domingo, 24 de agosto de 2008

Detienen al agente de la CIA y terrorista Nelson Bardesio.

El pasado miércoles 23 de julio fue detenido en la localidad de Ituzaingó, Buenos Aires, el ex policía, agente de la CIA norteamericana e integrante del Escuadrón de la Muerte en Uruguay a principios de los años 70, Nelson Bardesio. Es la primera vez que se detiene a un integrante de ese grupo terrorista, responsable de varios asesinatos, torturas, desapariciones y atentados, y se espera ahora la decisión de la justicia argentina ante el pedido de extradición realizado desde Uruguay por la investigación de desaparición del joven Héctor Castagnetto a principios de 1972.

El caso Bardesio es también emblemático ya que se trata de un agente de la CIA norteamericana, lo que involucra a esa agencia en las prácticas terroristas paraestatales en Latinoamérica. Al ser detenido, el ex policía uruguayo presentó documentos que lo identifican como ciudadano norteamericano. Su captura se impulsó tras ser ubicado en Buenos aires por un equipo periodístico del semanario Brecha, integrado por los periodistas Samuel Blixen, Walter Pernas y Fabián Kovacic.

Bardesio saltó a la notoriedad en marzo de 1972 al ser capturado por un comando del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLNT). Entonces, en un testimonio grabado y después entregado a varios miembros del parlamento uruguayo, confesó su participación en el Escuadrón de la Muerte, su participación en el asesinato del estudiante Castagnetto, y los nombres de varios miembros de esa organización criminal.

Posteriormente el agente policial fue liberado por los Tupamaros, detenido por el ejército y después la policía –donde modificó su versión de los hechos- y sacado del país en noviembre de ese año por la CIA norteamericana. Desde entonces estaba ”perdido” aunque algunas veces se lo llegó a ubicar en Texas, Estados Unidos, y México.

Bardesio era fotógrafo policial y se encargaba de tomar imágenes en el aeropuerto internacional de Carrasco de todos los viajeros sospechosos de ser de izquierda y entregar esas fotografías y los datos de las personas, a la oficina de la CIA en Montevideo. Trabajó además como chofer del jefe de la estación de la CIA en Uruguay, William Cantrell. El escuadrón funcionó con la complicidad de las autoridades políticas uruguayas según quedó de manifiesto por lo actuado después de la liberación de Bardesio por parte de los tupamaros. Documentos desclasificados del Departamento de Estado de Estados Unidos revelan también estas relaciones.

En una nota del entonces embajador norteamericano en Montevideo, Charles Adair a sus jefes, relata una charla con el ministro del Interior, Danilo Sena, del gobierno de Jorge Pacheco Areco. "Dijo que Uruguay en esos momentos estaba en guerra contra el terrorismo y que en esa lucha era necesario recurrir a todo tipo de acciones.El gobierno uruguayo tenía que demostrar que el MLN no era todopoderoso y eran necesarios muchos y diferentes tipos de acción para probarlo".

Otro documento norteamericano de 1972 relata una conversación de funcionarios de la embajada norteamericana con el entonces ex candidato a la presidencia para las elecciones de noviembre de 1971, Jorge Batlle. Batlle se lamentaba de haber perdido las elecciones y con ello la posibilidad de concretar un plan para solucionar la violencia,"por lo que sólo quedaba combatir a la subversión con sus propios métodos". Años después, cuando se conoció este documento, Batlle negó que su comentario avalara la constitución de un escuadrón de la muerte.

Los testimonios del ex agente policial Nelson Mario Benítez a legisladores en 1972, y de Nelson Bardesio a los tupamaros que coinciden casi completamente- sostienen que el Escuadrón se organizó desde el Ministerio del Interior y contó con la colaboración de las policías y aparatos de inteligencia de Argentina, Brasil y Paraguay (Plan Cóndor). Por otra parte hay evidencia por documentos desclasificados, del hecho de que varios integrantes policiales del Escuadrón eran a su vez agentes de la CIA, y que Estados Unidos aportaba finanzas al grupo terrorista.

