lunes, 25 de febrero de 2008

Entrevista a Luis Montes, ex-jefe del servicio de urgencias del Severo Ochoa.

DIAGONAL charla con el que se ha convertido ya en un icono de la lucha por la sanidad pública, el médico anestesista del hospital Severo Ochoa Luis Montes.

Dice estar sobrepasado por el protagonismo público y mediático adquirido en los últimos días. Luis Montes (Arribes del Duero, Salamanca, 1949), ex jefe del servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa, apenas ha empezado a explicar esto al comienzo de la charla que mantuvo con DIAGONAL, cuando se le acerca una mujer para abrazarle y mostrarle su apoyo. “Es así todo el tiempo”, comenta entre la satisfacción y el agotamiento. Convertido de la noche a la mañana en icono de la lucha por una sanidad pública en Madrid, Montes no esperaba que la respuesta a la sentencia absolutoria fuera tan espectacular.

DIAGONAL: De la indiferencia a la canonización. ¿No teme ser utilizado justo en esta época para ganar votos? El PSOE observaba desde la barrera y no le apoyó con claridad al comienzo del proceso.

LUIS MONTES: Yo creo que no es así tampoco, si hablamos de Madrid. Cuando surge el conflicto por parte de la Consejería de Sanidad, sí que hay un intento de utilizarlo en el combate electoral, pero después se reacciona, se toma contacto con los trabajadores, y tanto el PSOE de Madrid como todos los partidos de izquierda nos apoyan, si bien no tanto como los usuarios y los vecinos de Leganés del Área 9 que atendemos. A los 15 días de producirse la crisis hubo una manifestación de solidaridad que desactivó parte de lo que querían con la campaña de desprestigio, que era romper la confianza del usuario con la atención que recibe de un servicio público.

D.: ¿Quién piensas que está detrás de la denuncia anónima de las 400 sedaciones irregulares? ¿Por qué no trascendió la realizada dos años antes?

L.M.: Dos años antes pasamos por una inspección de cuatro meses y la auditoría planteó con claridad que no había habido mala práctica. La Consejería de Sanidad, en esa ocasión, del mismo Gobierno que la de ahora, lo llevó con mucha cautela y discreción. Nos llamó la atención que con una denuncia anónima del mismo tipo dos años después lo primero que se hace es destituirme, con lo cual ya se me condena, y empieza una gran campaña mediática de encargo por parte de la Consejería, que no fue coyuntural, sino de tres meses. Parece que estaba muy pensada, con premeditación y alevosía, para levantar una cortina de humo con varios objetivos. Uno, abrir un frente más en la política de confrontación que tenía la Comunidad Autónoma de Madrid con el Gobierno central, el de la eutanasia.

Se había dicho que aún no tocaba hablar de este tema, y parece que sí que tocaba. Y quizás por eso no ha habido una postura más activa por parte del Gobierno, porque quizás no querían abrir ese otro punto de debate.

Por otra parte, a nivel económico, al mes de surgir la crisis del Severo Ochoa se firman los contratos con empresas privadas para la construcción de los nuevos hospitales, sin un debate sobre los nuevos sistemas de financiación y zonificación de Madrid, porque quien ha ocupado ese debate ha sido el Severo Ochoa. Además, a nivel ideológico las encuestas de opinión señalaban que había una mayoría a favor de la eutanasia, le habían dado un Óscar a Mar Adentro, salió la película de Clint Eastwood… Era un momento en que no convenía aumentar derechos ciudadanos.

D.: ¿Crees que conseguirás sentar a Lamela en el banquillo?

L.M.: El poder tiene todos los poderes, y ésta es una lucha a lo David y Goliat. Pero habrá que esperar, y yo creo que hay suficiente material para que prospere una denuncia por mentiras, por injurias y calumnias. Otra cosa es que surja una condena. Ya sabemos todos cómo es la Justicia en este país. Depende del juez que te toque. Espero que, igual que pasó conmigo, el ex consejero de Sanidad vaya a un juzgado, se siente en un banquillo y que sepamos qué juzgado es, qué banquillo es, y, como hizo el PP conmigo al gritarme asesino, al entrar Lamela, los vecinos y militantes de los barrios del sur podamos ir a esperarle, y gritarle mentiroso, mal político... Y no me muevo por venganza, como he visto publicado, sino por justicia y equidad.

D.: ¿Te esperabas la reacción que han tenido tanto el ex consejero de Sanidad como Aguirre, al no retractarse de nada y sentirse orgullosos de su gestión?

