lunes, 18 de febrero de 2008

El capital ficticio ardió.

Cuando aún no ha completado su primera década, el siglo XXI ya atraviesa por la tercera crisis financiera. En 2000, el estallido de la burbuja de Internet hizo desaparecer el 90% de las empresas puntocom; en 2001, el caso Enron y la multiplicación de los escándalos en la USamérica corporativa, con la complicidad de las compañías auditoras y de los bancos de negocios; y desde fines de julio de 2007, el incendio de las hipotecas subprime, cuyo alcance todavía no es previsible.


Con calmas transitorias y bajas espectaculares en la bolsa, hace siete meses que la crisis se arrastra. A principios de febrero de 2008 las principales bolsas de Asia cerraron su quinta semana consecutiva de pérdidas, su período de caída más prolongado de los últimos tres años, a excepción del Sudeste asiático.

Esta crisis financiera se manifestó en primer término en los grandes bancos norteamericanos (Citigroup, Merrill Lynch, JP Morgan, Bank of America, ...) los mismos que administran índices que catalogan el riesgo de las empresas, así como las economías de los países pobres. En las décadas anteriores con la manipulación de sus índices de riesgo presionaron a favor del pago de la deuda externa, de las privatizaciones, de las “aperturas” de las economías al saqueo de las transnacionales, de las contra-reformas de la previdencia, etc. Sus índices bajaban el “riesgo país” cuando los gobiernos se sometían al “neoliberalismo”. Complementaban el trabajo de pillaje de las instituciones internacionales de dominación del imperio. Trabajaron asociados al FMI y el BM para el impulso a los programas fondomonetaristas que desataron las crisis financieras de la década del 90 en los países “en desarrollo”.

Estos “expertos” clasificadores del riesgo de los otros, tienen sus carteras contaminadas con préstamos hipotecarios estadounidenses impagables. Y esto no es porque fueron engañados, sino porque son cómplices del engaño.


Falso boom de la construcción


La crisis no comienza y termina en los “solventes” bancos USamericanos. Las famosas hipotecas “subprime” provienen de un falso auge de la construcción impulsado por el gobierno estadounidense y la Reserva Federal (Fed) en 2003-2004. No existía una demanda real de inmuebles producto de un crecimiento de la economía que hubiera acrecentado la adquisición y la capacidad de endeudamiento de la población. Por el contrario, la aplicación de las recetas del Consenso de Washington en la propia población estadounidense –rebaja de los impuestos a los ricos, recorte de los beneficios sociales a los pobres, a los trabajadores y a la clase media, aumento de la precariedad y la desocupación en el trabajo y gasto en armamentismo y guerra- contrajeron la capacidad de consumo y de demanda de bienes.


El gobierno y la Fed impulsaron el otorgamiento de créditos bancarios para la construcción. Tanto la Suprema Corte como el Congreso –confirmando la “independencia” de los poderes- colaboraron con el plan. La Suprema Corte aprobó dictámenes contra la sindicalización de los indocumentados para facilitar el flujo hacia la construcción de una mano de obra barata y sin derechos. En el Congreso, mientras tanto, el ultra neoconservador Frank James Sensenbrenner Jr. representante republicano por Wisconsin presentó una ley de reforma migratoria que considera a los millones de inmigrantes ilegales que trabajan en EE.UU. como criminales que deben ser arrestados y deportados. Era la US-PATRIOT Act de los inmigrantes. No es casual, porque fue Sensenbrenner quien presentó la US-PATRIOT Act en el Congreso en el 2001. Cuando los inmuebles estuvieron prontos se promovió una corrida de especulación inmobiliaria con la promesa de una buena ganancia futura. Pero cuando se quiso realizar los inmuebles en el mercado, la demanda no existía. Entonces se rebajaron los requisitos y garantías de las hipotecas para incentivar una falsa demanda. Estas son las famosas hipotecas “subprime” o de alto riesgo, que los españoles llaman “hipotecas locas” pero en realidad el nombre que mejor les cae es “hipotecas basura” porque fueron otorgadas concientemente a quienes no tenían condiciones de pagarlas.


