lunes, 30 de junio de 2008

Conferencia de Santiago López Petit: "La institución y los social"

En este texto, Santiago López Petit lleva a cabo una reflexión sobre la viabilidad del gesto radical de cara a los diversos procesos de institucionalización que amenazan con quitarle toda dimensión subversiva. Para el autor, la institución (universidad, museo…) está muriéndose al haberse petrificado en un dispositivo de producción de orden. El gesto radical, por otro lado, se ha apagado en su mismo repetirse. De ahí que López Petit hable de otra institución, una institución que sepa escuchar “lo social” comprendiendo la fuerza del anonimato que se manifiesta en los gestos radicales, y que cada movimiento pone en marcha. Por su parte “lo social” en la forma de espacios del anonimato (V de vivienda, la rebelión en la periferia de París…) tiene que renunciar a una fácil y cómoda visibilización. "Un movimiento social verdaderamente crítico es un agujero negro para el poder."

Conferencia Málaga: La institución y lo social.

Santiago López Petit

Para entrar - en seguida - en materia, permitidme empezar leyendo una respuesta de André Breton en una entrevista que le hicieron:

Le tengo que confesar… que no estoy completamente seguro de haber tenido siempre razón… En 1922, se podía creer aún en un próximo cambio radical de la sociedad. Nada, hay que decirlo claro, ha venido a justificar las esperanzas que abrigué entonces. Quizá hemos esperado demasiado del futuro. Nos parecía que la rebelión pura no conducía a nada. Y, sin embargo, es muy posible que esta actitud sea la única. Por lo que el hombre, en definitiva, no podría hacer mucho por transformar las condiciones de su existencia. Me pregunto, a menudo, si después de Dada hemos hecho realmente algo nuevo. Los libros, los lienzos, las exposiciones, si supiera cómo desprecio todo eso… Quizá hemos querido actuar principalmente con el fin de disimularnos a nosotros mismos nuestra debilidad, nuestros miedos miserables… nuestra desesperación.

Entrevista con André Breton publicado en M. Sanouillet: Dada à Paris. 1993

Estas palabras impresionantes de Breton constituyen una reflexión sobre la viabilidad del gesto radical. Las cuestiones planteadas en este escrito son muchas: ¿Qué relación existe entre el dadaísmo y el surrealismo? ¿Sólo es posible la rebelión pura que no transforma la sociedad? … Y la pregunta central que para mí las recoge todas es: ¿Todo gesto radical acaba siendo siempre integrado? Lo que me gustaría es llevar esta pregunta a la actualidad. No para contestarla sino para ver cómo se plantea, para analizar en qué términos se plantea el problema de la integración hoy.

El mérito indudable de la crítica postmoderna es haber puesto la realidad como objeto de pensamiento. Es cierto: hoy tenemos que pensar antes que nada nuestra realidad, esa realidad que se ha convertido en imagen, y nos asedia por completo. Sabemos que la visibilidad se ha hecho total. Hay una pérdida de la referencialidad de los signos, la simulación recubre toda la realidad, y la simulación es más real que la realidad misma. El error del enfoque postmoderno consiste en que: Al absolutizar la “desrealización de la realidad” se acaba empujando la realidad hacia una evanescencia generalizada en la que todo se intercambia, en la que rige una especie de reversibilidad que lo confunde todo. Empezando por el poder y la resistencia. Y eso evidentemente no es cierto. En la época global – que deja atrás el debate modernidad/postmodernidad:


* La experiencia que hacemos de la realidad en el día a día es mucho más compleja: la realidad no solamente es evanescente sino que se nos muestra dura y blanda, transparente y opaca… y todo ello simultáneamente.

* Se podría afirmar que la realidad se indetermina y, a la vez, se hace obvia. La realidad se autoprotege con el manto de la obviedad para impedir ser atacada.

* Por eso la realidad es una y plural. Una porque coincide con el capitalismo – y eso es la época global. Plural porque está estallada en todas las formas históricas del capitalismo hoy coexistentes. El resultado es que somos íntimamente capitalismo. “Yo soy” significa “yo soy mi propia marca (comercial)” que compite con las demás que son los otros.

Creo que el nombre más adecuado para esta realidad es el de multirealidad. En dicha palabra se recoge tanto la unidad como la pluralidad. Reproducimos la multirealidad simplemente viviendo, y la multirealidad nos envuelve completamente porque no hay Afuera. El único Afuera es el suicidio o la locura.

Pues bien, en esta realidad definida como enteramente capitalista así como obvia, en la multirealidad: ¿Qué tipo de relación se establece entre el gesto radical y la institución?

Lo voy a contestar de manera bastante directa y sin ambages: la institución hoy ya no integra nada Y no hay integración por una doble razón:

1) Porque la institución está muerta.

2) Porque no hay nada que integrar.

Es decir, la relación de integración se viene abajo porque cada uno de los polos de la relación se ha transformado. Dicho deprisa:

El primer polo: la institución (universidad, museo…) está muriéndose al haberse petrificado en un dispositivo de producción de orden. En concreto, por ejemplo, la Universidad de Barcelona en la que yo estoy y que ha sido recientemente trasladada al centro de la ciudad (junto el Macba y demás equipamientos culturales). Esta universidad no es más que:

1) Un dispositivo de privatización del saber

2) Un dispositivo de limpieza del espacio urbano

3) Un dispositivo cultural que sirve como coartada democrática (dar la imagen de paz social) frente a la auténtica guerra social que tiene lugar en el barrio (especulación, mobbing...)

