lunes, 26 de mayo de 2008

Palestina: 60 años de limpieza étnica.

...por Ilan Pappé, historiador israelí

Durante años, el término Nakba (‘catástrofe’ en árabe) parecía apropiado para los hechos de 1948 en Palestina y su impacto sobre nuestras vidas hoy. Propongo usar un término diferente : ‘la limpieza étnica de Palestina’. Nakba no hace referencia a quién está detrás de la catástrofe, pero el término ‘limpieza étnica’ implica una acusación a los israelíes culpables de los hechos pasados y presentes, y conecta las políticas israelíes, como las usadas para destruir Palestina en 1948, a la ideología sionista que sigue guiando las políticas de Israel hacia los palestinos hoy.

Estas acciones son parte de la misma política de limpieza étnica y desposesión, y por tanto este mes de mayo, en que conmemoramos el 60º aniversario de la Nakba, es hora de emplear el término ‘limpieza étnica’, que supone una acusación con implicaciones políticas, legales y morales. Este término define cualquier acción de un grupo étnico dirigida a expulsar a otro para transformar una región étnicamente mixta en una pura, independientemente de los medios empleados. Por ello, las víctimas son tanto la gente que se fue por miedo como quienes fueron expulsados por la fuerza. Esta definición se encuentra en las webs del Departamento de Estado de EE UU y de la ONU, y guiaron a la Corte Internacional de La Haya cuando decidió juzgar a los responsables de operaciones de limpieza étnica como responsables de crímenes contra la humanidad.

En 1947, Gran Bretaña decidió acabar su mandato sobre Palestina después de 30 años. El futuro de Palestina estaba entonces en manos de la ONU, que propuso la partición de la tierra entre los colonos judíos –muchos de los cuales habían llegado pocos años antes, poseían menos del 10% de la tierra y eran un tercio de la población– y la población nativa. Estos últimos no podían aceptar esta solución, que daba la mitad de la tierra a colonos extranjeros, pero la ONU ignoró su postura. La puerta quedó abierta para que el movimiento sionista usara su superioridad militar sobre la comunidad palestina, imponiendo su propia solución sobre la tierra. La comunidad sionista era lo suficientemente poderosa como para llevar a cabo la limpieza étnica y rechazar el intento militar limitado de algunos gobiernos árabes de parar las operaciones en mayo de 1948.

En marzo de 1948, el liderazgo sionista adoptó el Plan Dalet, cuyo objetivo era tomar la mayor cantidad posible de territorio de Palestina y eliminar la mayoría de las ciudades palestinas del territorio codiciado, que constituiría el futuro Estado judío de Israel. La ejecución fue más sistemática de lo que anticipaba el plan. En siete meses, 531 pueblos fueron destruidos y 11 núcleos urbanos vaciados. La expulsión masiva estuvo acompañada de masacres, violaciones y encarcelamiento de hombres (definidos como tales desde los diez años) en campos de trabajo. Estas acciones se definen hoy como políticas de limpieza étnica y crímenes contra la humanidad.

La implicación política de esta interpretación de lo que Israel hizo en 1948 es que el Estado judío es el único culpable de la creación del problema de los refugiados palestinos. La implicación legal es que incluso si se ha vuelto obsoleto, tras este largo período, para quienes cometieron un crimen contra la humanidad, el acto mismo es todavía un crimen por el cual nadie ha sido llevado ante la justicia. La implicación moral es que el Estado judío, como muchos otros Estados, nació del pecado, pero el pecado, o el crimen, nunca fue admitido. Peor, en ciertos círculos en Israel se justifica como una acción correcta en el pasado y como una política deseable en el futuro.

Estas implicaciones fueron ignoradas por la élite política israelí, y una lección muy distinta se derivó de los hechos de 1948 : que un Estado judío puede expulsar a la mitad de la población palestina, destruir sus pueblos y salir impune sin un ápice de crítica. Las consecuencias de dicha lección fueron : la continuación de las políticas de limpieza étnica por otros medios, como la expulsión de decenas de pueblos entre 1948 y 1956 de Israel, la transferencia forzosa de 300.000 palestinos de Cisjordania a Gaza en 1967 y una constante limpieza del área del Gran Jerusalén actualmente. La dislocación de los palestinos que viven a lo largo del Muro del Apartheid y el encarcelamiento de un millón y medio de palestinos en Gaza son las fases más recientes.

Mientras la lección política no sea aprendida no habrá solución del conflicto. La cuestión de las víctimas directas de la limpieza étnica de 1948, los refugiados, hará fracasar cualquier intento de reconciliar a las dos partes. Por eso es tan importante reconocer los acontecimientos de 1948 como una operación de limpieza étnica para asegurar que una solución política no eludirá la raíz del conflicto : la expulsión de los palestinos. Mientras la lección legal no sea aprendida permanecerán impulsos retributivos y emociones vengativas en el lado palestino. El reconocimiento legal de la Nakba como un acto de limpieza étnica permitiría una justicia restitutiva. La compensación más razonable para los refugiados palestinos fue expuesta en diciembre de 1948 por la Asamblea General de la ONU en su resolución 194 : el retorno incondicional de los refugiados y sus familias a su tierra.

Mientras la lección moral no sea aprendida, el Estado de Israel seguirá existiendo como un enclave hostil en el corazón del mundo árabe, como el último resto del pasado colonial, que complica las relaciones de los israelíes con los palestinos y con todo el mundo árabe. Y, como no se ha aprendido, existen en Israel justificaciones para la limpieza étnica. No es probable que estas lecciones vayan a ser aceptadas en un futuro próximo. El obstáculo principal es la ocupación de Cisjordania y Gaza. Por ello el esfuerzo de colocar la limpieza étnica en el centro de la atención mundial debe seguir, junto con la lucha contra la ocupación.

Lo que se necesita, aparte de la lucha armada y el esfuerzo diplomático, que han fracasado, es una clara postura moral internacional que condene los crímenes de 1948 y los que se perpetran hoy. La condena puede traducirse en acción, como ocurrió con la Sudáfrica del apartheid. La vía hacia la reconciliación en Sudáfrica llegó a través de sanciones y boicot ; éste es también el único camino en el caso de Israel y Palestina. La sociedad civil palestina bajo ocupación ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para que adopte el boicot y las sanciones como la estrategia principal contra la ocupación. En Occidente deberíamos responder positivamente a este llamamiento.

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