Los grandes bancos estadounidenses expertos en repasar pérdidas, actuaron como los tahúres: barajaron y empaquetaron las “subprime” transformándolas en títulos. Hay productos financieros que se empaquetaron hasta siete u ocho veces, y a continuación se titulizaron. Son una verdadera caja de Pandora distribuidos por las carteras de las entidades financieras en el mundo. La gran pregunta es ¿hasta dónde llega el contagio con esos títulos envenenados? Después de los bancos, las entidades que están en la mira son las Hedge Funds (o fondos de alto riesgo) y las compañías aseguradoras de bonos. La caída de las bolsas de valores del lunes 21 de enero se debió a que dos días antes, la agencia de calificación de riesgo Fitch rebajaba la solvencia a Ambac Assurance, una de las principales compañías aseguradoras de bonos de EE.UU.

A pesar de la intervención inmediata a la explosión de la burbuja inmobiliaria, de los bancos centrales estadounidense, europeo y asiáticos para cubrir las pérdidas, aún siguen apareciendo otros contaminados. La semana pasada Japón -la segunda economía del mundo- que ha tenido una larga convalecencia de su propia crisis hipotecaria de1990 reconoció que sus principales bancos van a tener recortes millonarios en sus beneficios por causa de las hipotecas “subprime” que envenenan sus carteras. Esta es la razón del desplome de la bolsa de Tokio en la última semana.


“El rebote del gato muerto”


Por su parte Wall Street y otras bolsas de valores tienen las cotizaciones accionarias amenazadas por varios flancos. En primer lugar las acciones de los bancos y otras instituciones financieras con el virus de las subprime. Luego los fondos de inversión también contaminados por las “hipotecas basura”. Quizá estos fondos deban verse obligados a deshacerse de carteras de acciones –con consecuencias negativas en las cotizaciones- para cubrir los agujeros de los paquetes titulizados con “hipotecas basura” en sus entrañas.


Pero además en las últimas décadas se impuso una nueva “governanza” entre los ejecutivos que dio prioridad al valor de las acciones y al reparto de dividendos sobre la realidad productiva de las empresas. Lo financiero pasó a primer plano, es lo hegemónico; lo productivo o lo industrial es subsidiario de lo financiero. El valor de la acción de una empresa es más importante, que la producción o los servicios que genera. Los pagos de salarios y premios millonarios a los ejecutivos en acciones de su empresa (stock-options), incentivaron la visión financiera por sobre el proceso productivo que es donde en realidad se crea valor.


Esa obsesión por mantener las cotizaciones de las acciones a toda costa siempre altas es lo que llevó, por ejemplo, a los fraudes contables de la Enron. Y es también lo que condujo a los grupos industriales a endeudarse en el mercado de préstamos obligatorios para comprar sus propias acciones, e impedir una caída en las cotizaciones o lograr incluso un ligero repunte. Estas y otras formas de maniobras para subir artificialmente las cotizaciones es lo que en la jerga financiera se conoce como “el rebote del gato muerto”.


El gran problema es que el mercado financiero globalizado tiene más gatos muertos rebotando que felinos saludables.


Inflando el globo del capital ficticio


El tercer factor que amenaza profundizar la crisis financiera es la inminencia de una recesión en la economía de EE.UU. y las poco saludables medidas económicas de las autoridades estadounidenses. Como en el 2000, el gobierno Bush optó por enfrentar la recesión con un nuevo impulso al déficit presupuestario, duplicándolo para los dos años próximos. Déficit, producto de una nueva reducción de impuestos a los ricos. El imperio confía en que los bancos asiáticos seguirán comprando bonos del tesoro, acciones y acumulando dólares devaluados y por tanto enjugando los déficit USamericanos, como hicieron hasta ahora. Es importante medir el volumen de la deuda de Estados Unidos para comprender la gravedad del problema.


