domingo, 24 de agosto de 2008

Guerra en el Cáucaso.

09/08/08

Guerra abierta entre Rusia y Georgia

Una vez más el militarismo capitalista asoma su sangriento rostro. Otra guerra en Europa. Si la rivalidad entre las multinacionales de Francia y EEUU para hacerse con el control de las materias primas en la región africana de los Grandes Lagos originó una sangrienta masacre hace años en esa zona, ahora el patrón se vuelve a repetir. Osetia del Sur es zona de paso obligatorio para los oleoductos que exportan el petróleo caucásico. Nuevamente dos potencias se disputan el control de esta área. Por un lado Rusia, azuzando el independentismo surosetio y llenando la región separatista de “fuerzas de paz”, como las denomina Putin, y por el otro lado EEUU, estrecho aliado de Georgia. Ojalá este nuevo conflicto sirva para que las adormecidas sociedades occidentales se den cuenta de que los ejércitos, por muchos fuegos que apaguen últimamente, existen para la guerra, y la guerra existe a su vez para que alguien se llene los bolsillos.

Carros de combate de Georgia entran en la región separatista de Osetia del Sur

El general Marat Kulejmátov, comandante de la fuerzas de paz rusas destacadas en Osetia del Sur, afirmó hoy que fuerzas blindadas georgianas han entrado en Tsjinvali, la capital de la región separatista.

EFE

"Hay carros de combate georgianos en Tsjinvali. Hay combates encarnizados por toda la ciudad", dijo el militar ruso en conversación telefónica con Efe.

El alcalde de Tiflis, Guergui Ugulava, afirmó que las tropas georgianas controlan ya el "70 por ciento de Tsjinvali y las aldeas aledañas".

"Abriremos un corredor para que todos puedan salir de Tsjinvali.

A aquellos que empuñan las armas les proponemos deponerlas y les garantizamos su seguridad", dijo Ugulava a la cadena de televisión Rustavi-2.

Según el alcalde, para la evacuación de la ciudad las fuerzas georgianas impondrán un alto el fuego unilateral entre las 15.00 y las 18.00 horas (11.00 y 14.00 GMT, respectivamente).

Datos relevantes de Osetia del Sur

Osetia del Sur, escenario hoy de cruentos combates entre tropas osetas y georgianas, es un territorio en el Cáucaso Sur que oficialmente forma parte de Georgia y limita al norte con Osetia del Norte, república integrada en la Federación de Rusia.

La región, cuya capital es Tsjinvali, tiene una extensión de 3.900 kilómetros cuadrados y una población de 82.000 habitantes, de los que 58.000 son osetas y 22.000 georgianos.

El líder suroseta es desde el 6 de diciembre de 2001 Eduard Kokoiti.

El toponímico de Osetia del Sur (o Alta Osetia) aparece por primera vez en la literatura militar rusa del siglo XIX y se refería entonces a las zonas montañosas de las regiones históricas georgianas de Racha, Imereti y, sobre todo, Shida Kartli, con gran presencia de población de origen oseta que emigró del Cáucaso Norte.

En 1922, Joseph Stalin convierte a Osetia del Sur en Región Autónoma de la República Socialista Soviética de Georgia y le añade la llanura adyacente, con la ciudad de Tsjinvali, habitada principalmente por georgianos.

El 10 de noviembre de 1989 el Congreso de Diputados Populares de la región proclama su conversión en República Autónoma (dentro de Georgia), decisión que el Parlamento de Georgia declara anticonstitucional.

El 20 de septiembre de 1990 los diputados locales proclaman la soberanía y la creación de la República de Osetia del Sur. En respuesta, el 10 de diciembre del mismo año el Parlamento de Georgia declara abolida la autonomía de Osetia del Sur.

Al día siguiente, estallan los enfrentamientos y se producen las primeras tres víctimas mortales, tras lo cual Georgia impone el estado de excepción en la zona.

A comienzos de enero de 1991 destacamentos de la Guardia Nacional intentan entrar en Tsjinvali y se enfrentan a la defensa de las milicias osetas, lo que da inicio a una guerra que en dos años causó unos 2.000 muertos y el éxodo de 4.000 personas.

Los separatistas proclaman su propósito de unirse a Osetia del Norte y, por tanto, a Rusia

El 19 de enero de 1992, la mayoría de los habitantes de Osetia del Sur votó a favor de su incorporación a Rusia, tras lo cual empezaron a recibir ayuda desde el Norte, de donde llegaron combatientes, además de otras regiones de Rusia.

En 1992 las fuerzas georgianas, reforzadas con carros de combate y artillería de las tropas de la desaparecida URSS, cercan y bombardean la ciudad y logran entrar en sus arrabales.

Las hostilidades cesan tras la firma en Dagomis (balneario en la costa rusa del mar Negro) de un acuerdo entre Rusia y Georgia, por el cual a partir del 14 de julio de 1992 en la zona se desplegarían fuerzas de paz.

La presencia de estas fuerzas no impidió que el régimen separatista formara unas Fuerzas Armadas equiparables a las de Georgia.

Parte del territorio de lo que fue la región autónoma de Osetia del Sur (entre el 30 y 40 por ciento), habitado por georgianos, sigue bajo control de las autoridades de Georgia y el resto, dirigido por las autoridades independentistas, aboga por la unión a la Federación de Rusia.

El 10 de noviembre de 1996, en la parte osetia, se celebraron elecciones presidenciales, pese a las protestas de Tiflis.

El triunfo fue para el ex presidente del Legislativo Liudwig Chibirov (65 por ciento de los votos), seguido de su principal rival, el jefe del Ejecutivo Viacheslav Gabarayev (25 por ciento de los votos).

Las autoridades surosetas convocaron un referéndum de independencia el 12 de noviembre de 2006

El 99 por ciento de la población local votó a favor de la independencia, aunque Tiflis no reconoció la validez de la consulta popular.

Dos semanas después de que Kosovo declarara su independencia, el Parlamento de Osetia del Sur pidió a la ONU, la Unión Europea (UE), la postsoviética Comunidad de Estados Independientes y Rusia que reconocieran su independencia.

A principios de agosto, la región es escenario de intensos combates entre tropas surosetas y georgianas, que dejan seis muertos y un número indeterminado de heridos.

Eduard Kokoiti fue elegido presidente de la autoproclamada república, nunca reconocida por la comunidad internacional, el 6 de diciembre de 2001 con el 53 por ciento de los votos.

