lunes, 5 de mayo de 2008

10 razones por las que 10 Kg. de mierda son mejores que un rey a la hora de ocupar la Jefatura del Estado de un país que pretenda ser democrático.

...por Jaume d´Urgell

NOTA PREVIA: Señor fiscal medieval contemporáneo, no le quepa la menor duda: siguiendo la redacción del Código Penal que sus colegas políticos mantienen en vigor, esta sátira nace con la inequívoca intención de "dañar el prestigio de la Corona". Le ruego, disculpe si me río al escribirlo, como sin duda lo hará cualquier ciudadano libre y dotado de un mínimo sentido del humor. ¿Pretendo con ello destruir el sistema, romper el país y ofender el orgullo patrio que anida en los corazones de todos los súbditos de bien? Pues no, nada más lejos de la realidad. El objeto de esta sátira no es otro que el de denunciar el carácter injusto de lo que es objetivamente injusto, y por qué no, tentarle a usted, a que me ayude a poner en evidencia las contradicciones de nuestra curiosa sociedad. Usted me entenderá, señor fiscal… cuan triste debe ser estudiar Derecho tantos años, para terminar impartiendo Justicia en nombre de un soldado franquista disfrazado de rey.


PRIMERA: Legitimidad de origen

Pocas substancias son más universales, indiscriminadas y hasta cierto punto "democráticas" que un buen montón de estiércol: no importa si es humano, reciente o semisólido, el hecho es que diez quilos de mierda siempre serán mejores que un gobernante dinástico al frente de la jefatura del Estado. Es preferible un buen mojón de buey, a un vago malgastador, vitalicio, irrevocable, hereditario, impune, militar y amigo de dictadores. En otras palabras: es mil veces mejor lo que sale del culo, que algo que procede directamente de un golpe de Estado.


SEGUNDA: Utilidad residual

10 Kg. de mierda, utilizados como combustible orgánico, resultan una excelente fuente de energía. Si optamos por utilizarlos a modo de abono natural, obtendremos un terreno fértil, barato y ecológico. En cambio, allí donde pasa un monarca solo crece un enorme, innecesario e inconfesable gasto público… la cumbre de la malversación sin fondo ni vergüenza.


TERCERA. Protocolo

En los actos públicos de alto nivel —de esos, en los que se utilizan caballos para decorar—, cabe siempre la posibilidad de que alguno de los equinos "suelte la pesa" en pleno desfile… en fin, son cosas que pasan, nadie se va a alterar porque un viejo percherón se cague a destiempo. En cambio, es muy probable que si sentamos en la mesa al típico dictador militar de avanzada edad, termine por ocasionar algún incidente diplomático con los representantes electos de países democráticos. Este riesgo se incrementa cuando se trata de autócratas cuyo sentido del ridículo les conduce a ostentar cargos con nombres rimbombantes, como "Archiduque", "Rey" o "Emperador"… más propios de la alta Edad Media que de la era de los bloggers, el iPod, Linux o el Peer-to-peer. Causa desconcierto que un fenómeno como la Web 2.0 pueda ser coetáneo de princesas besadoras de sapos, brujas con escobas voladoras y monarcas con corona y todo.


CUARTA. Permanencia

En general, ninguna mierda dura más de una legislatura, circunstancia que no se puede aplicar al soldado que usurpa la jefatura del Estado sin concurrir a elecciones.


QUINTA. Replicación

10 Kg. de mierda rara vez se reproducen… cosa que sí ocurre en el caso de los gobernantes antidemocráticos… en parte por la costumbre de no pagar sus propias facturas y en parte, por el desconocimiento o rechazo al uso de métodos anticonceptivos. Se diría que acuden a centros de planificación familiar especializados en granjas de conejos.


SEXTA. Prestigio

Si lo pensamos, la buena o mala fama la mierda es cosa de usos y costumbres. Existen tribus de nómadas mongoles que viven en tiendas construidas a base de boñigas de vacuno, y por asombroso que pueda parecer, en esas culturas no es malo habitar rodeados de mierda. En cambio, a nivel universal, pocas cosas están peor vistas que la discriminación, la arbitrariedad, el despotismo, lo que está fuera de lugar, lo caro e inútil, la complicidad con la traición, el nepotismo, lo antidemocrático, etc. Objeto extraño: la Corona, cuyo prestigio inmediato contrasta con la ignominia de su verdadero significado y razón de ser.


SÉPTIMA. Estabilidad

A lo largo de la historia, ningún país se ha visto amenazado por 10 Kg. de mierda. La administración pública siempre ha sabido encontrarles alguna utilidad. En caso extremo, se abandona la pila en cualquier lugar y a otra cosa, mariposa. En cambio, ¿cuántas naciones han caído por la estupidez de sus monarcas? ¿Cuántos millones de seres humanos han perdido la vida, víctimas de la codicia genocida de cuatro psicópatas coronados? Pongamos el ilustrativo caso de Europa en los últimos diez siglos: ¿Bajo qué símbolo ha muerto más gente, el de la esvástica nazi o la corona? No cabe duda: 10 Kg. de mierda no suponen una amenaza para ningún país, en cambio, un rey sí.


OCTAVA. Libertad

¿Te imaginas que 10 Kg. de mierda te impidieran expresarte con entera libertad? Pues bien, 10 Kg. de mierda no, pero un monarca sí. ¿La prueba? En unos días, en la Audiencia Nacional… sí, sí, en pleno siglo XXI.


NOVENA. Austeridad

Mantener a 10Kg. de mierda —criogenizados, por ejemplo— saldría mucho más barato que costear los vicios de todo un equipo de fichas de ajedrez integrado por vagos de lujo, funcionarios de libre designación, prescindibles, improductivos, corruptos legales y traficantes de influencias, información, miedo y ambiciones.


DÉCIMA. Sinceridad

Mientras los políticos piensen únicamente en ellos mismos y los demás debamos convivir en mitad de tanta injusticia social, resultaría más sincero tener por jefe de Estado a 10 Kg. de mierda. Así, cada vez que viéramos una moneda de Euro, un sello de correos o pusiéramos los pies en una sala de vistas, recordaríamos que algo huele mal en el Estado; recordaríamos a los miles de trabajadores ahogados en el Estrecho o fusilados en nuestra vaya; nos acordaríamos de los trabajadores asesinados por avaros que ahorran en medidas de seguridad; recordaríamos al ministro de defensa que hizo desfilar a un terrorista junto a su víctima; recordaríamos que desde el golpe de hace 70 años no nos está permitido elegir a nuestro jefe de Estado; recordaríamos que dentro de poco no habrá pensiones, ni escuelas u hospitales públicos… recordaríamos la brutal paradoja entre la flexibilización del mercado laboral el endurecimiento del mercado hipotecario; recordaríamos nuestro lugar en la caseta del perro guardián de los Estados Unidos… recordaríamos todas las cosas justas que nos quedan por conquistar… 10Kg. de mierda resultarían mucho más descriptivos que un ignominioso cura rico, extranjero y armado.

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