lunes, 24 de marzo de 2008

Mujeres iraquíes: cinco años en el infierno.

Las puertas del infierno se abrieron para las mujeres iraquíes el 20 de marzo de 2003, aunque el deterioro de sus derechos comenzó con las sanciones económicas estadounidenses y de la ONU en los 90 del siglo pasado.

Poco o nada publican los grandes medios de prensa sobre la terrible realidad de estas mujeres árabes, víctimas de una devastadora contienda bélica que en el último lustro sumió al país en el caos y la violencia.

Maltratadas, violadas y torturadas, cientos de féminas sufren, como nadie, las consecuencias del conflicto que entre tantas secuelas, quedan separadas de sus familias, enviudan prematuramente o son forzadas a desplazarse dentro del país o hacia al exterior, según organizaciones humanitarias.

En algunos casos por defender sus derechos fueron hechas prisioneras, destino que cerca de 200 sufren hoy encerradas en cárceles del ejército norteamericano o el gobierno nacional, mientras otras se convierten en monedas de canjes para presionar a los insurgentes a entregarse.

Las cautivas son víctimas del maltrato extendido, la degradación, la tortura física y psicológica, y en mayoría permanecen recluidas en condiciones insalubres y antihigiénicas, reveló el Comité Internacional de la Cruz Roja.

Entre los más degradantes martirios está llevarlas desnudas a los interrogatorios, al mismo tiempo que sus verdugos las sometan a tratos humillantes y sufren cotidianas amenazas para privarlas de agua o comida, según informe de la organización iraquí Voluntad de la Mujer.

Asimismo, permanecen obligadas en celdas mínimas para impedir cualquier movimiento; son sometidas a condiciones extremas de frío y calor, y se las impide dormir, en tanto las esposas e hijas de rebeldes son violadas delante de sus familiares varones para obligarlos a confesar.

Todas estas prácticas constituyen violaciones de la IV Convención de Ginebra y son tenidas en cuenta como crímenes de guerra por las leyes internacionales.

Las mujeres son uno de los sectores más vulnerables en cualquier conflicto armado y es por ello que el Derecho Internacional Humanitario les confiere una amplia protección en cualquier conflagración, pero eso no las exime de sufrimientos y vejámenes.

Esa vulnerabilidad está fundamentada no en su condición de féminas, más bien responde a las necesidades específicas básicas que tienen en materia de salud, higiene, características fisiológicas o vinculadas a su papel de madres.

Eman Ahmed Khammas, que dirige el Centro de Supervisión de la Ocupación en Bagdad, asegura que la situación de las mujeres iraquíes es peor ahora que antes de la guerra.

Uno de los grandes logros del gobierno del ex presidente Saddam Hussein fue precisamente los avances obtenidos por las mujeres después de largos años de lucha y reivindicación de sus derechos.

Antes de la invasión y ocupación, Iraq era el estado del Oriente Medio con más féminas profesionales en posición de poder y en la actualidad la mayoría han abandonado sus puestos, por las constantes amenazas y presiones.

Si en 1987 del siglo pasado el 75 por ciento de las mujeres iraquíes sabían leer y escribir, tres años antes de la guerra el porcentaje bajó hasta menos del 25 al tener que dedicarse a las tareas tradicionales del hogar y como consecuencia del desgaste de las medidas de bloqueo.

En la actualidad, las miembros del Parlamento no pueden asumir plenamente sus cargos y funciones, al representar sólo un número para llenar y promover las listas de los candidatos en las elecciones.

Estudios sociológicos demuestran que como secuela de la guerra las féminas iraquíes perdieron su identidad y categoría social.

A la muerte de sus seres queridos, el abandono o la lucha por la supervivencia diaria se suman los efectos de las divisiones sectarias promovidas por Estados Unidos como estrategia de la máxima romana divide y vencerás.

En sólo un mes hubo 500 divorcios forzosos, simplemente porque los cónyuges pertenecían a sectas religiosas diferentes, mientras la tasa aumenta por día, con sus efectos en el orden material y psicológico.

El desempleo y la muerte de miles de hombres llevaron a la mayoría de las féminas a ser el sostén y el soporte de la carga sentimental y material de la familia.

Los costos de los millones de millones de dólares gastados en la guerra poco importan a las mujeres iraquíes, pero todas sí conocen bien las consecuencias humanas sufridas por ellas, sus hijos, maridos y familiares en estos últimos cinco años de invasión y ocupación estadounidense.

www.prensa-latina.cu

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