El líder suroseta fue reelegido en noviembre de 2006, consulta que coincidió con el referéndum de independencia, con más del 96 por ciento de los votos a favor.

Georgia abre un corredor para evacuar civiles

Georgia anunció hoy la apertura de un corredor para permitir a mujeres y niños abandonar la capital de la región secesionista de Osetia del Sur, Tsjinvali, que está asediada por las fuerzas georgianas.

REUTERS/EP

Georgia se está "preparando para abrir un corredor para mujeres, niños y todos los ciudadanos pacíficos que quieran abandonar Tsjinvali", señaló el alcalde de Tiblisi, Gigi Ugulava, citado por la televisión georgiana.

El comandante de las fuerzas de paz rusas desplegadas en Osetia del Sur, Marat Kulakhmetov, había informado previamente de que las tropas georgianas han irrumpido en el centro de Tsjinvali. "Los combates se están realizando en el centro de la ciudad", confirmó el comandante desde la capital de Osetia a Reuters. Horas antes, el presidente georgiano, Mijail Saakashvili, había asegurado que sus soldados habían tomado el control de la "mayor parte" de Tsjinvali.

Entretanto, el anuncio de la apertura de un corredor por parte de Georgia coincide con el llamamiento del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) a todas las partes a que abran un "corredor humanitario" que permita la evacuación de los heridos en combate.

"Pedimos la apertura de un corredor humanitario que permita a las ambulancias evacuar a las personas heridas y a las civiles ser evacuados de la zona de conflicto", señaló la portavoz del CICR, Anna Nelson, desde Ginebra.

"Pedimos a todas las partes que respeten el derecho internacional humanitario y no ataquen a civiles y garanticen que las instalaciones médicas y el transporte médico puede tratar a los heridos si fuera necesario", añadió.

El organismo internacional expresó su preocupación por la escalada de violencia y llamó a todas las partes a distinguir entre civiles y los que están participando directamente en las hostilidades. "Se trata de una situación en la que las ambulancias no pueden moverse. Los hospitales están al parecer desbordados y las intervenciones quirúrgicas se están realizando en los pasillos", denunció Nelson.

"La gente se está escondiendo en sus sótanos sin electricidad, ni comunicaciones ni acceso a los servicios básicos", remachó.

Tsjinvali está bajo ´pleno control´ del Ejército georgiano

Las tropas georgianas han tomado Tsjinvali, capital de la región separatista de Osetia del Sur, anunció hoy el ministro de Reintegración de Georgia, Temur Yakobashvili.

EFE

"Con absoluta responsabilidad puedo declarar que controlamos Tsjinvali plenamente", aseguró el ministro a la prensa.

Añadió que "las baterías de misiles y los pilotos georgianos derribaron cuatro aviones rusos", que sobrevolaban territorio georgiano.

Por su parte, el general Marat Kulajmétov, comandante de la fuerzas de paz rusas destacadas en Osetia del Sur, dijo en conversación telefónica con Efe que Tsjinvali ha quedado "prácticamente destruida", debido a los bombardeos georgianos.

El secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Georgia, Alexandr Lomaya, dio de plazo a los separatistas de Osetia del Sur hasta las 18.00 hora local (14.00 GMT) para cesar el fuego y deponer las armas.

Mientras, el Ministerio de Defensa de Rusia envió refuerzos a Osetia del Sur para apoyar a las tropas de paz de su país y defender a los ciudadanos rusos que viven en la región, casi la totalidad de los osetas.

Testigos en la frontera dijeron a la agencia RIA-Nóvosti que la columna que cruzó el túnel de Rog, que une la república rusa de Osetia de Norte con Osetia del Sur, la integran más de un centenar de carros de combate, blindados y piezas de artillería autopropulsadas.

Rusia niega que haya guerra y Georgia pide ayuda internacional

La reunión extraordinaria de la OSCE, celebrada de urgencia esta tarde en Viena, reflejó las posiciones contrarias de Moscú, que asegura que no está en guerra con Georgia, como así denuncia Tiflis, que a su vez ha pedido ayuda a la comunidad internacional.

EFE

Esto es lo que se desprende de las declaraciones a la prensa por parte de algunos delegados que participaron en la sesión a puerta cerrada del Consejo Permanente de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).

La reunión concluyó unas dos horas después de iniciarse, pero los portavoces de la organización habían advertido ya antes de su inicio de que no se preveía rueda de prensa ni comunicado oficial sobre su resultado.

Al salir del encuentro, el jefe de la misión permanente de Rusia ante la OSCE, Vladimir Voronkov, aseguró: "Esto no es ningún conflicto entre Rusia y Georgia, es algo que rechazo categóricamente".

Afirmó que Moscú mantiene su propósito de enviar sólo 500 soldados rusos a la región georgiana de Osetia del Sur, como parte de las tropas internacionales de paz que se encuentran estacionadas allí desde 1992.

Según Voronkov, Rusia no ha enviado más tropas ni tanques a la zona en conflicto.

Pero el representante georgiano, Victor Dolidze, acusó a Rusia de apoyar militarmente a los separatistas de la conflictiva región y dijo que espera que la comunidad internacional presione sobre Moscú para conseguir el fin de la "intervención".

"Georgia se encuentra en una situación de defensa propia", señaló Dolidze, y negó que su ejército haya desplegado una ofensiva militar en la secesionista provincia de Osetia del Sur: "no es una acción militar, es una operación anti-criminal, para proteger a nuestros civiles pacíficos, tanto georgianos como osetios", insistió.

Según fuentes diplomáticas citadas por la agencia austríaca APA, en la sesión a puerta cerrada el delegado georgiano denunció que el territorio de su país estaba siendo bombardeado desde la madrugada de este viernes.

"¿Si esto no es guerra, qué es?", planteó al plenario Dolidze, según las fuentes.

Pero Voronkov replicó que "la historia es diferente" y acusó a Tiflis de haber destruido por completo ocho aldeas en la región.

Según el texto de su discurso, que trascendió oficiosamente a la prensa, el delegado ruso acusó a Tiflis de desarrollar una "estrategia de tierra quemada" en la zona y advirtió que Moscú no abandonará a su suerte a los ciudadanos de Osetia del Sur ni a las fuerzas de paz estacionadas en la región.