El Escuadrón

El Escuadrón de la Muerte, según el relato de Bardesio a los Tupamaros, se constituyó como una asociación criminal a instancias del paraguayo Ángel Pedro Crosas Cuevas, quien viajó a Montevideo a mediados de 1971, invitado por el entonces subsecretario del Interior, Armando Acosta y Lara. “A mediados de 1971, se me apersonó el ayudante militar del Ministerio, coronel Walter Machado, acompañado de dos personas a las cuales me presentó. Una de ellas era Ángel Pedro Crosas, de nacionalidad paraguayo y a quien llamaban ‘Doctor’”, cuenta Bardesio. “Machado me manifestó —agrega el testimonio— que, por orden de Acosta y Lara, Crosas Cuevas iba a realizar algunos ‘operativos especiales’ y por lo tanto debía prestarle toda la colaboración que solicitara.

“La otra persona era un joven de barba a quien llamaban ‘José’, al que posteriormente reconocí como Miguel Sofía, el cual según un comentario suscitado en el Ministerio, integra la JUP (Juventud Uruguaya de Pie). Crosas lo nombró varias veces como su principal colaborador”, agrega. “Algunos días después se realizó una reunión en la Oficina de Estadísticas y Contralor de Información (...), que funciona bajo la dirección del inspector retirado Jorge Grau Saint-Laurent, en la que participaron, además de éste, el oficial inspector Pedro Fleitas, Crosas Cuevas y yo.” “Se planteó la necesidad de enfrentar al MLN. Crosas Cuevas se mostró partidario de llevar adelante lo que llamó una ‘acción psicológica violenta’. Yo discrepé con él, pues pensaba que nos sería más beneficioso desarrollar un servicio de información, a lo que aquél contestó que eran sueños irrealizables”. “En otra oportunidad Crosas Cuevas me pidió la llave del estudio fotográfico ‘Sichel’, que yo arrendaba, para realizar allí una reunión compartimentada. Concurrieron, además de Crosas Cuevas, el jefe del D 5, comisario Campos Hermida, el jefe del D 6, comisario Machi, un funcionario de confianza de éste, llamado Washington Grignoli, y Miguel Sofía (...) Allí se concretó la formación del Escuadrón de la Muerte”, afirma Bardesio.

Bardesio se desdice y desaparece

Nelson Bardesio fue liberado por los tupamaros el 15 de mayo de 1972, más de tres meses después de ser capturado. Una vez en libertad, y temeroso de que sus colegas quisieran asesinarlo por sus revelaciones, intentó ponerse en contacto con algunos legisladores. Finalmente la madre de Bardesio llamó a la casa del diputado Héctor Gutiérrez Ruíz para explicar que su hijo había sido liberado y quería encontrarse con el legislador. Así se acordó una cita en la puerta del Colegio Sagrado Corazón en las calles Soriano y Médanos. Gutiérrez Ruíz convocó a la reunión al ministro de Educación y Cultura, Julio María Sanguinetti, y a los senadores Wilson Ferreira Aldunate y Carlos Julio Pereyra.

Según relatos de los presentes, mientras Bardesio aguardaba en una habitación del colegio, Gutiérrez Ruíz, Sanguinetti y Ferreira Aldunate discutían que hacer con el policía. Gutiérrez Ruíz y Juan Raúl Ferreira, hijo de Ferreira Aldunate, que estudiaba en el colegio y se sumó a la reunión, deciden conversar con Bardesio.

Éste, en tanto, envió una nota a Sanguinetti y Ferreira Aldunate diciendo que ahora está más tranquilo y que tenía miedo de que los policías lo encontraran antes. Poco después llegan al colegio los senadores Carlos Julio Pereyra y Eduardo Paz Aguirre. Entre todos deciden entregarlo a las Fuerzas Armadas ya que desde su desaparición estaba requerido.

