntos delitos de derecho común. En segundo término: es el encubrimiento de las torturas lo que más beneficia a ETA, porque la rabia resultante nutre sus filas.

¿Quieren acabar de raíz con estas polémicas? Lo tienen fácil. Legislen que todos los interrogatorios sean grabados en vídeo y que sólo lo grabado y firmado por el detenido pueda ser remitido al juez correspondiente.

¿No les dice nada que haya habido detenidos que se han confesado autores de crímenes que luego se ha sabido que habían sido cometidos por otros? A lo peor fueron sutilmente animados a ello. En tiempos del franquismo se decía: “Tras un hábil interrogatorio…”. Pregunten en la Audiencia Nacional: allí sí que lo saben, aunque no les guste hablar de ello.

Es todo un juego de imposturas y ficciones. Aquí hay mucha gente que engaña, pero nadie se engaña.

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