Además, responsabilizó también a la política de Washington, al resaltar que el Kremlin ve "un factor internacional" en la escalada del conflicto desatada hoy.

"La situación es el resultado de una política de apaciguamiento de determinados Estados que abastecen a Georgia con armas (...), entre ellos, también los Estados Unidos", afirmó Voronkov.

Por su parte, EEUU, de acuerdo al discurso de la misión permanente de ese país ante la OSCE filtrado a la prensa, destacó su apoyo a la "soberanía e integridad territorial de Georgia".

"Estamos muy preocupados sobre los informes que relatan que un gran número de tropas y tanques rusos están pasando el túnel de Roki, en violación de la soberanía e integridad de Georgia", señaló la representación estadounidense.

La OSCE es una organización de 56 países, incluidos Georgia y Rusia, que en principio adopta decisiones por consenso.

www.nodo50.org/tortuga

10/08/08

Tensiones entre EE.UU. y Rusia hacen erupción en el Cáucaso

Tensiones que han estado escalando hace tiempo entre Rusia y la antigua república soviética de Georgia hicieron erupción en una guerra hecha y derecha este viernes, causando la muerte de cientos si no miles de civiles y convirtiendo a miles más en refugiados, obligados a huir para salvar sus vidas.

El foco inmediato de los combates es el intento de Georgia de controlar por la fuerza militar el enclave de Osetia del Sur, que ha existido como una entidad independiente de facto durante los últimos 16 años, y la intervención armada de Rusia para rechazar dicho asalto.

Tras esta confrontación militar, sin embargo, hay conflictos más amplios. Alimenta la sangrienta confrontación en Osetia del Sur el impulso del imperialismo de EE.UU. por establecer su hegemonía sobre los vastos recursos energéticos de Asia Central y del Cáucaso mediante la imposición del poder militar estadounidense en la región. La elite gobernante rusa, por su parte, trata de reafirmar su dominio sobre una región que fue gobernada por Moscú durante dos siglos antes de la disolución de la Unión Soviética en 1991.

Esta amarga rivalidad entre Washington y Moscú – las dos mayores potencias nucleares del mundo – presta a los combates en el Cáucaso un carácter particularmente explosivo y peligroso. Las tensiones entre los dos países han sido exacerbadas en el último tiempo por el impulso del gobierno de Bush por incorporar a Georgia en la OTAN, una iniciativa que Moscú considera como parte del intento de establecer un cerco militar alrededor de Rusia.

El régimen respaldado por EE.UU. del presidente Mikheil Saakashvili envió masivas unidades militares a Osetia del Sur el jueves por la mañana, después de afirmar que fuerzas militares de Osetia del Sur habían bombardeado aldeas georgianas, violando supuestamente un cese al fuego unilateral declarado por Tbilisi.

Aunque el régimen georgiano afirmó inicialmente que estaba realizando una “reacción conmensurable,” quedó en claro rápidamente que había lanzado una ofensiva militar total orientada a conquistar la región. Utilizando artillería, tanques, lanzacohetes montados en camiones y aviones de guerra, los militares georgianos cercaron la capital surosetia de Tsjinvali.

Según informes, gran parte de la ciudad se encontraba en llamas el viernes. El edificio del parlamento regional fue totalmente quemado, la universidad estaba en fuego y el principal hospital de la ciudad había sido puesto fuera de funciones por el bombardeo. La Cruz Roja Internacional informó que las ambulancias no podían llegar a los heridos.

“Como resultado de muchas horas de cañoneo por cañones pesados, la ciudad ha sido prácticamente destruida,” dijo al servicio noticioso ruso Interfax, Marat Kulakhmetov comandante de los soldados de mantenimiento de la paz rusos en el territorio.

Eduard Kokoity, el líder surosetio, estimó tarde el viernes que más de 1.400 civiles habían sido muertos en el ataque militar georgiano.

“Vi cuerpos yaciendo en las calles, alrededor de edificios arruinados, en coches,” dijo a Associated Press Lyudmila Ostayeva, de 50 años, antes de huir de la ciudad con su familia a una aldea cercana a la frontera rusa. “Es imposible contarlos ahora. No queda casi ningún edificio que no haya sido dañado.”

El ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, acusó a Georgia de utilizar masiva violencia con el objetivo de obligar a la población osetia a huir. “Estamos recibiendo informes de que se está realizando una política de limpieza étnica en aldeas de Osetia del Sur, la cantidad de refugiados se acrecienta, el pánico aumenta, la gente trata de salvar sus vidas,” dijo Lavrov.

Según Moscú, entre los muertos hay diez soldados de mantenimiento de la paz rusos, mientras otros treinta fueron heridos en el bombardeo de sus barracones por las fuerzas georgianas. Los soldados fueron desplegados en el área como parte de un acuerdo al que se llegó entre Moscú, Tbilisi y Osetia del Sur para terminar los combates que estallaron después de la disolución de la Unión Soviética y el intento subsiguiente de los pueblos de Osetia del Sur y de Abjazia de separarse de Georgia. Los habitantes en ambas regiones temían que el recién independizado régimen georgiano aboliría su estatus autónomo.

Desde entonces, sin embargo, Tbilisi ha acusado a las tropas rusas de respaldar a las fuerzas surosetias.

Rusia consideró que las muertes de sus soldados y las víctimas civiles justificaban el envío de una columna de tanques y de infantería a Osetia del Sur, donde se han involucrado en feroces combates con unidades georgianas por el control de Tsjinvali.

“De acuerdo con la constitución y la ley federal, yo, como presidente de Rusia, estoy obligado a proteger las vidas y la dignidad de ciudadanos rusos dondequiera se encuentren,” dijo el presidente ruso Dmitry Medvedev a una reunión de su consejo de seguridad en el Kremlin. “No permitiremos que la muerte de nuestros compatriotas quede sin castigo.”

Mientras tanto, autoridades georgianas acusaron a aviones rusos de atacar las bases militares del país, aeropuertos y el principal puerto del Mar Negro, Poti, tarde el viernes y temprano el sábado, matando a algunos civiles. Se informa que bombas cayeron sobre la capital, Tbilisi, y en el área del oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan.

“Todo el día de ayer, han estado bombardeando Georgia desde numerosos aviones, atacando específicamente a la población civil, y tenemos numerosos heridos y muertos entre la población civil en todo el país,” declaró Saakashvili a la red noticiosa estadounidense, CNN.