Con un Producto Interno Bruto (2006) de 13.200 miles de millones de dólares (es decir 13,2 billones de U$S en español o 13,2 trillones en inglés) EE.UU. fue la locomotora que empujó el crecimiento económico del capitalismo globalizado. Hacia finales del 2006 la deuda total estadounidense (pública, empresarial y personal) llegaba a los 48 billones (trillones en inglés) de dólares: entre tres y cuatro veces el Producto Interno Bruto USamericano (360% mayor) y superior al Producto Bruto Mundial. Esto significa que la economía estadounidense funciona apoyada en tres cuartas partes de capital virtual. Esto, si aceptamos que la otra cuarta parte es de alguna forma necesaria para el funcionamiento del crédito en el capitalismo. Este crecimiento descomunal del capital ficticio, paga el sobreconsumo irresponsable de los estadounidenses (las deudas del consumo en EE.UU. son hoy más del 70% de su PIB) y los gastos militaristas del estado. Aunque el keynesianismo-militar se comenzó a impulsar decididamente con Reagan, los cuatro últimos gobiernos lo incentivaron sin descanso.


Pero fue bajo Bush y el pleno dominio de los neoconservadores y su política de “guerra perpetua” que el complejo industrial-militar se consolidó como motor de “desarrollo y globalización” y las industrias y servicios centrados en la destrucción y la muerte, como propulsores de la “economía de mercado”.


La crisis de las empresas puntocom en el 2000 y la actual crisis de las subprime son en realidad procesos de quema de capital ficticio. En ambas crisis, pero más aún en la actual, Estados Unidos repartió los costos del incendio con el capitalismo europeo y asiático.


Otras aristas de la crisis


Pero aquí no terminan los problemas del capital. Esta crisis de arrastre tiene dos componentes más que amenazan el sistema. Por un lado la desconfianza creciente en el dólar como moneda mundial y por otro el fin de la indiscutible hegemonía de las instituciones internacionales de dominación.


La expansión desorbitada del capital ilusorio se sostiene en el privilegio estadounidense de ser el dólar la moneda mundial, de emitirla sin ningún control y de tener como único costo el de emisión y distribución. Las cifras indican que la delirante expansión del Pentágono no se sustenta en la economía real de EE.UU. sino en deuda y una emisión descontrolada de la moneda USamericana.


La desvalorización creciente del dólar confirma la fuerte tendencia de su descrédito. Cada vez hay más reticencia de los países en mantener sus reservas en dólares, bonos y acciones estadounidenses. Pero más aún, se lo cuestiona como moneda mundial. Ya se colocó el debate en la OPEP para dejar de cotizar el petróleo en dólares y pasar a hacerlo en una canasta de monedas. Se discute reconvertir a euros las reservas de los países árabes. Se expande la zona del rand en África. Existe una propuesta rusa de unirse a China para una moneda de reservas en común. Brasil y Argentina a partir del 2008 dejan de utilizar el dólar como moneda de intercambio entre ellos.


Respecto a las instituciones internacionales, la memoria reciente de los desastres que provocaron les ha quitado toda legitimidad. En la crisis asiática de fines de los 90 sólo Malasia se opuso al paquete fondomonetarista y fue el único país que superó la situación sin un desastre financiero. En África el purgante fondomonetarista produjo una verdadera tragedia humanitaria en las últimas dos décadas. La negativa de los principales países africanos -Senegal, Suráfrica y Namibia- a los Acuerdos de Asociación Económica (EPA’s) propuestos por Europa, es una clara rebelión contra las directivas “neoliberales”. En el encuentro África-Europa en Lisboa, en diciembre pasado, se rechazaron los EPA’s –clones de los TLCs- que pretenden imponer una apertura indiscriminada de las saqueadas economías africanas, para ampliar el pillaje de las transnacionales europeas.(1)


En Latino América ya no hay unanimidad en la aceptación de las directivas de estas instituciones como en las décadas del 80 y 90. Y en el Mercosur se aprobó la formación de un Banco del Sur para sustituirlas.