El segundo polo: el gesto radical. Podríamos afirmar que el gesto radical se ha apagado en su mismo repetirse (¿Caso del Dinero gratis?). Sucede que la intervención crítica se convierte en muy problemática en el interior de una realidad esencialmente despolitizadora. Para no hablar de los llamados “movimientos sociales” desde el ecologista hasta las luchas identitarias del multiculturalismo (homosexuales, minorías étnicas…) que no tienen nada de rupturista. En este sentido decía que no hay nada que integrar.

Y sin embargo me doy cuenta de que si bien defiendo todo lo que acabo de afirmar, a la vez soy consciente de su total insuficiencia. Desde mi experiencia puedo también afirmar que la universidad puede ser un laboratorio de experimentación (es lo que intento en mis clases), o que el MACBA en un momento dado apoyó proyectos tan locos como el del Dinero Gratis o que la UNIA y Arteleku han ayudado a escribir la historia de las luchas autónomas durante el franquismo, mostrando así que había otro movimiento obrero que no sólo era antifranquista sino también anticapitalista, asambleario…

Dicho de un modo menos experiencial y más teórico: en la multirealidad, y precisamente debido a la indeterminación generalizada que existe y que rompe los límites:

* La institución no se agota en ser simple dispositivo de producción de orden. Puede ser algo más.
* “Lo social” no se agota en ser un “movimiento social” en búsqueda de su visibilización. Lo social en su ambivalencia es mucho más.

Por eso es pensable (y practicable) otro tipo de institución. Esta otra institución es una institución viva ya que se desinstitucionaliza continuamente. Esta otra institución no miente porque no se engaña a sí misma: sabe en todo momento lo que es e intenta socavar ésta su identidad.

¿Y cuál es su función de esta otra institución?

Su función debe ser una función profundamente constructiva. Una función constructiva que adquiere todo su sentido en relación al nihilismo que comporta la globalización neoliberal. Porque la globalización neoliberal es el desbocamiento del capital y la imposición del “ser precario” como forma de existencia.

Frente a la destrucción permanente de vidas, de vínculos sociales, de tradiciones de lucha… que tiene lugar en la medida que todo es subsumido dentro del acontecimiento único que es el desbocamiento del capital:

Función constructiva significa:

1) Dar continuidad (es un dar tiempo histórico ante la invasión del acontecimiento)

2) Dar referencialidad (ante la opacidad de la dispersión generalizada)

3) Dar espacio (el espacio constituye hoy la palanca necesaria para hincar el gesto radical)

Podríamos decir que la otra institución – la institución desinstitucionalizadora – es esencialmente donadora, jamás identificadora, es decir, capturadora.

Desde ella la relación con “lo social” se plantea evidentemente de una nueva manera. Para adentrarnos en el análisis de esta nueva relación podríamos hacerlo en términos de desafío, más exactamente, de doble desafío:

* La otra institución tiene que saber escuchar “lo social” comprendiendo la fuerza del anonimato que se manifiesta en los gestos radicales, y que cada movimiento pone en marcha. Para ello la otra institución no tiene que caer en la tentación de impulsar modas ni perseguir continuas novedades.

* Por su parte “lo social” en la forma de espacios del anonimato (V de vivienda, la rebelión en la periferia de París…) tiene que renunciar a una fácil y cómoda visibilización. Un movimiento social verdaderamente crítico es un agujero negro para el poder, y por esa razón no tiene que tener miedo a ser utilizado.

En otras palabras: cada polo (otra institución/”lo social”) tiene que superar sus propios límites. Los límites que derivan de sus propias limitaciones. Eso es lo mismo que afirmar lo siguiente: es posible un encuentro entre la otra institución y “lo social”. Pero ese encuentro sólo se puede dar en el campo de la experimentación, jamás en el del diálogo. No se trata para nada de comunicarse ni de establecer puentes de diálogo. El diálogo implica interlocutores, es decir, profesionales que necesitan el reconocimiento y viven de su reconocimiento (y eso en ambos polos). Además el diálogo no tiene nada que ver con la creación. No se trata, pues, de dialogar sino de experimentar. Pero experimentar no desde una verdad compartida lo que es imposible ya que la “verdad de la institución” y la “verdad del gesto radical” son inconmensurables. Hay que experimentar desde la propia veracidad que sí se puede compartir. Una experimentación así, una experimentación hecha desde una veracidad compartida:

* No está sometida a una lógica de la representación y, por tanto, del reconocimiento.
* No ve en el encuentro una oportunidad sino un proceso. La oportunidad genera oportunismo, y el oportunismo instrumentalización mutua. El cinismo sustituye entonces a la veracidad.
* En definitiva: veracidad quiere decir fidelidad al compromiso de estar en un mismo proceso, en un mismo campo de experimentación.

Ya termino.

A veces la veracidad compartida puede traducirse en verdadera complicidad. La complicidad no consiste en compartir las mismas creencias sino en participar de un mismo rechazo. Eso no es fácil porque las experiencias y los requerimientos de ambas posiciones son muy diferentes.

Lo único común es este mismo atrevimiento, este mismo osar experimentar sin preparar ya el camino de regreso. Con ese punto de partida se puede intentar abrir camino. Creo que, en estas condiciones – pero sólo en estas condiciones - vale la pena intentarlo.

www.eutsi.org

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