Saakashvili anunció que había llamado a las filas a las reservas del país, mientras fuentes en Georgia dijeron que se espera que anuncie la imposición de la ley marcial.

Parecería que no se escogió por casualidad el momento de la incursión georgiana, en un día en el que la atención del mundo estaba concentrada en la apertura de los Juegos Olímpicos en Beijing, donde están presentes tanto el primer ministro ruso Vladimir Putin como el presidente de EE.UU. George Bush.

Saakashvili, sin embargo, sugirió que fue Rusia la que había elegido la fecha, calificándola de un “momento brillante para atacar a un pequeño país” y acusando que la rápida reacción de los militares rusos evidenciaba los preparativos de Moscú para una intervención.

El presidente georgiano declaró que su país “mira con esperanza” hacia EE.UU. La confrontación armada con Rusia, afirmó, “ya no tiene que ver con Georgia. Tiene que ver con EE.UU., sus valores... EE.UU. defiende a las naciones amantes de la libertad y las apoya. Es lo que representa EE.UU.”

Bajo el gobierno de Bush, EE.UU. ha tratado de forjar vínculos estrechos con Georgia, particularmente desde que la “Revolución Rosa” respaldada por EE.UU. allanó el camino para el ascenso al poder de Saakashvili.

El principal interés del imperialismo de EE.UU. en Georgia es para que sirva de cabecera de puente en la Cuenca del Caspio rica en petróleo y gas y como ruta estratégica de tránsito para canalizar suministros de energía de la región, circunvalando Rusia.

Para consolidar sus lazos con el régimen georgiano, Washington ha suministrado cientos de millones de dólares en ayuda militar, mientras enviaba grandes cantidad de militares de EE.UU. para entrenar a las crecientes fuerzas armadas del país.

Las tropas georgianas, mientras tanto, representan el tercer contingente por su tamaño que participa en la ocupación estadounidense de Iraq, ascendiendo a unos 2.000 soldados. Tbilisi indicó el viernes que buscaría ayuda de EE.UU. para llevar de vuelta a por lo menos 1.000 de esos soldados para que participen en los combates en Osetia del Sur.

Lavrov, ministro de exteriores ruso, aludió al apoyo militar de EE.UU. para Georgia, declarando: “Ahora vemos que Georgia ha encontrado un uso para esas armas y para las fuerzas especiales que fueron entrenadas con la ayuda a instructores internacionales.” Agregó: “Pienso que nuestros colegas europeos y estadounidenses... debieran comprender lo que está sucediendo. Y espero sinceramente que llegarán a las conclusiones correctas.”

El mes pasado, la Secretaria de Estado de EE.UU., Condoleezza Rice realizó una provocadora visita a Tbilisi, denunciando a Rusia y reiterando el respaldo de EE.UU. para la membresía en la OTAN de Georgia. Los aliados de Washington en la OTAN en Europa Occidental, sin embargo, han recibido la propuesta con frialdad, viéndola como una provocación innecesaria contra Rusia, de la que dependen para suministros de energía.

No se sabe si durante su visita Rice dio una luz verde explícita para la intervención en Osetia del Sur, o si el régimen georgiano sintió que la demostración de apoyo de EE.UU. le daba la seguridad del apoyo de Washington para una acción militar semejante.

Después del ataque del viernes, Washington no llegó a suministrar un apoyo explícito a la acción georgiana, pero ha dejado en claro que respalda la posición de su Estado cliente en el Cáucaso.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no apoyó una resolución respaldada por Rusia para terminar con los combates debido a la oposición de Washington a una cláusula que llama a todas las partes a “renunciar al uso de la fuerza.” La implicación evidente es que EE.UU. respalda el derecho de Georgia a realizar una acción militar.

La Secretaria de Estado Rice, publicó una declaración en la que condena efectivamente a Rusia, mientras suministra una justificación tácita para la intervención de Georgia. “Llamamos a Rusia a cesar los ataques contra Georgia con aviones y misiles, a respetar la integridad territorial de Georgia, y a retirar sus fuerzas de combate terrestre de suelo georgiano,” dijo. “Subrayamos el apoyo de la comunidad internacional para la soberanía y la integridad territorial de Georgia dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas.”

El estallido de la guerra en el Cáucaso es el producto final de la política cada vez más agresiva del imperialismo de EE.UU. después de la disolución de la URSS hace casi 17 años. Washington ha manipulado sistemáticamente conflictos nacionales en la región para impulsar su propio objetivo de hegemonía militar y económica. Esto comenzó con las sangrientas guerras en la antigua Yugoslavia.

Todos los argumentos utilizados por Washington para justificar su apoyo a Bosnia y Kosovo y su ataque militar contra Serbia durante las guerras de los Balcanes de los años noventa podrían ser empleados con la misma efectividad para condenar la intervención de Georgia y defender a Osetia del Sur, así como la intervención de Rusia a su favor.

En este caso, sin embargo, Washington a elevado la “integridad territorial” de Georgia a un principio supremo en el conflicto, justificando efectivamente la intervención militar de Georgia y un ataque contra la población rusa de la provincia que Moscú ha estigmatizado como “limpieza étnica.”

La contradicción evidente entre estas dos políticas solo subraya el hecho de que la supuesta aversión del imperialismo de EE.UU. a la limpieza étnica y a la supresión de enclaves étnicos depende enteramente de quién la hace y de si sirve o no los intereses estratégicos de EE.UU.

Existe un vínculo directo entre esta última guerra y las libradas por EE.UU. en los Balcanes. En febrero, EE.UU. y Occidente reconocieron la “independencia” de Kosovo, sobre la base de su secesión unilateral de Serbia, en violación directa de varias resoluciones de Naciones Unidas. El objetivo al respaldar esa secesión – como en su apoyo para la represión de entidades secesionistas similares en Georgia – fue impulsar los planes militares de EE.UU. para cercar a Rusia y asegurar rutas de acceso a la Cuenca del Caspio.

En los prolegómenos para la declaración unilateral de independencia de Kosovo, Moscú había advertido repetidamente que establecería un precedente para acciones similares por parte de otros territorios en la antigua URSS – Abjazia y Osetia del Sur, en particular. Como corolario, el régimen ruso aumentó su apoyo para ambos territorios.