L.M.: Conociendo al Gobierno de la Comunidad, caracterizado sobre todo por la soberbia y la arrogancia, el reconocimiento de mala práctica en la gestión sería un acto de humildad que no imagino en estos cafres, no me sale otra palabra para definirles. Me esperaba otra huida hacia adelante, y que negaran la mayor y la menor. Así han dicho las tonterías que han dicho, como que nunca me han acusado de nada, que estoy cesado por irregularidades administrativas, que se muere menos gente desde que yo no estoy... Una mentira tras otra para no asumir ninguna responsabilidad política. Entiendo que esta responsabilidad la deben pagar en las próximas elecciones, que la arrogancia política les pase factura.

D.: ¿Cómo va el resto de causas abiertas, contra la Cope, La Razón...?

L.M.: El tema es que no tenemos dinero para sufragar todo esto, porque la Justicia en este país es muy cara. Queremos abrir una campaña de solidaridad para recaudar fondos y que nuestro equipo de abogados trabaje full time en esta causa. Ha de hacerse justicia, creo que esto es un sentimiento generalizado. Según los fondos que saquemos, ampliaremos las querellas o no contra gente que ha dicho verdaderas burradas en artículos de opinión en El Mundo, La Razón, Telemadrid, periódicos de provincias, etc. El abanico de posibilidades es amplísimo, las posibilidades económicas escasas.

D.: ¿Por qué su equipo y no otro?

L.M.: El hospital Severo Ochoa abrió con una clara mentalidad de cambio en la política de asistencia, nos creímos el desarrollo integral y comunitario de un área sanitaria. Pienso que era el buque insignia en Madrid de la sanidad pública y convenía dar ahí el golpe. Creo que el Severo Ochoa se va a convertir en un hito y un paradigma de resistencia en el sector sanitario. Los profesionales más significados, que apoyaron o se quejaron, fueron reprimidos. Es el caso de cinco jefes de servicio que llevaban 20 años trabajando. La persecución ha sido política e ideológica. Médicos que trabajaran conmigo ya no queda ninguno en el hospital. Algunos están trabajando en otras comunidades autónomas, otros han buscado trabajo en la sanidad privada.

D.: ¿No hay muchas similitudes entre la persecución que se desata contra el Severo y la que existe contra las clínicas que practican abortos? Denuncias anónimas, campaña mediática de medios ultraconservadores...

L.M.: Durante los cuatro primeros años de apertura, hasta 1990, el Severo Ochoa era el único hospital público que practicaba abortos, que apoyaba la interrupción voluntaria del embarazo. Metodológicamente ambos casos son idénticos: una denuncia anónima, el mismo desarrollo de una campaña mediática, buscar un juez que admita a trámite las denuncias y empiece a llamar a declarar a las mujeres... Ahora supongo que se tratará de mantener en el tiempo dicha campaña de acoso, como nos ocurrió a nosotros.

D.: Además, se ha colocado en puestos claves de responsabilidad sanitaria a miembros de Legionarios de Cristo, Opus Dei...

L.M.: Principalmente del Opus. Un ejemplo, de hecho, es mi jefa de servicio, Luisa González, que tiene como única experiencia una residencia en la Clínica Universitaria Navarra y haber trabajado dos o tres años como facultativo especialista de área, y de pronto recibe el nombramiento como jefa de servicio en un hospital público de prestigio.

D.: ¿Cuál es la situación de los cuidados paliativos en el Estado español?

L.M.: Por desarrollar. Nosotros no hemos hecho cuidados paliativos. Los cuidados paliativos están desarrollados sobre todo para pacientes oncológicos, pero son una minoría. Y una minoría son también los pacientes que mueren en casa con un servicio de atención domiciliaria. La mayoría muere en el hospital y de pena, sin cuidados paliativos y sin nada. El médico, sea o no paliativista, cuenta en su formación y en su arsenal terapéutico con suficientes recursos para que ningún paciente que esté en agonía sufra. No hace falta que el enfermo haya pasado por una unidad de cuidados paliativos.

Cualquier médico está preparado para tratar los síntomas del final de la vida, no hacerlo es delito por omisión. La calidad de la muerte no hace falta legislarla, hay suficiente contenido legal para que se contemple como una actividad habitual, como lo era. Y tampoco cabe la objeción de conciencia. Todos queremos la vida. Lo que no puede pasar en el siglo XXI es que una persona muera a gritos y agarrada a los muelles de un colchón.

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