La situación resalta hoy el acierto de aquellos que se opusieron al ALCA. La crisis financiera y la inminencia de la recesión en EE.UU. amenaza sobretodo a los países de los gobiernos entreguistas que aprobaron TLCs. Mientras el gobierno chileno optó por la falsificación de las estadísticas oficiales de los niveles de pobreza y desigualdad para maquillar el pillaje del “neoliberalismo” (2), México vive un proceso de movilización de organizaciones campesinas, sindicales y sociales contra el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) (3). Ellos, así como Perú, Colombia y los países centroamericanos que aprobaron TLCs. están condenados a absorber su correspondiente pedazo de crisis estadounidense.


La crisis no se restringe a lo financiero


A pesar de la intervención de salvataje de los bancos centrales, continúa la crisis. Los nuevos rescatadores de los bancos auto-envenenados con las sub-prime son los fondos soberanos (sovereign-wealth funds). Los fondos soberanos son fondos de capital público de los países “emergentes” (China, Arabia Saudí, Abu Dhabi, ...) con enormes reservas de divisas por poseer materias primas con los precios al alza, en especial, petróleo. Algunos socios de EE.UU. aceptaron quemar parte de esos fondos como auxilio a los buitres bancarios del imperio.


Pero, como vimos, la crisis tiene muchas aristas y su “corazón de las tinieblas” es un enorme globo de capital ficticio, que el gobierno estadounidense está decidido a seguir inflando y que es el inconsistente respaldo de la economía del imperio.


El incendio de las “hipotecas basura”, los fraudes contables, los gatos muertos rebotando, el predominio del capital ficticio, la recesión estadounidense, el descrédito de la moneda mundial y de las instituciones internacionales de dominación, son todos síntomas del carácter estructural de la crisis del sistema capitalista.


Por ahora sólo adelantaremos sus atributos específicos, según István Mészáros (4):

- Su extensión es universal, no se trata de una crisis en una rama de la industria o en una esfera particular (financiera, comercial, etc.)

- Su alcance es global. No abarca a un grupo de países o región del mundo como fueron las principales crisis del pasado. Los distintos componentes de la crisis se expresan en menor o mayor medida en todos los países.

- No se trata de una crisis cíclica, sino de una crisis permanente.

- No es una crisis tipo “tempestad” o colapso violento con un período limitado de quiebras industriales, comerciales o financieras. Se trata de una crisis de arrastre o extendida, acumulativa, endémica o crónica.

Los componentes de esta crisis estructural del sistema que devienen de una nueva mecánica de acumulación del capital, quedan para un próximo artículo.

Juan Luis Berterretche

Isla de Santa Catarina

Febrero de 2008

Notas

(1) Ignacio Ramonet, África, dice NO Mail & Guardian


(2) El lunes 7 de enero de 2008, en el Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Santiago, se inauguró el Seminario Internacional Equidad, Trabajo y Competitividad en un Mundo Global, convocado por el Consejo Asesor Presidencial CAPTES, financiado por la Presidencia de la República e inaugurado por la presidenta Bachelet. Fue en el plenario de este seminario internacional que un integrante denunció la estafa estadístico-económico-política en los resultados de la "Encuesta de Caracterización Socioeconómica" (CASEN). Desde hace 10 años se falsean las cifras de pobreza, desigualdad y ocupación para alimentar el fraude del “milagro neoliberal chileno”. Arturo Alejandro Muñoz, Kaos en la Red.


(3) A fines de diciembre 2007, organizaciones sociales, campesinas y obreras hicieron una movilización de 200 mil personas en el Zócalo contra el TLCAN. http://www.jornada.unam.mx/


(4) Mészáros, István Beyond Capital, Towards a Theory of Transition, cap.15,16 y 18. Merlin Press, Londres, 1995

www.eutsi.org

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