Ahora, el estallido de la guerra en Osetia del Sur plantea la amenaza de una conflagración regional que puede llevar a las dos mayores potencias con armas nucleares del mundo, EE.UU. y Rusia, a una confrontación militar directa, con los inmensos peligros que un conflicto semejante posa para la humanidad.

www.rebelion.org

10/08/08

Osetia del sur, un nudo en mitad del Cáucaso

Osetia del Sur ha sobrevivido los últimos dieciséis años gracias a la ayuda de Rusia. Pero también a la de una compleja red de carreteras y puestos de control que mantenía a ambas comunidades, georgianos y osetos, aislados entre sí. Mientras se cierne la sombra de una guerra total entre Rusia y Georgia, el hasta ahora «statu quo» de Osetia del Sur parece haber llegado a su fin.

Nos vamos todos al norte, a Vladikavkaz», decía en conversación telefónica Zarina S. ayer. A varias otras llamadas contestó un robot, la versión rusófona de «el número al que usted llama está fuera de cobertura en este momento». A pesar de lo impersonal, no es una mala respuesta ya que el sujeto en cuestión podría encontrarse en algún lugar montañoso cerca de Roki, el paso de montaña a 3.000 metros de altura que conecta a las dos Osetias, o en uno de los refugios bajo tierra en los que se esconden los que todavía no han podido huir de TskhinvalI. Las llamadas más preocupantes son aquellas que, una y otra vez, quedan sin respuesta.

«Nos hemos cruzado con muchos tanques rusos y brigadistas de Osetia del norte», continuaba Zarina, funcionaria hasta hace apenas dos días del gobierno de facto de Osetia del sur. «Nos vamos sabiendo que volveremos pronto, aunque a la vuelta no encontremos nuestra casa en pie». Al igual que el resto de los miles de refugiados que espera acoger ACNUR en el norte, Zarina huye por la carretera by pass construida por los osetios con ayuda rusa. Por ella llegan hoy los refuerzos, pero también lo han hecho durante los últimos años los alimentos, el dinero de las pensiones o los universitarios que estudian en Vladikavkaz, la capital de la hermana del norte, entre otros. Así ha sido desde que Osetia del sur proclamara su independencia de Georgia hace 16 años.

A diferencia de Abjasia y Nagorno Karabaj, las otras repúblicas secesionistas del Cáucaso, Osetia del sur dista mucho de ser un territorio étnicamente compacto. Tbilisi todavía mantiene el control de pequeñas zonas dentro del territorio a pesar de que ninguna de ellas tiene contacto físico con suelo georgiano. Dicho control se ha mantenido durante los últimos años gracias a un complejo sistema de checkpoints: osetos a un lado, georgianos al otro, y rusos entre medio. Por si fuera poco, cada comunidad ha construido sus propias carreteras, un complejo sistema que Lana Parastaeva, periodista local de Tskhinval, explicaba hace unos meses:

«Los georgianos tienen su carretera al este de Osetia que les comunica con Tbilissi, mientras que los osetos han hecho lo propio al oeste del país para mantener el tráfico fluido con Osetia del norte por el paso de Roki. Nosotros dependemos única y exclusivamente de ese paso de montaña; sin Roki, Osetia del Sur no existiría», contaba Parastaeva sobre un mapa que exhibía la «Gran Osetia» (norte y sur juntas).

La ruta al oeste es la que está siendo colapsada estos días por refugiados, brigadistas y armamento pesado. Y es que la antigua carretera Tbilissi-Moscú, justo en el centro de la república, atraviesa pueblos de ambas comunidades, por lo que hace tiempo que dejó de ser una opción viable de transporte.

No conformes con la división territorial, osetos y georgianos se rigen por diferentes husos horarios, incluso dentro de los límites de la república. La hora varía según el lado del checkpoint en el que nos encontremos. Así las cosas, las balas que se disparen desde la parte oseta tardarán un poquito más de una hora en recorrer apenas 100 metros.

Batalla por las almas y los corazones

Hasta el intenso bombardeo nocturno llevado a cabo por los georgianos durante la noche del pasado 7 de agosto, Tbilisi había hecho uso de otras «armas», siempre en aras de solucionar, a su manera, este conflicto estancado.

El este año reelegido presidente Mikhail Saajashvili había estado inyectando grandes sumas de dinero en los pueblos bajo su control. Los osetos veían cómo, al otro lado del checkpoint, se construían salas de cine, gimnasios, e incluso parques de atracciones como en Tamarasheni, localidad bajo control georgiano «a tiro de bala» de la Avenida Stalin, la arteria principal de Tskhinvali. «Con nosotros viviréis mejor», era el mensaje que pretendía transmitir Saajashvili a los «irreductibles» osetos mediante la «batalla por las almas y los corazones», en sus propias palabras. La «ofensiva pacífica» tuvo su punto más álgido el pasado otoño durante un concierto de Marcia Barret. La antigua integrante de Boney M reconoció «no saber demasiado sobre lo que ocurría en Osetia del Sur», pero aseguró sentirse «encantada de participar en un concierto por la paz». Miles de georgianos se acercaron por su «carretera mono étnica» para disfrutar de un concierto cuyos sones retumbarían después en las calles vacías de Tskhinvali.

Los bombardeos masivos de estos últimos días apuntan a que Tbilissi prefiere ahora invertir su dinero en armamento antes que en parques de atracciones o conciertos.

Réquiem por Khetagurovo

Un cementerio da la entrada a Khetagurovo, un pequeño pueblo oseto a apenas 12 kilómetros de Tskhinval, la capital de esta república al borde de la desaparición. Está repleto de tumbas de basalto con la imagen grabada del difunto: de uniforme con un kalashnikov en la mano, junto a su Lada o simplemente un rostro obtenido de una antigua fotografía en blanco y negro. Junto a él se alza una iglesia, desproporcionadamente grande para este pueblo que no llega a los 1.000 habitantes. Las inscripciones grabadas en kartuli (alfabeto georgiano) en sus robustos muros han intentado ser borradas pero su construcción sigue delatando su origen inequívocamente georgiano. Siguiendo la única carretera de Khetagurovo se encuentra el «centro»: una tienda, la única de esta localidad, donde los locales compran botellas de vodka y cerveza para bebérsela después en la calle. La mayoría son desempleados o jubilados, pero todos portan un pasaporte ruso que les da derecho a cobrar una pensión de unos 3.000 rublos (80 euros) que les permite sobrevivir.