Bardesio había solicitado que los senadores lo trasladaran a una embajada extranjera para solicitar asilo político. Los legisladores se negaron, ya que hubieran dado una pésima imagen solicitando asilo político para proteger a un ciudadano de su propio gobierno. Finalmente convencen a Bardesio de que lo más conveniente es su entrega al ejército y para ello convocado el comandante en jefe del Ejército, general Alfredo Gravina y el ministro de Defensa, general Enrique Magnani.

Poco a poco el colegio se llena de figuras políticas y autoridades civiles y militares. El ministro de Defensa habla con Bardesio y le promete que no será entregado a la policía sino que pasará a estar detenido en una unidad militar hasta que se resuelva su caso. Bardesio acepta pero adelanta que tiene miedo que pueda pasarle una vez liberado. Sin embargo, la promesa de Magnani no se cumple. Apenas unos días después Bardesio es entregado a la policía. Las Fuerzas Armadas explicaron que Bardesio fue entregado a sus”mandos naturales”.

El 7 de junio, 22 días después de su liberación, el ministro del Interior, Alejandro Rovira, comunicó al parlamento que Bardesio se había retractado de todo lo dicho a los Tupamaros, y justificó sus confesiones a la”tortura psicológica” a la que fue sometido. Así, la mayoría parlamentaria de la derecha -del oficialista Partido Colorado y sectores del opositor Partido Nacional- decidió que las denuncias de Bardesio sobre el Escuadrón de la Muerte eran un invento de la guerrilla y abandonaron toda investigación.

Después poco se supo de Bardesio. Se considera que en noviembre de 1972 abandonó el país, seguramente protegido por la oficina de la CIA en Montevideo. Algunas investigaciones lo ubican primero en Canadá, después en México y más tarde en Texas, Estados Unidos, donde contrae matrimonio.

En el año 2004 aparece en las páginas telefónicas amarillas de Texas con domicilio en las oficinas de la Compañía Cantrell, el mismo nombre que el jefe de la CIA en Montevideo del que era chofer, William Cantrell. Dos años más tarde ingresa con su nombre legal a Argentina donde establece residencia, y donde fue encontrado por un equipo de periodistas del semanario Brecha.

La denuncia

En junio de 2005, con el patrocinio de SER-PAJ, Ana Castagnetto presentó una denuncia por desaparición forzada de su hermano Héctor. La causa quedó en principio en manos del juez penal de 11o turno, Roberto Timbal que entendió que debía parar al juzgado que en 1987 había recibido la denuncia del diputado frenteamplista Nelson Rovira, por las desapariciones de Héctor Castagnetto y Abel Ayala, y los homicidios de Antonio Ramos Filippini e Ibero Gutiérrez. En ese entonces, el gobierno del presidente Julio María Sanguinetti había determinado que esos casos estaban amparados en la llamada ley de caducidad.

La ley establece impunidad para los crímenes cometidos desde 1973, y en la denuncia estaba la desaparición de Abel Ayala (junio de 1971) y el homicidio de Ramos Filippini (setiembre de 1971). En 2005 la denuncia pasó por otros dos juzgados hasta quedar a cargo de la jueza Graciela Eustacchio y el fiscal Ricardo Perciballe. Así la justicia uruguaya solicitó información a Interpol, y a mediados del año pasado, la policía argentina comunicó el ingreso al país y la residencia en Ituzaingó del ex policía. Pese a ello la captura preventiva nunca se activó hasta que los periodistas comenzaron a indagar.

Ahora comienza el trámite de la extradición de Bardesio a Uruguay. Uno de las dificultades puede ser que la justicia argentina considere el caso como homicidio y por lo tanto caduco ante el tiempo transcurrido. También puede pesar negativamente la ciudadanía norteamericana del involucrado, aunque para Uruguay sigue siendo ciudadano por su lugar de nacimiento.

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