miércoles, 16 de enero de 2008

México y las sombras del TLC con EEUU: “Sin maíz no hay país, sin frijol tampoco”

...por Alma Delia Calderón López

El 1 de enero entraba en vigor en México el apartado agrícola del Tratado de Libre Comercio con América de Norte (TLCAN). Una ola de protestas ha recorrido el país.

A partir del 1 de enero de 2008 se concretó la liberación total de las fronteras comerciales entre los países del norte y México a través de la introducción de maíz, frijol, caña de azúcar y leche en polvo a territorio nacional. Estas medidas han provocado una serie de movilizaciones por parte de las organizaciones campesinas y de base contra este apartado agropecuario. Las asociaciones exigen al Gobierno de Felipe Calderón que dé marcha atrás a la introducción de semillas y productos de la canasta básica de extranjeros que, además, vulneran la soberanía alimentaria y generan una mayor dependencia hacia Estados Unidos y Canadá.

Por ello se está gestando un frente de lucha bajo el lema “Sin maíz no hay país, sin frijol tampoco”, conformado por organizaciones como la Confederacion Nacional Campesina, que se oponen al cumplimiento del Tratado del Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y exigen una revisión minuciosa del apartado agropecuario que libera del impuesto arancelario al maíz, frijol, caña de azúcar y leche en polvo. Además de atentar, según denuncian, contra la soberanía alimentaria, el escenario se convierte en desalentador para el pueblo de México, que se enfrenta a una fuerte demanda de biocomustible obtenido del maíz, lo que ocasiona desabasto alimentario y por lo tanto, el encarecimiento de la semilla básica y sus derivados, como la tortilla.

En este sentido se esperan una serie de movilizaciones que ya comenzaron el primer minuto del 1 de enero, cuando dichas organizaciones se dieron cita en la frontera en Ciudad Juárez y El Paso para realizar una valla humana con el objetivo de evitar que se introdujera mercancías provenientes de Estados Unidos y exigir la soberanía alimentaria. Por otro lado se prevén para los próximos días una serie de juicios y demandas legales contra este apartado y, a su vez, un plan de lucha nacional donde el objetivo será exigir el cumplimento del “acuerdo nacional para el campo”, mejorar las condiciones de producción y abasto de alimentos, evitar el consumo de semillas transgénicas, la especulación de intermediarios y abatir la dependencia y monopolio de las empresas transnacionales.

Las secuelas del TLCAN
Durante el sexenio 1988-1994, el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, impulsó una serie de acuerdos bilaterales con EE UU y Canadá para iniciar una nueva etapa de intercambio comercial e introducir a México en una economía de “primer mundo”. Sin embargo, desde 1992, a través de las reformas del artículo 27 de la Constitución, la clase política y los tecnócratas pristas preparaban el terreno para el surgimiento del TLCAN que significaría entre otras cosas la liberación paulatina de las fronteras comerciales entre Estados Unidos, Canadá y México, comenzando con una oleada de privatizaciones que, a 14 años, traería consigo la puesta en venta de los recursos naturales, el saqueo de la biodiversidad genética y el despojo de tierras de comunidades enteras.

El TLCAN entró en vigor el 1 de enero de 1994 comenzando por la liberación arancelaria en el sector industrial y, como consecuencia de esta apertura comercial, en diciembre de 1993 el ramo manufacturero local despidió a un 35% de la población empleada. En segundo lugar quedó la industria maderera con una contracción del 33%, y el sector de minerales no metálicos registró una caída del 20,3% del empleo mientras que la fabricación de sustancias químicas y de artículos derivados del petróleo y plásticos registró el 16% menos de trabajadores. Estas cifras comenzaron a reflejar las desventajas de una política económica que no sólo desfavoreció a la industria manufacturera local, sino que abrió brechas hacia una nueva forma de explotación comercial en donde la industria maquiladora encontró su mejor aliado para el establecimiento de un sinnúmero de fábricas electrónicas como Siemens, IBM, Selectronyc, General Electric, entre otras. A lo largo y ancho del país a través de la creación de corredores industriales como Silicon Valley, que se fortaleció gracias a programas disfrazados de política social como “Solidaridad”, programa salinista que realizó un gran aporte a la creación de toda una infraestructura de vías de comunicación y que permitió la movilidad de mercancías en masa de Estados Unidos a México.

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