También hay una escuela en Khetagurovo, la «número 1» por ser la única. De no ser por el himno y la bandera osetas en sus pasillos, nada parece haber cambiado en ella en los últimos 50 años. Fotografías de los héroes de la «Gran Guerra Patriótica», que es como se llama a la Segunda Guerra Mundial en el mundo postsoviético; estrellas rojas y un inmenso lienzo desde el que Stalin mira desafiante a todo aquel que circula por sus pasillos de tarimas lastimeras. Ninguno de los niños que estudian aquí ha conocido los tiempos soviéticos más que de oídas, pero todos aprenden en la escuela que, a pesar de tener una madre georgiana, el padre de Stalin era un oseto. Según dicen, su apellido, Djugashvili, no es más que una versión «georgianizada» de Djugaev, el nombre de un conocido clan oseto.

El único rastro militar en esta pequeña localidad es el monolito a los héroes de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, Khetagurovo fue víctima de un intenso ataque de cohetes y morteros desde la georgiana y vecina Avnevi el pasado viernes. El odio entre estas dos comunidades cuyo único fruto común parece haber sido engendrar a Stalin es grande. Khetagurovo no es más que el primero de muchos.

¿Quienes son los osetas?

Los osetas se consideran a sí mismos descendientes de los antiguos alanos, pueblo de jinetes que se extendió por prácticamente toda Europa, hasta Galicia, así como por el norte de África. Los osetos rondan hoy los 600.000 de los que la mayoría viven hoy en Osetia del Norte, dentro de la federación rusa. A pesar de su localización caucásica, este pueblo ha conservado su lengua indoeuropea, pariente del kurdo y el farsi, que escriben en alfabeto cirílico. La mayoría de los osetos son cristianos ortodoxos aunque existe una importante comunidad de confesión islámica sunita en Osetia del Norte. En cualquier caso, y al igual que en el resto del Cáucaso, la presencia del animismo o paganismo es aún latente en muchos de sus ritos y tradiciones.

Los osetos se concentran hoy en una pequeña región del Cáucaso pero es extenso el rastro que dejaron por toda Europa en forma de topónimos. Sólo en el Estado francés encontramos 30 de ellos como Alençon, Allaines o Allainvile. Asimismo podemos citar Alenque en Portugal o el antropónimo Ala, del que deriva el francés y vasco Alain.

El conflicto podría provocar el estallido en cascada del avispero caucásico

Si Occidente se tienta la ropa antes de implicarse seriamente con sus aliados georgianos en el conflicto, tampoco parece del interés de Rusia ir más allá de una operación de castigo y de restitución del statu quo vigente hasta la medianoche del jueves en Osetia del Sur. A Moscú le interesa que persista una Georgia inestable por ambos flancos, el abjaso y el oseto, con vistas a obstaculizar sine die las ansias atlantistas y prooccidentales de las actuales élites en el poder en Tbilissi.

Pero el Kremlin mira de reojo la explosiva situación en el Cáucaso Norte. La república de Daguestán, crisol de pueblos, es escenario de ataques islamistas frecuentes contra los ocupantes rusos y sus colaboradores nativos.

Tras dos años de vacío informativo, la resistencia de Chechenia ha recobrado bríos en las últimas semanas y el manido control de la situación por parte de Moscú es puramente nominal, ya que el poder está en manos de un clan local, el de Kadirov, en el que aparecen cada vez más grietas.

Pero donde la situación es más explosiva es en Ingushetia, república vecina y hermana de Chechenia. Gobernada con mano dura por el pro-ruso Murat Ziazikov, esta república es escenario de un levantamiento armado de corte islamista. Moscú acusa a Georgia de estar detrás de esta situación.

Y es que los ingushes son enemigos declarados de Osetia del Norte, a cuyos habitantes acusan de haberse apropiado de territorio ingush de Prigorodni aprovechando la deportación ordenada por Stalin tras la Segunda Guerra Mundial y que se cebó en las poblaciones de Chechenia e Ingushetia.

Sabido es que tocar una pieza del magma de pueblos que conforman el Cáucaso puede llevar aparejado un peligroso efecto dominó.

Karlos Zurutuza

www.gara.net

11/08/08

Osetia del Sur: otra guerra con olor a crudo

Nos encontramos ante otro conflicto internacional, en el que el verdadero castigado es la población civil, el de la guerra en Osetia del Sur entre georgianos, y osetios y rusos. Este conflicto se sitúa en una región geoestratégica a nivel petrolero y, el reparto de alianzas a nivel internacional, también parece tener como trasfondo la guerra de Iraq y el conflicto latente iraní.

Durante los últimos días las tropas georgianas han entrado en Osetia del Sur rompiendo el alto el fuego de 1992. Como respuesta a esta actuación el ejército ruso ha entrado también en Osetia, además de bombardeado territorio georgiano. Ecologistas en Acción condena por igual al gobierno georgiano y al de la Federación rusa, las guerras solo sirven para defender intereses economicos y siempre la perjudicada es la población civil.

Ecologistas en Acción considera que, para entender este conflicto, es fundamental seguir el rastro petrolero del mismo.

Por una parte, por Georgia pasa el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan (BTC), que entró en funcionamiento hace tan solo 2 años. Este oleoducto es el único que viene de la zona del Cáucaso y no atraviesa territorio ruso, significando un ataque contra la hegemonía del gigante euroasiático en esa zona. De este modo, el ataque de Rusia sobre Georgia perseguiría debilitar dicho país, al tiempo que lanza un aviso a navegantes en ese territorio. Probablemente Rusia no se atreva a invadir Georgia para controlar dicho oleoducto, porque este acto contaría con una respuesta de Estados Unidos, apoyado por la Unión Europea.

La reacción de Estados Unidos respondería a los lazos que, con el gigante americano, ha ido realizando Georgia. Unos lazos que tienen que ver mucho con el petróleo. Georgia tenía desplegados 2000 soldados en Iraq en apoyo a la invasión estadounidense para controlar el crudo iraquí. Una cifra muy por encima de las capacidades y el peso internacional de este pequeño país. Además el oleoducto BTC ha sido puesto en marcha por petroleras occidentales, entre las que destacan British Petroleum (británica) y Chevron y Conoco-Philisps (estadounidenses). De este modo Georgia es considerada por Estados Unidos y la Unión Europea como su principal aliado en esta zona clave en la geopolítica petrolera.

Sin embargo Estados Unidos (ni mucho menos la Unión Europea) van a pasar de las palabras a los hechos. Esto se debe a que necesitan el apoyo de Rusia en su intento de parar los planes nucleares iraníes, una zona con mayores reservas de crudo que el Cáucaso y, por lo tanto, de mayor prioridad. Además, es probable que se haya producido una negociación bajo cuerda para que el ataque de Rusia no suponga la destrucción del oleoducto BTC, ni su control por parte de dicha potencia.

Haciendo un repaso de los lugares en los que existen conflictos en el mundo y superponiendo este mapa con el de las reservas petroleras, se puede observar que la coincidencia es tremenda: Colombia, Venezuela, Bolivia, Darfur, Iraq, Palestina, Georgia....

Para la organización ecologista, este conflicto vuelve a plantear la hipocresía de los estados más poderosos cuando defienden posturas nacionalistas: dependiendo de que país se trata apoyan los intereses separatistas o todo lo contrario. Occidente pone el grito en el cielo cuando Oestia del Sur plantea separase de Georgia pero defiende a Kosova en sus posturas independentistas. A la par Rusia apoya a Osetia del Sur cuando antes criticaba la postura de Kosoa. Les dan igual los intereses de los pueblos, sólo estan por apoyar sus intereses económicos.

A juicio de Ecologistas en Acción, los conflictos por el control del petróleo no harán sino aumentar conforme este recurso se vaya haciendo más escaso. De este modo, no sólo por sus tremendos impactos ambientales, sino también por las guerras por su control y todo el sufrimiento y destrucción que causan, es el momento de iniciar la carrera hacia la despetrolización de nuestra economía.

www.ecologistasenaccion.org

18/08/08

Conspiración en Georgia

...por Carlos Taibo

Muchos analistas se preguntan estos días por las razones que han podido conducir al presidente georgiano, Saakashvili, a lanzar en Osetia del Sur una ofensiva militar que parecía inequívocamente condenada al fracaso. Si cualquier conocedor de lo que se dirime hoy en el Cáucaso hubiera dado inmediatamente por descontado que la ofensiva en cuestión estaba llamada a provocar una inmediata réplica rusa, el sentido común recuerda, por añadidura, que la acción armada georgiana ha tenido que gozar, por fuerza, del beneplácito, y en su caso del apoyo logístico, norteamericano.

Aunque soy poco amigo de las explicaciones conspiratorias, por una vez me dejaré llevar por una de ellas. En algo recuerda —lo confesaré— a un argumento que se esgrimió con profusión cuando llegó el momento de explicar la anexión iraquí de Kuwait, en el verano de 1990. Entonces se sugirió que Estados Unidos le tendió una trampa a Saddam Hussein a través de eventuales garantías en el sentido de que una ocupación del emirato por Iraq no tendría mayor respuesta norteamericana. Conforme a la interpretación dominante, del lado de la Casa Blanca el propósito oculto habría sido, claro, disfrutar de una oportunidad de oro para deshacerse de un régimen molesto que disputaba a EEUU, con manifiesta osadía, la hegemonía en el Oriente Próximo.

El recordatorio de lo ocurrido en el golfo Pérsico casi cuatro lustros atrás viene a cuento porque —parece— bien pueden invocarse circunstancias parecidas en el escenario georgiano de estas horas. Reseñemos por lo pronto que merece poco crédito la explicación que apunta que el presidente Saakashvili se lanzó el viernes pasado a una dudosa operación militar en Osetia del Sur para acallar críticas internas y desviar la atención con respecto a los numerosos problemas que plantea su gestión política. Nuestro hombre ha pasado en los últimos tiempos por tesituras mucho más delicadas que la de este verano y nadie parece sostener en serio la apreciación anterior, tanto más cuanto que, por sí sola, conduce inequívocamente a un escenario más bien suicida.

La observación que se impone llama la atención, antes bien, sobre un eventual engaño estadounidense a Saakashvili. Según esta percepción, la diplomacia norteamericana habría garantizado al presidente georgiano que Rusia, consciente de lo delicado que es cruzar la frontera de un Estado soberano y recelosa de la perspectiva de una confrontación abierta con EEUU, en modo alguno respondería militarmente a una ofensiva en Osetia del Sur. Georgia recuperaría así en plenitud, y con gloria, el control sobre esa república y la credibilidad del Kremlin quedaría en entredicho. De la mano de este ardid, la Casa Blanca le habría puesto en bandeja a Saakashvili un triunfo que vendría a consolidar definitivamente su posición.

El lector razonable se preguntará inmediatamente, claro, qué es lo que Washington ganaría de la mano de una apuesta tan delicada, que —no lo olvidemos, y merced a una reacción rusa muy diferente de la anunciada— podría dar al traste con el poder del aliado Saakashvili y trastabillar muchos de los esquemas de presión norteamericanos en el Cáucaso. La única respuesta solvente a ese interrogante señala que, de resultas de la intervención militar rusa —el horizonte más probable—, y tanto más cuanto que ésta no parece se haya caracterizado por mesura alguna, los halcones de la Casa Blanca podrían insuflarle un aire nuevo a la alicaída confrontación con Moscú y reabrir de esta forma una tensión que vendría como anillo al dedo a sus intereses. La proximidad de las elecciones presidenciales estadounidenses le otorgaría valor añadido, en fin, a la jugada que nos ocupa, al amparo de argumentos interesantes para demonizar la aparente laxitud de las propuestas de Barack Obama.

No deseo ignorar que la hipótesis que expongo, como todas las que tienen un resuello conspiratorio, arrastra problemas no menores y obliga a acometer un notable ejercicio de imaginación. Quien se quede con esta legítima conclusión hará bien, eso sí, en proponer alguna explicación alternativa para la sorprendente conducta de la que han hecho gala en los últimos días los gobernantes georgianos.

www.rojoynegro.info

19/08/08

Rusia, Georgia y el petróleo

En un mundo tiranizado por la comunicación, los medios de masas intentan vender el programa ideológico de las empresas a las que representan más que ocuparse de la función que tienen encomendada. En sus manos la información se convierte básicamente en manipulación y deformación de la realidad. No es nada nuevo. Sin embargo, la concentración de la generación y distribución de las noticias en unas pocas manos acrecienta cada vez más el problema. Y no se cortan un pelo, cada vez lo hacen más a las claras, entre una multiplicidad de mensajes, cada vez tienden a simplificar las informaciones hasta convertirlas casi en eslóganes, en consignas, en puros anuncios publicitarios. Cada día nos bombardean con más y más noticias, pero el empacho de la actualidad planetaria deriva inevitablemente en la ausencia de análisis. Así que habitualmente se deja que la interpretación caiga en manos de los mismos medios a los que se supone, manejan las claves de lo que sucede y suelen concitar a analistas de cámara que dicen lo que sus patronos quieren oír. Triste final para muchos profesionales del periodismo convertidos en papagayos de idearios impuestos o castrados por la autocensura para mantener un puesto de trabajo; penosos bufones de palacio languideciendo en gabinetes de prensa haciendo de correveidiles de administraciones y corporaciones…

Así que todo el análisis se reduce a saber quién es el bueno y quién el malo y, a partir de ahí, verter todas las loas o el lodo posible manipulando o mintiendo si llega el caso sin ningún tipo de escrúpulos. En el que nos ocupa, era muy fácil poner la etiqueta, muchas décadas de guerra fría y de propaganda antisoviética tenían hecho gran parte del trabajo. Nosotros siempre estuvimos del otro lado, en el de los buenos. Y allí no estaban los rusos. Pronto se olvidó que fueron ellos los que más pusieron de su parte para liberar a Europa del nazismo, que parte de las conquistas sociales y laborales de occidente, del estado del bienestar, se debía a la existencia de otra forma de organización económica contrapuesta que garantizaba un mínimo a cada individuo. A pesar de todo, los del otro lado del muro eran vistos por acá poco menos que con cuernos y rabo.

En estos días estamos viviendo una nueva fase de la guerra propagandística contra los de siempre. Para ello hay que obviar o poner en duda los acontecimientos sucedidos, cambiar el cronograma y la secuencia de los hechos, esconder algunas informaciones, magnificar otras y repetir una y otra vez unas consignas para que calen entre la opinión pública y creen una realidad útil para determinados intereses aunque sea más virtual que otra cosa. No hace falta un gran esfuerzo para darse cuenta de la burda estrategia seguida. Ya hoy nadie habla del cobarde ataque de Saakashvili contra los civiles desarmados de Osetia del Sur en lo que puede ser un crimen de lesa humanidad digno de ser perseguido por el TPI, tampoco se habla de los otros intentos georgianos de masacrar a su población, ni de la doble nacionalidad de los habitantes de la provincia, ni de su derecho a la autodeterminación, de los acuerdos de alto en fuego alcanzados en los noventa. Se nos han vendido imágenes de la destrucción causada por los georgianos en Tskhinvali como si fueran hechas por los rusos en Gori. Nos han colado fotografías de graves accidentes de tráfico pasados como fruto de acciones de la brutalidad rusa, se nos han ocultado fotos de mercenarios afroamericanos que operaban en la zona, poco se dice de la presencia de instructores de EEUU e Israel, de la desorbitada adquisición de armas de última generación que un país tan pequeño y en crisis no podría pagar en condiciones normales. Se culpa a Rusia de reeditar la guerra fría cuando en las últimas décadas la política del imperio ha sido la acorralarla y cercarla con bases militares hostiles e impedir su acceso a materias primas vitales. Representantes de EEUU pretenden dar lecciones de equidad y justicia internacional cuando mantienen invadidos a varios países y pretenden hacer cambiar todo el mapa de Oriente Medio para hacerlo aún más dócil a sus intereses.

Ahora día tras día exigen a Medvédev que cumpla condiciones diferentes a las del acuerdo que firmó con Sarkozy, parece como si ahora se arrepintieran de haber cedido ante las exigencias pactadas o pretenden hacer ver al mundo que los titubeos iniciales de EEUU, la OTAN y Europa ahora son pura firmeza y determinación. Bajo la palabrería de estos días ocultan la debilidad de una organización militar en la que muchos de sus integrantes dependen energéticamente del gigante euroasiático.

Precisamente, es a ese lugar donde algunos pretenden hacer confluir todos las razones que han motivado la guerra. La forma de amedrentar a los europeos y arrojarlos de nuevo contra Rusia es hacerles ver que tras la invasión de Osetia no hay razones humanitarias, sino puramente petroleras. Más concretamente dicen que persigue el control del flamante gasoducto BTC que surte al viejo continente del gas del Caspio. Sin embargo, es fácil comprobar que Rusia en su campaña no ha llegado a la capital de Georgia y las conducciones pasan un poco más al sur de Tbilisi. Si ese hubiera sido su deseo no tenían más que bajar 50 o 60 km más al sur y haber ocupado la capital, derrocado al gobierno y ocupar el país hasta haberse ocupado de colocar un gobierno títere, que es lo que pedían algunos generales rusos retirados. Sin embargo, han ocupado únicamente Osetia y Abjazia y se han ocupado de que su integridad no pueda ser de nuevo vulnerada destruyendo las bases y el equipamiento militar cercano a las fronteras de las provincias independentistas.

La operación de Rusia es de bastante más calado que la reacción a un gasoducto. Justamente ahora acaba de firmar un tratado con Turkmenistán que da a Gazprom el control de todo su gas por 30 años, es posible que otros vengan detrás y que el cártel del gas pueda ser una realidad en breve a pesar de la oposición norteamericana. Esta operación es de más envergadura que lo que suponga el BTC de pérdidas de peaje y control en su camino hacia Europa a pesar de su carácter estratégico y de las ramificaciones que pretenden hacerle en un futuro en el que Israel juega un papel crucial, no en vano BP es el mayor accionista (banca sionista Rotshchild). Rusia se ha hartado de ver cómo la política exterior norteamericana de los últimos años ha pivotado en gran parte en torno a la subordinación y al aislamiento de Rusia en todos los órdenes. Cuando ha recuperado el impulso perdido desde la desintegración de la URSS, ha decidido volver a jugar un papel crucial en el destino del mundo renaciendo se sus propias cenizas y haciendo renacer a aquella Historia con mayúsculas que los neocons dieron por muerta tras la caída del muro de Berlín. Después de lo sucedido en estos días ya nada será igual en el contexto internacional. Con Estados Unidos en franca decadencia, Rusia bien despierta y el pulso sostenido de China, no hay duda de que se avecinan tiempos interesantes.

0 comentarios: