domingo, 9 de diciembre de 2007

Chávez, Venezuela y “el hombre nuevo”



Ensayo de aproximación crítica al experimento político bolivariano desde la perspectiva antipedagógica

...por Pedro García Olivo
  1. Tras diecisiete días en Venezuela, impartiendo conferencias en universidades y centros culturales “oficialistas”, charlando con profesores, estudiantes, políticos y burócratas comprometidos con el proceso político bolivariano, hemos alcanzado un desasosegante haz de sospechas. Nos parece que el experimento social venezolano se halla irremediablemente viciado, y muy poco cabe esperar de ese viraje para los anhelos libertarios. No por ello dejamos de reconocer la oportunidad de los “cortafuegos” estratégicos que ha sabido levantar contra los apetitos insaciables del Capital internacional y de las oligarquías locales. Si no un dique, al menos una esclusa se ha constituido en Venezuela para “regular” los caudales del torrente imperialista que, de todas formas, continúa anegando el país. Quede claro también, desde el principio, nuestra máxima aversión al estado de cosas que antecedía a la intervención chavista y nuestra repugnancia casi física ante los ladridos desesperados de esos perros de presa capitalistas que el común de los venezolanos nombra, muy acertadamente, “escuálidos”. Porque apenas resulta concebible mayor escualidez mental que la de estos jerifaltes homicidas recién “recortados” en sus prerrogativas.

    Pero, como críticos radicales de la Educación Administrada, de la Escuela por definición “capitalista”, tememos una Revolución que se asiste de los conceptos y de los procedimientos más abominables de la pedagogía occidental, que revitaliza el principio mismo de Auschwitz (no es una circunstancia irrelevante que, entre los apresados y encarcelados por oponerse al nuevo rumbo político, se hallen, según nos comentaron en el Centro de la Cultura Libertaria de Bogotá, jóvenes del llamado “movimiento alternativo”, anarquistas, sensibilidades anti-autoritarias, socialistas no-dogmáticos,...); desconfiamos de un Reformismo que se apoya en las categorías filosóficas de la Modernidad opresiva (“lisiada”, “genocida” y “perfectamente cínica”, como cabría adjetivar alterando sin traición palabras de otros, Adorno y Sloterdijk entre ellos), que se funda en la vieja Razón política lo mismo que Stalin, igual que Hitler, tal nuestras Democracias Liberales.

  2. En la coyuntura histórica de la “crisis de las lógicas políticas clásicas”, cuando las subjetividades menos adocenadas se abren por fin a una crítica radical de la Razón política, a un cuestionamiento de esa forma burguesa de racionalidad soldada desde el origen a los motivos del Estado y de la Producción (y que se materializaba en instituciones y prácticas hoy menos amordazadas que represivas, como los sindicatos, los partidos, la huelga corporativa, etc.), en este trance del ocaso de los “ídolos del foro” (F. Bacon), no podemos aplaudir un proceso en última instancia burocrático, necesariamente homogeneizador, mercantilista y desarrollista según los parámetros del Capital... Lo “padece” hoy la Naturaleza, como no escapa a casi nadie, ni siquiera a lo más salvable de la Nomenclatura, que mira con amortiguado complejo de culpa (habría que decir, mejor, “conciencia de culpa”) las destrucciones aberrantes en el Amazonas; lo “padecen” las comunidades indígenas, de nuevo amenazadas por un Estado avasallador, incapaz de tolerar la diferencia, de respetar el “localismo trascendente” de los pueblos indios, dispuesto a vehicular las estrategias maquiavélicas del soborno y del chantaje para “absorber” e “integrar” esos reductos tradicionalmente hostiles a todo poder central omnívoro y a toda filosofía política universalista; lo “padecen” los trabajadores reflexivos que no han sucumbido al “mesianismo” ambiente y detestan un movimiento caudillista, que pudiera desembocar en las viejas y tristes playas del Populismo demagógico.
  3. Buena parte de los sectores populares son “chavistas” por mesianismo; círculos de las clases medias y de la intelectualidad son “socialistas” por ilustración; y la burguesía venezolana es, al mismo tiempo, “anti-chavista” y “anti-socialista” por interés...

    En esta tesitura, el experimento bolivariano se ve forzado a implementar una “ofensiva escolar”, una dinámica culturizadora “oficial” que procura convertir el “mesianismo” (ese “cheque en blanco” que los pobres dan a Chávez, esa fidelidad ciega al Jefe, ese amor inmenso al Salvador de la Patria) en “socialismo”, en “conciencia revolucionaria”; y aparecen las “misiones educativas” (Misión Robinson, Misión Sucre, etc.), plegadas sobre el modelo de la “evangelización”, de la “prédica”, del “poder pastoral” (Foucault), de la “ética de la doma y de la cría” (Nietzsche), de la praxis “demiúrgica", “moldeadora de la personalidad”. Se procede a una auténtica “colonización interior” (Provansal), alentada por la tropa “elitista”de los Educadores-Conciencia, fundada en la separación ideológica entre una “aristocracia del saber” preparada para irradiar el Conocimiento y la Verdad (Althusser, por un lado, y Lévi-Leblond, por otro, hablaron, a este respecto, de una “ideología del experto o de la competencia”) y unas “masas subalternas” que viven en la semi-oscuridad, en la ignorancia, en el error, y que es preciso “desalinear y encauzar”.

    Al lado del Educador, como siempre, prolifera el Mito, el personaje histórico sacralizado, beatificado, glorificado: Bolívar más que Santander, el maestro Rodríguez, Francisco de Miranda,... Y, como soporte, se articula una impúdica manipulación de la historia, una soberana falsificación de la memoria, que genera Héroes y Gestas, Redentores y Campañas Épicas, Monumentos y Leyendas,... Sacando partido de un autor por lo demás muy poco aprovechable, excelente mediocridad seducida por el Pensamiento Único, nos referimos a Jurgen Habermas, epígono vergonzante de la Escuela de Frankfurt, diríamos que asistimos a la monótona, indefectible y mil veces transida “empresa de legitimación” (historiográfica, ideológica, cultural,...) del orden político establecido. Mucho más sugerente, Nietzsche había hablado, para estas operaciones sobre el pasado, del recurso a una “historia demagógica y religiosa”, que, para justificar el presente, lanza sobre el ayer una “mirada de fin del mundo”. Ocurre en todas partes, desde luego. Pero desalienta, y sobre todo “delata”, que un proceso supuestamente revolucionario, orientado, si creemos en sus eslóganes, a forjar “una nueva humanidad” sobre la Tierra, no constituya una excepción...

    Para llevar a buen término este programa “evangelizador” (que nos recuerda la primera intrusión del cristianismo en el área y la posterior generalización coercitiva de las escuelas), único expediente reparador ante la coyuntura inaudita de “una Revolución sin revolucionarios” (no es lo mismo esperarlo todo de Chávez que estar dispuesto a sacrificarse en aras de un proyecto de transformación social), se fortalece la Nomenclatura, se ensancha la fila de los “designados” por el Régimen, se reparten puestos, privilegios y prebendas a los “elegidos” para la Alta Misión Proselitista, para el Sublime Esfuerzo Adoctrinador. Y nadie más propenso a la corrupción y al fraude, al cohecho y a la prevaricación, que un Educador mimado por la Autoridad... Conocimos gente así, en la quincena de nuestra visita... Por otra parte, nada más alejado del fomento del criticismo y la independencia de criterio, nada más extraño a una estimulación de la autonomía moral e intelectual, nada más ajeno al Hombre Consciente cuyo advenimiento se reclama y en nombre del cual las Misiones educativas surcan el país, que una praxis de inculcación ideológica intensiva, con currículos regulados por las autoridades culturales, surtidora sin fatiga de consignas políticas fabricadas en despachos conspicuos, entregada a una recitación incansable de un Texto Primero canonizado y centrada una y mil veces sobre la figura de ese Hombre Necio, estultísimo, el más feo de los hombres, el hombre caduco que llamamos “Profesor”. George Steiner nos ha recordado, en “Lecciones de los maestros”, la índole nefastamente religiosa de este personaje: “El Profesor no es más, pero tampoco menos, que un auditor y mensajero cuya receptividad, inspirada y luego educada, le ha permitido aprender un “logos” revelado, la “Palabra”, que “era en un principio”. Este es, en esencia, el modelo que presta también validez al maestro de la Tora, al explicador del Corán y al comentador del Nuevo Testamento.” E Ivan Illich llamó la atención sobre el “currículum oculto” de la práctica profesoral, que en todo lugar y en todo tiempo enseña subordinación y asentimiento, obediencia y conformismo, aun cuando la “pedagogía explícita” se centre en temas como el socialismo, la liberación de la mujer o el anti-imperialismo.

    Y lo que no se está dando, al menos con la intensidad que la tarea requeriría, es una atención sin prejuicios a los procesos populares de auto-educación, auto-expresión, auto-organización cultural; no se está incentivando la densificación de la red educativa informal, no-estatal, no-escolar, no-institucional. No se favorece esta dirección cultural que parte de abajo y aspira a ascender; no se atienden los saberes tradicionalmente excluidos y silenciados; no se estima el relato inclemente del pobre irredimible, la voz de los desahuciados, extraviados y auto-marginados, discurso inmune a las fanfarrias doctrinales, que, ciertamente, no cabe en los idearios progresistas o socialistas de la gente bien, y pone sobre la mesa aspectos perturbadores, contradictorios, abigarrados, indigeribles, dinamita “sin marca” para hacer estallar las cajas de caudales espirituales de los ricachones de izquierdas y de toda esa plaga de benefactores sociales que aspira a ganarse algún cielo mediante su ejercicio docente o su infraejercicio político. No se contempla el ámbito de la educación extra-escolar, anti-escolar, “callejera”, “espontánea”, “cotidiana”. Se desprestigian, incluso, los esfuerzos autónomos de transmisión y elaboración del saber, los proyectos populares de socialización no-pesquisada de la cultura, porque hay un interés altísimo en promocionar las dinámicas opuestas, las tecnologías adoctrinadoras, escolares o para-escolares, que caen “de arriba” como un mandato divino y tienen por objeto adaptar el material humano a las exigencias de la máquina política hegemónica. Absolutamente descartada queda, en este contexto, la menor reivindicación de un nuevo, aunque díscolo, “derecho humano”: derecho a la objeción escolar, a no padecer el secuestro “educativo”, a no convertirse en un “prisionero a tiempo parcial”, a no escuchar discursos que, a veces como cuchillos, cada vez más como caramelos envenenados, de hecho dañan y de hecho hieren...

    Sólo hay escuela donde hay opresión; y sólo se prorroga la escuela donde se pretende asimismo prorrogar la opresión. Así lo entendió Marx, que sugirió para los días del “Reino de la Libertad” un horizonte inequívoco de desaparición progresiva de la escuela (la comuna, la fábrica, la multiplicación aleatoria de centros culturales, colectivos, asociaciones, etc., absorberían las funciones usurpadas por la Escuela bajo el Capitalismo y se presentarían como “útiles”, “instancias”, “herramientas” para la auto-educación de la población; se erigirían en instrumentos no-coactivos para la auto-formación en libertad de hombres y mujeres autónomos). Así lo conceptuó también Blonskij, pronto marginado del proceso cultural soviético...

  4. Las autoridades políticas y culturales “bolivarianas”, dentro de su programa de legitimación y de su proyecto de reproducción ideológica, han recuperado un concepto que, ciertamente, tiende a caer periódicamente en manos desaprensivas: la idea del “Hombre Nuevo”. Y han edificado una horrorosa Patraña...

    Como indicábamos, al servicio del Hombre Nuevo futurible, para contribuir a su advenimiento, se ha creado un ejército de Educadores, de Profesores “en misión”. Educadores “mercenarios”, en el doble sentido de la palabra (en el sentido político, en tanto se insertan, tal un eslabón, en la cadena del autoritarismo, haciendo suyo el lema de Cortázar: “obedecer para mandar, mandar para obedecer”; y, en el sentido económico, por percibir un salario, por “pasar factura” de sus supuestos servicios a la causa de la mejora de la Humanidad), vendidos que calcan en sus determinaciones esenciales a aquel Hombre Viejísimo de la Antigüedad Griega, figura primigenia del despotismo moral y cultural de Occidente, el Enseñante “retribuido”, el Maestro sofista por ejemplo, también ambulante, también peregrino, ganándose asimismo la vida como Instructor desplazado...

    Para contribuir a la forja del Hombre Nuevo se recurre, pues, a un Hombre Viejo. Y se confía también en una Institución Vieja, la Escuela, dispositivo de “reforma moral” de la juventud inseparable de la génesis y paulatina remodelación del Capitalismo, engendro burgués donde los haya, artefacto diseñado y constantemente re-diseñado para la adaptación del material humano a los requerimientos de la Producción y del Estado.

    Jamás de la Escuela ha salido un Hombre Nuevo: conseguía, meramente, un Hombre Viejo corregido, un Hombre Viejo del cual se había extirpado su afición al desorden, su proclividad a la desobediencia, su potencial crítico y subversivo, su amor a la libertad y al saber no-dirigido. La radical ambivalencia del ser humano (su dualidad y bipolaridad esenciales) era “trabajada” en la escuela, aplastada en la escuela, persiguiendo en todo momento el modelo -¿no deberíamos decir la esquela?- del “hombre unidimensional”, por rehabilitar la expresión de H. Marcuse.

    También el nazismo aspiró a la emergencia y proliferación de un Hombre Nuevo; también encomendó esa tarea a los aparatos pedagógicos y educativos. También habló, en un principio, de Patria y Socialismo. Terriblemente desafortunado resulta hoy el “lema bolivariano”: “Patria, Socialismo o Muerte”, porque recuerda inmediatamente el eslogan nazi, el eslogan “nacionalsocialista”; y también nos parece calamitoso confiar en la Escuela para la elaboración de una Nueva Humanidad atenta a esa consigna. Si el Hombre Nuevo de Venezuela “cree” en la Patria, por ejemplo, no podrá admitir la figura del indígena localista, centrado sobre una identidad étnico-geográfica reducida, poco “patriota” desde luego, interesado, por añadidura, en defender y salvaguardar unos “usos y costumbres tradicionales”, autóctonos (ni “modernos”, ni “pre-modernos”, ni “post-modernos”), “leyes del pueblo” que en absoluto caben en la idea occidental, perfectamente moderna, de “socialismo”. ¿Qué hacemos entonces con el indígena no-patriota y no-socialista, aparte de marcar en su frente un anagrama de “Hombre Viejo” despreciable? ¿Y qué hacemos con los Hombres Viejos hostiles a toda idea de Patria, qué hacemos con los Nómadas, con los Sin-Hogar que tanto estimaba, entre otros, A. Gide (“Quisiera que te hubiese dado el deseo de salir, de salir de no importa dónde, de tu ciudad, de tu familia, de tu pensamiento”)? ¿Qué hacemos con los Fugitivos, con los Desertores, con los Resistentes al concepto, también moderno, miserablemente moderno, de Estado-Nación? ¿Qué hacemos con los Apátridas conscientes, tal Emil Cioran, y con los Apátridas instintivos, como los gitanos? ¿Qué hacemos, aparte de marcarlos lo mismo que animales enfermos, ejemplares defectuosos, muy por debajo del Hombre Nuevo nacionalista?

    Voy a dejar a un lado el plural de cortesía... Cada vez que oigo la palabra “Hombre Nuevo” me pongo a temblar: presiento un genocidio y me veo entre los eliminados. Yo amo lo que hay de beligerante, de insurrecto, de insumiso, por poco que sea, en el Hombre Viejo que me rodea, con el que me cruzo todos los días, hombre de carne y hueso como yo, con sus innumerables miserias y sus escasas grandezas. Y detesto la abstracción cruel de un “Hombre Nuevo”, ese fantasma desalmado, sin sangre y sin aliento, que los agente del poder manejan para perpetuarse en sus posiciones de dominio. Significativamente, también la UNESCO ha patrocinado un aborrecible libro de Edgard Morin (“Los siete saberes fundamentales para la educación del futuro”), en el que se consigna el ideal “antropológico” del Occidente capitalista, la meta pedagógica liberal para el nuevo mundo globalizado: “Una reforma planetaria de las mentalidades”. Es decir, universalizar un “Hombre Nuevo”, una Novedad Espiritual que coincide empíricamente con el sujeto dócil de Occidente, un autómata política y económicamente utilizable.

    ¡Reforma planetaria de las mentalidades! ¡Hombre Nuevo! ¿Cabe mayor ofensa a la inteligencia? ¿Es pensable un ultraje mayor a la vida?

  5. Si Chávez es “sincero”, y pugna por un tránsito real al socialismo (un socialismo que no podría dejar de ser, igualmente, “real”), habrá de recurrir a procedimientos literalmente “estalinistas”, desempolvando los temibles conceptos de Vanguardia Intelectual, Minoría Esclarecida, Trabajo de Concienciación, etc. En ello está, de un tiempo a esta parte, “formando” dirigentes y emisarios en instituciones serviles, déspota-ilustradas, como la Escuela Venezolana de Planificación, “encuadrando y politizando” juventudes en centros tal el Frente Francisco Miranda, dotando y bendiciendo “misiones educativas” altericidas,... En lo político-filosófico, recurrirá, pues, a las nociones “idealistas” y “metafísicas” que allanaron, por su mera inercia conceptual, el camino a los campos de concentración de Auschwitz y de Siberia; y, en lo económico, volverá a mirarse en aquel “espejo de la Producción” que, según Baudrillard, sustentaba la “ilusión crítica del materialismo histórico” –un representante del Ministerio de Educación Superior nos reiteró el término socialismo de mercado para definir la política económica de la actual “fase de transición”. ¿Socialismo de Mercado?

    Si Chávez no es “sincero”, y sueña meramente con el poder (político, económico) y con la celebridad histórica, detendrá el proceso de cambio en el punto exacto del capitalismo compensatorio: dignificar las condiciones de vida de los sectores populares, elevar su capacidad adquisitiva, sin alterar sustantivamente las relaciones sociales de producción, sin “erradicar a la burguesía” y, por supuesto, sin “erradicar al proletariado”. Las cooperativas que, según comentaristas del mismo entorno de Chávez, se han fomentado de un modo entusiástico y han sido abandonadas después a su suerte (quiebra, existencia meramente formal, corrupción,...), retroceden en la misma medida en que avanzan las empresas estatales, los negocios “nacionalizados”, y de este modo se extiende al lado del pequeño patrón burgués, un poco más agobiado en lo fiscal, el gran patrón del Estado. Y, bajo la tiranía de ambos patrones, tendremos siempre al proletariado, al trabajador explotado, a la carne de salario condenada a un indefinido enclaustramiento laboral. “El derecho al trabajo es, a lo sumo, derecho a un presidio industrial”, anotó Kropotkin; y poco importa que las reglas de la Cárcel laboral sirvan a un empresario individual o a un estado empresarial. Desde este punto de vista, el “socialismo del siglo XXI”, mejorando las condiciones de vida de los trabajadores y protegiéndolos en variable medida ante las vicisitudes y riesgos inherentes al Mercado, en muy poco se distinguiría ya de ese “capitalismo del siglo XXI” (Capitalismo de Rostro Humano, como “mienten” sus valedores) que, dejando a un lado las prácticas neoliberales puras, “fracasadas” en lo sustancial por el peso de las disfunciones que generan, explorará maneras de moderar los riesgos a los que se ve sometida la población, de atender precariedades sociales y limar desigualdades explosivas (“sutil intervencionismo de la organización estatal” que se dibuja tras las ‘recomendaciones’ de analistas como Gray, Giddens, etc.).

    Por claudicar ante la lógica del Estado y de la Producción, por centrar su praxis socializadora en el modelo opresivo de la Escuela y del Profesor (“Toda Venezuela una Escuela”, dice uno de los lemas bolivarianos), el experimento liderado por Chávez sólo puede desembocar en uno u otro de los lugares previsibles que baliza la Modernidad declinante: por la izquierda, en el “estalinismo del siglo XXI”, fármaco “de síntesis” con ingredientes del Capitalismo de Estado y de las Dictaduras Burocráticas hiper-reales; por la derecha, en una nueva modalidad de “populismo autoritario” (astucia para los países del Sur concebida por ese “Capitalismo amable” que empieza a fraguarse en el Norte) que no cancela la fractura social ni proscribe el trabajo alienado, aunque suaviza los modos de explotación y dulcifica relativamente las condiciones de vida de los pobres. En modo alguno se quiebra aquella lógica del Amo y del Esclavo apuntada por Hegel; de ningún modo se tienta la Diferencia política y social. Lo peor que podríamos decir sobre el tumulto venezolano de nuestro tiempo, si se afirma este desenlace “conservador”, es aquello que Z. Bauman anotó sobre los disturbios franceses de hace unos años: “Aquí no está pasando nada”.

www.alasbarricadas.org

Los trapicheos de Juan Carlos de Borbón

Por su interés, reproducimos este artículo del columnista Jacobo Zabludovsky sobre la intervención del Rey Juan Carlos en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile y publicado recientemente en el diario mexicano El Universal:

"El Rey Juan Carlos le habló al presidente Vicente Fox pidiéndole una segunda oportunidad para la compañía española CAF, cuya propuesta de construir el tren suburbano Cuautitlán-Buenavista había sido descalificada por insolvencia técnica.

Más tardó el Rey en colgar su teléfono que en sonar el del secretario de Comunicaciones y Transportes y recibir instrucciones de Fox. Un contrato de 700 millones de dólares acababa de pegar la machincuepa.

Dos días antes, el 11 de agosto de 2005, se hizo la apertura de las ofertas, de acuerdo con el concurso para la licitación del tren. Los finalistas fueron la española CAF y la Alstom de Francia con los socios mexicanos ICA de Bernardo Quintana, Hermes de Carlos Hank Rhon e Inverse de Carlos Abedrop. El 87.5% era la participación mexicana. Se aceptó la oferta de Alstom. No sólo el Rey, también habló José Luis Rodríguez Zapatero para presionar en favor del grupo perdedor español. Como si no se hubiera hecho, se revisó de manera meticulosa la oferta ganadora de Alstom y se encontró, eureka, algún defecto técnico. Ahora, la propuesta fue descalificada. Como reintegro de consolación se le ofreció a Alstom tratar de revalidar su triunfo en un nuevo concurso con sólo 30 días de plazo. A estas alturas, CAF, el único competidor de los francomexicanos, que conocía ya la oferta económica de Alstom porque había sido pública, aprovechó esta ventaja y presentó una mucho más baja. Además, el gobierno español avaló el financiamiento de la operación, lo cual redujo las tasas de interés y le dio a CAF la oportunidad de presentar una oferta menor de tarifa. La concesión para construir y explotar el suburbano fue otorgada a la española CAF y a su socio minoritario mexicano, un transportista mexiquense. Hoy lunes 26 de noviembre, el tren que debió inaugurarse en octubre de 2006, lleva más de un año de retraso y se ignora para cuándo estará funcionando, tal vez hasta mediados del año próximo.

La historia viene a cuento en virtud del escándalo del “por qué no te callas” que el Rey le lanzó al presidente Hugo Chávez de Venezuela.

La monarquía es una activa gestora de negocios de particulares. Hace unos días, los príncipes de Asturias visitaron China (ABC, página13, martes 13) con el “objetivo de apoyar a las empresas españolas que intentan abrirse camino en este país lleno de oportunidad”.

Cuando el jefe de Estado se involucra en la defensa de intereses económicos, conducta perfectamente legal y respetable, corre el peligro de enfrentamientos que mucha gente no entiende y atribuye, con la ingenuidad propia de la ignorancia, a un mal momento de su majestad, reacción en favor de Aznar, respuesta a interrupciones imprudentes o a otras faltas mutuas de respeto.

Carlos Monsiváis reduce el incidente a una violación por parte del Rey al Manual de urbanidad y buenas maneras de Manuel Antonio Carreño. “No se me hace correcto que el Rey, por un mandato majestuoso, envíe a otro al silencio”. Mario Vargas Llosa dio una explicación jalada de los pelos, atribuyendo la frase real a la antigua lucha de la civilización representada por el Rey y la barbarie encarnada en Chávez. Carlos Fuentes redujo el mitote al agotamiento de la paciencia monárquica: “Ya era tiempo de callarlo”. Fernando SavaterPorfirio Muñoz Ledo piensa en una segunda transición: “… la invención de su nueva República”. A lo que llega un tapón de boca. El presidente venezolano insiste: “Al Rey le cuesta oírnos, porque tenía varias horas oyendo al indio Evo Morales, presidente de Bolivia, al indio maya Daniel Ortega, de Nicaragua y a mí, que soy caribe, somos tres indios ligados con negros, explotados durante 500 años de soberbia imperial. Discúlpese, señor, y dígame: 'Me equivoqué”'. excusa al Rey, “caldeado por el comportamiento provocativo de Chávez”.

Las posiciones se han polarizado sin matices ni texturas: el que está con el Rey está contra Chávez y viceversa, no hay términos medios. Si en esta columna le hago alguna observación al Rey por su frase no quiere decir que aplauda a Chávez, ni mucho menos. Creo que el Rey se expone a respuestas que lo irritan, que lo cabrean, como dirían sus paisanos. Tal vez se ha excedido en la defensa de los intereses materiales, pecuniarios, puramente lucrativos de los grandes consorcios energéticos, financieros, editoriales y de la construcción, para mencionar los principales rubros, frente a las nacientes corporaciones de los países latinoamericanos.

España es una potencia y cuando el Rey se convierte en gestor de sus empresas, se suman dos fuerzas que no tienen contrapeso en América Latina. Sufren las consecuencias los empresarios locales. Con frecuencia se ven obligados a vender, cerrar o quebrar. Se explica una reacción balbuceante, pero creciente en contra de esa actividad del Rey, cuya labor durante 30 años en el mundo de la cultura, de las artes, de la defensa del idioma y del estímulo a los personajes e instituciones del talento y la inteligencia, han sido la característica de un reinado de paz, de prosperidad y aún de unidad para España. Su presencia en el F-23 y su cercanía al pueblo en instantes críticos lo ubican como un notable jefe de Estado. No debemos olvidar la invaluable ayuda de la reina Sofía.

Tres décadas son lapso razonable para detenerse a valuar qué es de mayor importancia para la España de hoy. Si la gestión real a favor de los empresarios españoles o todo lo demás. Hay un desgaste que hace incompatible el ejercicio simultáneo de las dos funciones, la de alinearse con el dinero o la de acaudillar la patria lingüística de 400 millones de personas. En otras palabras: el Rey debe estar más cerca de los valores humanísticos que de los bursátiles.

Antes de que se me olvide: la gestión del Rey ante Fox para rescatar un negocio perdido se mantuvo en lo oscurito por razones obvias, hasta hoy que se divulga en esta columna".

www.elconfidencial.com

Contra la Monarquía: una crítica que quema.

Jaume Asens


Siempre será preferible la quema de símbolos del poder a que el propio poder acabe abrasando espacios de crítica a los que no es posible renunciar.

La desmedida reacción penal ante la sátira de El Jueves sobre la familia real comportó un esperpéntico retroceso a los años de la Transición. A los tiempos sombríos del Papus y de la censura. Esta vez, sin embargo, al conocerse la noticia de la requisa, los ejemplares de la revista volaron de los quioscos. Miles de internautas colgaron en la red la viñeta de la discordia. En el mundo de la comunicación global, el secuestro contribuyó a lo contrario de lo que pretendía: dar publicidad a la burla y asegurar su reproducción. Pero el efecto contagio no se detuvo allí.

De los periódicos y la red, la protesta pasó a la calle. El último episodio de estas reacciones fueron las diferentes manifestaciones en las que se quemaron fotos del rey. Llegados a este punto, el debate pasó a exceder la discusión sobre el peor o mejor gusto de unas caricaturas: ¿hasta dónde debería llegar, en un sistema que se pretende democrático, la crítica a las instituciones y símbolos públicos?

Príncipes o Mahoma

Si las chanzas en cuestión se hubieran producido en otro continente, la respuesta habría sido seguramente más clara. Con frecuencia, el espíritu crítico se rebela cuando algún poder foráneo pone cortapisas a la disidencia religiosa o política. Pero desaparece cuando las diatribas ofenden las propias creencias. No pocos intelectuales y políticos españoles desenfundaron a Voltaire ante la protesta de grupos musulmanes contra una viñeta que se burlaba de sus emblemas religiosos. ¿Por qué mofarse de Mahoma es un ejercicio de libertad de expresión y un delito burlarse de los príncipes de Asturias?

Los defensores de la actuación penal frente a los humoristas invocaron la “dignidad” de los miembros de la familia real y recordaron que la libertad de expresión no incluye el derecho al insulto. No obstante, no puede tratarse igual un “insulto” o ataque al “honor” a los miembros de una institución pública que a un ciudadano de a pie. Sobre todo si esa institución, como ocurre con la Monarquía española, carece prácticamente de responsabilidad política y jurídica.

En otras monarquías parlamentarias, la protección de la Corona suele ser más “inteligente”, lo que incluye un amplio margen para la crítica de la institución. En Inglaterra, por ejemplo, las caricaturas a la familia real se remontan a tiempos previctorianos y resultan usuales en la prensa amarilla. En otros países monárquicos como Suecia, Dinamarca, Holanda o Noruega existe análoga tolerancia. En el caso español, en cambio, el respeto a una institución terrenal como la Monarquía es casi el mismo que se profesa hacia una figura considerada sagrada, como la de Mahoma, en los países islámicos.

“Respetable”

El celoso blindaje de la Monarquía en el sistema español explica, asimismo, la persistencia de la crítica republicana. En Cataluña, por ejemplo, las manifestaciones antiborbónicas no son cosa nueva. Ya en 1868, durante la llamada revolución gloriosa, un grupo de partidarios liberales arrojaron desde el balcón del Ayuntamiento de Barcelona un retrato roto de la reina Isabel II. Este tipo de manifestaciones, con mayor o menor alcance, se han repetido hasta nuestros días.

En realidad, podría decirse que, como mínimo desde la revolución francesa, los símbolos del poder, político o religioso, siempre han sido satirizados o ridiculizados. Aquí y en cualquier parte del mundo. Ya sea desde la soledad del sótano de una imprenta o entre el gentío de un festejo popular, como muestran las fallas valencianas o los carnavales gaditanos. Tales actos de ofensa callejera se inscriben en una vieja tradición de teatralización de desavenencias o desafectaciones ciudadanas frente a símbolos de poder que se consideran -justa o injustamente- arbitrarios. Quizá por eso suelen tener una mayor carga vindicativa que la simple sátira de papel, y suscitan mayor desasosiego en ciertos sectores políticos e intelectuales ‘respetables’. No obstante, una sociedad democrática debería ser capaz de verlos, no tanto como ataques al orden público, sino como un sano ejercicio de libertad ideológica y de catarsis ciudadana.

Difícil encaje

Muchos de los que se indignaron ante la condena por el “ultraje al rey” del periodista Ali Lmrabet en Marruecos, ahora aplauden, o cuando menos guardan silencio, ante la petición fiscal de cárcel para el joven de Girona y para quienes, como él, se han autoinculpado en la quema de símbolos monárquicos. No faltará quien sostenga que la diferencia reside en que “allí no hay democracia pero aquí sí”. No obstante, es precisamente cuando la crítica ‘quema’, y no cuando se adapta a los cánones establecidos de lo ‘admitido’, cuando se ponen a prueba las credenciales democráticas de un ordenamiento jurídico. En Estados Unidos, la jurisprudencia que sitúa las quemas de banderas y otros símbolos públicos bajo el amparo de la Primera Enmienda se basa en un razonamiento de este tipo.

No es esto lo que está ocurriendo en el caso español. Entre otras razones, porque muchas de estas críticas podrían subsumirse en alguno de los delitos contra la corona contemplados por el Código Penal. Esta previsión, junto a muchas otras que garantizan a la Monarquía un estatuto de privilegio e impunidad, se presta a aplicaciones de difícil encaje en un régimen que garantiza el pluralismo político, indisolublemente unido a la libertad ideológica.

Abrasando

A casi un siglo de la persecución de Valle Inclán por sus ácratas invectivas contra la Corona, o de la condena a prisión de Unamuno por “ultraje al rey”, la mitificación de la Monarquía como símbolo intocable de la Transición sigue siendo fuente de tabúes y un obstáculo a la libre discusión pública. La crítica frontal de este mito, por tanto, no puede considerarse un gesto extremista, como pretenden tanto la oposición como el propio Gobierno. Es una condición indispensable para asegurar la vigencia de principios republicano- democráticos elementales: desde la publicidad y revocabilidad de los actos de poder hasta la periodicidad de las funciones. Mientras tanto, siempre será preferible la quema de símbolos del poder a que el propio poder acabe abrasando espacios de crítica a los que no es posible renunciar.

* Jaume Asens es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona

www.diagonalperiodico.net

Gaddafi, Mugabe, democracia y derechos humanos

...por Pascual Serrano

Muchos recordamos como, durante muchos años, Muanmmar el Gaddafi, presidente de Libia, era una auténtica bestia negra para Occidente y sus medios de comunicación. Le tildaban de dictador que no respetaba los derechos humanos, un loco excéntrico y peligroso que no atendía los requerimientos de la comunidad internacional. La CIA tenía un plan para asesinarle, Libia sufrió un ataque con misiles estadounidenses y el país estaba sancionado económicamente. La Cumbre de jefes de Estado de África y de la UE que se ha reunido estos días en Lisboa y su cobertura, por ejemplo en el diario El País del 8 de diciembre, nos ha permitido comprobar cómo cambia la vara de medir según los tiempos. Con foto, pie y llamada en portada y página dos completa, el diario nos da una lección de satanización del nuevo diablo y rehabilitación del viejo. El primero es Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe, y el segundo, el citado Gaddafi.

“Europa recibe con desdén al dictador Mugabe”, señala el título del pie de foto de portada. “La presencia del dictador Robert Mugabe”, escriben a continuación. En el texto continúan con “octogenario dictador en la ex colonia británica”, se refieren a “leerle la cartilla a Mugabe” y termina con que la cumbre “no debe ser secuestrada por el dictador de Zimbabwe”. Sin embargo, a la hora de dirigirse a Gaddafi encontramos un pie de foto que reza “El presidente libio, Myanmar el Gaddafi, en la Universidad de Lisboa”. En la información de apoyo leemos “la estrella del día fue el líder libio Muammar el Gaddafi”, o sencillamente “según Gaddafi”. Del mismo modo, en el informativo de Antena3 TV de la noche del 8 de diciembre hablan del "dictador Mugabe y el prooccidental Gaddafi", es evidente que para los medios esos términos son incompatibles.

¿Acaso Gaddafi ahora es más democrático que hace veinte o treinta años?, ¿respeta los derechos humanos más que Mugabe?, ¿era democrático el presidente de Zimbabwe en 1980 cuando llegó a al poder y no se hablaba de él?

Gaddafi es ahora igual de democrático o no democrático y los derechos humanos en su país se respetan o se violan del mismo modo que en 1969 cuando llegó al poder, simplemente ya no apoya a movimientos revolucionarios árabes y ha demostrado su servilismo a Estados Unidos y a occidente. Sin embargo Mugabe, con la misma democracia y derechos humanos que no molestó antes a la comunidad internacional, en 1998 impulsó una reforma agraria para corregir el hecho de que una minoría blanca acaparase la mayoría de las tierras cultivables del país. Entonces se convirtió para occidente en dictador y violador de derechos humanos y comenzó el bloqueo económico de Estados Unidos y la Unión Europea. Por supuesto, de nada le sirvió lograr el 56,2% de los votos en las elecciones de 2002.

Gaddafi y Mugabe, y la forma en que son presentados hoy en los medios de comunicación, representan un claro ejemplo de lo que nuestra prensa y nuestros gobernantes entienden por democracia y derechos humanos: sumisión y dinero.

www.pascualserrano.net

El terrorismo no reconocido de la OTAN

por Silvia Cattori*

Daniele Ganser, profesor de historia en la universidad de Basilea y presidente de ASPO-Suiza, ha publicado un libro de referencia sobre «Los ejércitos secretos de la OTAN». Según afirma, a lo largo de 50 años, Estados Unidos organizó en Europa atentados falsamente atribuidos a la izquierda y a la extrema izquierda para desacreditarlas ante los electores. Esa estrategia perdura hoy en día como medio de propiciar el miedo hacia el Islam y de justificar guerras por el petróleo.

Silvia Cattori: Su libro dedicado a los ejércitos secretos de la OTAN [1], se da a la tarea de explicar que la estrategia de la tensión [2] y las False flag terrorism [3] implican grandes peligros. Su libro nos informa cómo fue que la OTAN, durante la guerra fría –en coordinación con los servicios de inteligencia de los países de Europa Occidental y el Pentágono–, utilizó ejércitos secretos, reclutó espías en los círculos de la extrema derecha, y organizó actos de terrorismo que eran atribuidos a la extrema izquierda. Cuando uno se entera de eso, no puede menos que preguntarse qué puede suceder hoy en día a espaldas nuestras.

Daniele Ganser: Es muy importante entender lo que realmente representa la estrategia de la tensión y cómo funcionó durante aquel período. Eso nos puede ayudar a aclarar el presente y a ver mejor en qué medida se sigue aplicando. Poca gente sabe lo que significa esa expresión de estrategia de la tensión. Es muy importante hablar de ella, y explicarla. Es una táctica que consiste en cometer atentados criminales y atribuirlos a otro. El término tensión se refiere a la tensión emocional, a aquello que crea un sentimiento de miedo. El término estrategia se refiere a aquello que alimenta el miedo de la gente hacia determinado grupo.

Esas estructuras secretas de la OTAN habían sido equipadas, financiadas y entrenadas por la CIA, en coordinación con el MI6 (los servicios de inteligencia británicos), para combatir a las fuerzas armadas de la Unión Soviética en caso de guerra, pero también, según la información de la que hoy disponemos, para cometer atentados terroristas en diferentes países [4]. Es así cómo, desde los años 70, los servicios secretos italianos utilizaron esos ejércitos secretos para fomentar atentados terroristas con el objetivo de sembrar el miedo en el seno de la población y de acusar luego a los comunistas de ser los autores. Era la época en que el Partido Comunista tenía un poder legislativo importante en el Parlamento. La estrategia de la tensión estaba concebida para desacreditarlo, debilitarlo, impedirle acceder al poder ejecutivo.

«

Silvia Cattori: Aprender lo que eso quiere decir es una cosa. ¡Pero sigue siendo difícil creer que nuestros gobiernos hayan podido permitir que la OTAN, los servicios de inteligencia de Europa Occidental y la CIA actuaran como una amenaza para la seguridad de sus propios ciudadanos!

Daniele Ganser: La OTAN era el núcleo de esa red clandestina vinculada al terror. Le Clandestine Planning Committee (CPC) y el Allied Clandestine Committee (ACC) eran subestructuras clandestinas de la alianza atlántica, hoy en día claramente identificadas. Incluso hoy, cuando eso está comprobado, sigue siendo difícil saber qué hacía cada cual. No existen documentos que prueben quién daba las órdenes, quién organizaba la estrategia de la tensión, de qué manera la OTAN, los servicios de inteligencia de Europa Occidental, la CIA, el MI6 y los terroristas reclutados en los círculos de extrema derecha se repartían los papeles.

La única certeza que tenemos es que dentro de aquellas estructuras clandestinas había elementos que utilizaron la estrategia de la tensión. Los terroristas de extrema derecha explicaron en sus declaraciones que eran los servicios secretos y la OTAN quienes los apoyaban a ellos en aquella guerra clandestina. Pero cuando se les piden explicaciones a miembros de la CIA o de la OTAN –cosa que yo he hecho durante varios años– estos se limitan a decir que pudo haber quizás algunos elementos criminales que escaparon a su control.

Silvia Cattori: ¿Esos ejércitos secretos estaban activos en todos los países de Europa Occidental?

Daniel Ganser: Mediante mis investigaciones, yo aporté la prueba de que esos ejércitos secretos existían no sólo en Italia, sino en todo el oeste de Europa: en Francia, en Bélgica, Holanda, Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Turquía, España, Portugal, Austria, Suiza, Grecia, en Luxemburgo, en Alemania. Al principio se pensó que había una estructura de guerrilla única y que, por tanto, todos estos ejércitos secretos habían participado en la estrategia de la tensión, por consiguiente, en atentados terroristas. Pero es importante saber que no todos estos ejércitos secretos participaron en los atentados. Y comprender también lo que los diferenciaba, ya que tenían dos actividades diferentes.

Lo que hoy se ve claramente es que estas estructuras clandestinas de la OTAN, comúnmente llamadas Stay behind [5], estaban concebidas, al principio, para actuar como una guerrilla en caso de ocupación de Europa Occidental por parte de la Unión Soviética. Estados Unidos decía que esas redes de guerrilla eran necesarias para enfrentar la falta de preparación de la que habían adolecido esos países durante la invasión alemana.

Muchos de los países que conocieron la ocupación alemana, como Noruega, querían sacar lecciones de su propia incapacidad para resistir a la ocupación y se dijeron que, en caso de una nueva ocupación, debían estar mejor preparados, disponer de otra opción y poder contar con un ejército secreto en caso de derrota del ejército clásico. En el seno de aquellos ejércitos secretos había gente honesta, patriotas sinceros, que solamente querían defender su país en caso de ocupación.

Silvia Cattori: Si entiendo bien, estos Stay behind cuyo objetivo inicial era prepararse para una posible invasión soviética, fueron desviados de ese objetivo y utilizados para combatir a la izquierda. A partir de ahí, es difícil de entender, ¿por qué los partidos de izquierda no investigaron y denunciaron antes estos hechos?

Daniele Ganser: Si tomamos el caso de Italia, se ve que, cada vez que el Partido Comunista se dirigió al gobierno para obtener explicaciones sobre el ejército secreto que operaba en ese país bajo el nombre de código de Gladio [6], nunca hubo respuesta, bajo pretexto del secreto de Estado. No fue hasta 1990 que Giulio Andreotti [7] reconoció la existencia de Gladio y sus vínculos con la OTAN, la CIA y el MI6 [8].

Es también en ese entonces que el juez Felice Casson logró probar que el verdadero autor del atentado de Peteano, que estremeciera Italia en 1972 y del que hasta entonces se había responsabilizado a militantes de extrema izquierda, era [en realidad] Vincenzo Vinciguerra, miembro de Ordine Nuovo, un grupo de extrema derecha. Vinciguerra también habló de la existencia de este ejército secreto Gladio. Y explicó que, durante la guerra fría, aquellos atentados clandestinos habían causado la muerte de mujeres y niños [9]. También afirmó que este ejército secreto controlado por la OTAN tenía ramificaciones por toda Europa. Cuando esa información se dio a conocer, se produjo una crisis política en Italia. Y fue gracias a las investigaciones del juez Felice Casson que se supo [de la existencia] de los ejércitos secretos de la OTAN.

En Alemania, cuando los socialistas del SPD supieron, en 1990, que en su país –como en todos los demás países europeos– había un ejército secreto, y que aquella estructura estaba vinculada a los servicios secretos alemanes, hicieron un escándalo y acusaron al partido demócrata-cristiano (CDU). Este último reaccionó diciendo: si ustedes nos acusan, nosotros diremos al público que ustedes también, con Willy Brandt, estuvieron implicados en esa conspiración. Aquello coincidía con las primeras elecciones de la Alemania reunificada, elecciones que el SPD esperaba ganar. Los dirigentes del SPD entendieron que no se trataba de un buen tema electoral, y finalmente dieron a entender que aquellos ejércitos secretos estaban justificados.

En el Parlamento Europeo, en noviembre de 1990, se elevaron voces para decir que no se podía tolerar la existencia de ejércitos clandestinos, ni dejar sin explicación actos de terror cuyo verdadero origen no estaba aclarado, que había que investigar. El Parlamento Europeo protestó entonces por escrito ante la OTAN y el presidente George Bush padre. Pero no se hizo nada.

Sólo se instrumentaron investigaciones públicas en Italia, Suiza y Bélgica. Son estos los tres únicos países que pusieron un poco de orden en cuanto a este asunto y que publicaron un informe sobre sus ejércitos secretos.

Silvia Cattori: ¿Cuál es la situación hoy en día? ¿Es posible que esos ejércitos clandestinos sigan activos? ¿Pudiera haber estructuras nacionales secretas que no estén bajo control de los Estados?

Daniele Ganser: Para un historiador es difícil contestar esa pregunta. No disponemos de un informe oficial país por país. En mis libros, yo analizo hechos que puedo probar.

En lo tocante a Italia, hay un informe que dice que el ejército secreto Gladio fue suprimido. Sobre la existencia del ejército secreto P 26 en Suiza, hubo también un informe del parlamento, en noviembre de 1990. Por tanto, esos ejércitos clandestinos, que habían almacenado explosivos en escondites a través de toda Suiza, fueron disueltos.

Pero en los demás países no se ha hecho nada. En Francia, aunque el presidente Francois Mitterrand había dicho que todo eso era cosa del pasado, se supo después que esas estructuras secretas seguían existiendo cuando Giulio Andreotti dio a entender que el presidente francés estaba mintiendo: «Usted dice que los ejércitos secretos ya no existen. Pero, durante la reunión secreta del otoño de 1990, ustedes los franceses estaban presentes. No diga entonces que eso ya no existe». Mitterand se disgustó bastante con Andreotti porque, después de esa revelación, no le quedó más remedio que rectificar su propia declaración. Más tarde el ex jefe de los servicios secretos franceses, el almirante Pierre Lacoste, confirmó que esos ejércitos secretos existían también en Francia, y que Francia también había estado implicada en atentados terroristas [10].

Así que es difícil decir si todo eso quedó atrás. Incluso si las estructuras Gladio hubiesen sido disueltas, es posible que se hayan creado otras nuevas manteniendo esta técnica de la estrategia de la tensión y de las False flag.

Silvia Cattori: ¿Es posible pensar que, luego del derrumbe de la URSS, Estados Unidos y la OTAN hayan seguido desarrollando la estrategia de la tensión y las False flag en otros frentes?

Daniele Ganser: Mis investigaciones se concentraron en el período de la guerra fría en Europa. Pero se sabe que hubo False flags en otros lugares, donde está probada la responsabilidad de los Estados. Por ejemplo, están los atentados de 1953 en Irán, atribuidos primero a los comunistas iraníes. Luego se comprobó que la CIA y el MI6 habían utilizado agentes provocadores para orquestar el derrocamiento del gobierno de Mohamed Mosadegh, en el marco de la guerra por el control del petróleo. Otro ejemplo: los atentados de 1954 en Egipto, atribuidos primeramente a los musulmanes. Más tarde se probó que, en lo que se llamó el caso Lavon [11], los verdaderos autores fueron los agentes del Mossad.

En este caso, Israel buscaba lograr que las tropas británicas no salieran de Egipto sino que se quedaran, para garantizar también la protección de Israel. Ahí tenemos ejemplos históricos que demuestran que la estrategia de la tensión y las false flags fueron utilizadas por Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel. Todavía tenemos que continuar las investigaciones en ese sentido ya que, en su historia, otros países también han utilizado la misma estrategia.

Silvia Cattori: ¿Esas estructuras clandestinas de la OTAN, creadas después de la Segunda Guerra Mundial, bajo la influencia de Estados Unidos, para dotar a los países europeos de una guerrilla capaz de resistir ante una invasión soviética, sirvieron finalmente nada más que para realizar acciones criminales contra ciudadanos europeos? ¡Todo hace pensar que Estados Unidos buscaba otra cosa!

Daniele Ganser: Tiene usted razón en abordar ese tema. Estados Unidos estaba interesado en el control político. Ese control político es un elemento esencial de la estrategia de Washington y de Londres. El general Geraldo Serravalle, jefe del Gladio, la red italiana Stay-behind, pone un ejemplo de ello en su libro. Él cuenta que entendió que Estados Unidos no estaba interesado en la preparación de esa guerrilla en caso de invasión soviética cuando vio que lo que les interesaba a los agentes de la CIA, que asistían a los ejercicios de entrenamiento del ejército secreto que él dirigía, era asegurarse de que aquel ejército funcionara de forma que fuese posible controlar las acciones de los militantes comunistas. Lo que temían era la llegada de los comunistas al poder en países como Grecia, Italia y Francia. Ese era, por consiguiente, el objetivo de la estrategia de la tensión: orientar e influenciar la política de ciertos países de Europa Occidental.

Silvia Cattori: Usted habló del elemento emocional como factor importante en la estrategia de la tensión. Por consiguiente, el terror, cuyo origen es indefinido, incierto, el miedo que provoca, sirve para manipular a la opinión. ¿No estamos viendo actualmente los mismos métodos? Ayer se sembraba el miedo al comunismo. ¿No se está sembrando ahora el miedo al Islam?

Daniele Ganser: Si, hay un paralelismo muy claro. Durante los preparativos de la guerra contra Irak se dijo que Sadam Husein tenía armas biológicas, que existía un vínculo entre Irak y los atentados del 11 de septiembre o que existía una relación entre Irak y los terroristas de Al-Qaeda. Pero no era cierto. Mediante esas mentiras se quería hacer creer al mundo que los musulmanes querían extender el terrorismo por todas partes, que la guerra era necesaria para combatir el terror. Pero la verdadera razón de la guerra es el control de los recursos energéticos. La geología demuestra que las riquezas en gas y en petróleo se concentran en los países musulmanes. Quien quiere acapararlos tiene que recurrir a ese tipo de manipulaciones.

No se puede decir que ya no hay petróleo puesto que el máximo de la producción global –el «peak oil» [12]– va a producirse probablemente antes de 2020, así que hay que apoderarse del petróleo en Irak, porque la gente diría que no se puede matar niños para tener el petróleo. Y tendrían razón.

Tampoco se le puede decir a la gente que en el Mar Caspio hay reservas enormes y que hay hacer un oleoducto hacia el Océano Indico pero que, como no se puede pasar por Irán que está al sur ni pasar por Rusia que está por el norte, hay que pasar por el este, por Turkmenistán y Afganistán y que, por tanto, hay que controlar ese país. Es por eso que se califica a los musulmanes de «terroristas». Es una gran mentira, pero si se repite mil veces que los musulmanes son «terroristas» la gente acabará por creérselo y por decirse a sí misma que esas guerras antimusulmanas son útiles; y acabarán olvidando que hay muchas formas de terrorismo, que la violencia no es obligatoriamente una especialidad musulmana.

Silvia Cattori: En definitiva, esas estructuras clandestinas quizás hayan sido disueltas, ¿pero la estrategia de la tensión puede haber continuado?

Daniele Ganser: Exactamente. Es posible que las estructuras hayan sido disueltas y que se hayan formado otras nuevas. Es importante explicar que, en la estrategia de la tensión, la táctica y la manipulación funcionan. Nada de eso es legal. Pero, para los Estados, es más fácil manipular a la gente que decirle que el objetivo es apoderarse del petróleo de los demás.
Sin embargo, no todos los atentados son consecuencia de la estrategia de la tensión. Pero es difícil saber cuáles son los atentados manipulados. Incluso aquellos que conocen la cantidad de atentados manipulados por Estados para desacreditar a un enemigo político pueden enfrentarse a un obstáculo psicológico. Después de cada atentado, la gente siente miedo, está confundida. Es muy difícil acostumbrarse a la idea de que la estrategia de la tensión, la estrategia de las False flag, es una realidad. Es más fácil aceptar la manipulación y decirse: «Hace 30 años que me mantengo informado y nunca he oído hablar de esos ejércitos criminales. Los musulmanes nos atacan, por eso los estamos combatiendo».

Silvia Cattori: Desde 2001, la Unión Europea instauró medidas antiterroristas. Enseguida resultó que esas medidas permitieron que la CIA secuestrara gente, que la llevara a lugares secretos para torturarla. ¿No se han convertido un poco los Estados europeos en rehenes de su propia sumisión a Estados Unidos?

Daniele Ganser: Los Estados europeos han tenido una actitud bastante débil ante Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Después de haber afirmado que las prisiones secretas eran ilegales, le dejaron las manos libres. Lo mismo sucedió con los prisioneros de Guantánamo. En Europa se oyeron voces que decían: «No se puede privar a los prisioneros de la defensa de un abogado». Cuando la señora Angela Merkel mencionó esta cuestión, Estados Unidos dio a entender claramente que Alemania estaba un poco implicada en Irak, que sus servicios secretos habían ayudado a preparar esta guerra y que, por consiguiente, tenía que callarse.

Silvia Cattori: En ese contexto, en que todavía quedan muchas zonas oscuras, ¿qué clase de seguridad puede aportar la OTAN a los pueblos que supuestamente debe proteger, si permite ese tipo de manipulación por parte de los servicios secretos?

Daniele Ganser: En lo tocante a los atentados terroristas manipulados por los ejércitos secretos de la red Gladio durante la guerra fría, es importante poder determinar con claridad cuál es la implicación real de la OTAN en este asunto, saber qué fue lo que realmente sucedió. ¿Eran actos aislados o actos secretamente organizados por la OTAN? Hasta el día de hoy, la OTAN se ha negado ha hablar de la estrategia de la tensión y del terrorismo durante la guerra fría. La OTAN rechaza toda pregunta sobre Gladio.

Hoy en día, la OTAN se está utilizando como un arma ofensiva, cuando esa organización no fue creada en realidad para desempeñar ese papel. A la OTAN se le dio ese sentido el 12 de septiembre de 2001, inmediatamente después de los atentados de Nueva York. Los dirigentes de la OTAN afirman que la razón de su participación en la guerra contra los afganos es la lucha contra el terrorismo. Pero la OTAN corre el riesgo de perder esa guerra. Se producirá entonces una gran crisis, habrá debates. Lo cual permitirá entonces saber si la OTAN está librando, como lo afirma, una guerra contra el terrorismo, o si nos encontramos en una situación análoga a la que conocimos durante la guerra fría, con el ejército secreto Gladio, situación en la que existía un vínculo con el terror.
Los años venideros dirán si la OTAN actuó al margen de la misión para la cual había sido creada, que era la de defender a los países europeos y Estados Unidos en caso de invasión soviética, acontecimiento que nunca se produjo. La OTAN no fue fundada para apoderarse del petróleo o del gas de los países musulmanes.

Silvia Cattori: Sería incluso comprensible que Israel, país que está interesado en ampliar los conflictos en los países árabes, empuje a Estados Unidos en ese sentido. Pero no se ve cuál puede ser el interés de los Estados europeos en implicar sus tropas en guerras decididas por el Pentágono, como en Afganistán.

Daniele Ganser: Yo creo que Europa está confundida. Estados Unidos está en una posición de fuerza, y los europeos tienen tendencia a pensar que es mejor colaborar con el más fuerte. Pero habría que reflexionar un poco más. Los parlamentarios europeos ceden fácilmente a la presión de Estados Unidos, que reclama cada vez más tropas en tal o más cual frente. Mientras más ceden los países europeos, más se someten y más problemas van a tener que enfrentar, y serán problemas cada vez más grandes.

En Afganistán, los alemanes y los británicos están bajo las órdenes del ejército estadounidense. Estratégicamente, no se trata de una posición interesante para esos países. Ahora Estados Unidos ha pedido a los alemanes que envíen también a sus soldados al sur de Afganistán, a las zonas donde más dura es la lucha. Si los alemanes aceptan, corren el riesgo de ser masacrados por esas fuerzas afganas que rechazan la presencia de cualquier ocupante. Alemania debería preguntarse seriamente si no tendría que retirar sus 3 000 soldados de Afganistán. Pero, para los alemanes, desobedecer las órdenes de Estados Unidos, siendo un poco sus vasallos, es un paso difícil.

Silvia Cattori: ¿Qué saben las autoridades que actualmente nos gobiernan sobre la estrategia de la tensión? ¿Pueden seguir así, permitiendo que los guerreristas fomenten golpes de Estado, que secuestren y que torturen gente sin reaccionar? ¿O cuentan todavía con medios para impedir esas actividades criminales?

Daniele Ganser: No lo sé. Como historiador, yo observo y tomo nota. Como consejero político, siempre digo que no se puede ceder a las manipulaciones tendientes a sembrar el miedo y a hacernos creer que los «terroristas» son siempre musulmanes. Yo digo que se trata de una lucha por el control de los recursos energéticos, que hay que encontrar la forma de sobrevivir a la escasez energética. De esa forma no se resuelven los problemas, sino que los agravamos.

Silvia Cattori: Cuando observamos la demonización de los árabes y de los musulmanes a partir del conflicto israelo-palestino, uno piensa que eso no tiene nada que ver con el petróleo.

Daniele Ganser: Sí, en ese caso sí. Pero, en la perspectiva de Estados Unidos, de lo que se trata es de una lucha por el control de las reservas energéticas del bloque euroasiático que se sitúa en esa «elipse estratégica» que comienza en Azerbaiyán, pasa por Turkmenistán y por Kazajstán y llega hasta Arabia Saudita, Irak, Kuwait y el Golfo Pérsico. Es precisamente ahí, en esa región, en la que se desarrolla esa supuesta guerra «contra el terrorismo», que se concentran las más importantes reservas de petróleo y gas.

A mi entender, no se trata de otra cosa más que de un rejuego geoestratégico en el cual la Unión Europea sólo puede salir perdiendo ya que si Estados Unidos toma el control de esos recursos y la crisis energética empeora, simplemente dirá: «Ustedes quieren gas, quieren petróleo. Está bien. A cambio, queremos esto y esto otro». Estados Unidos no va a dar de petróleo y gas gratis a los países europeos. Poca gente sabe que el «peak oil», el máximo de la producción, ya se alcanzó en el Mar del Norte y que, por consiguiente, la producción de petróleo en Europa –la producción de Noruega y Gran Bretaña- está en declive.

El día que la gente se dé cuenta que esas guerras «contra el terrorismo» son manipuladas, y que esas acusaciones contra los musulmanes son en parte propaganda, se va a quedar sorprendida. Los Estados europeos tienen que despertar y entender por fin cómo funciona la estrategia de la tensión. Y tienen que aprender también a decirle que no a Estados Unidos. Además, en Estados Unidos también hay mucha gente que no quiere esta militarización de las relaciones internacionales.

Silvia Cattori: Usted también ha investigado sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001 y es coautor de un libro [13] junto a otros intelectuales preocupados por las incoherencias y contradicciones de la versión oficial de dichos acontecimientos y de las conclusiones de la comisión investigadora creada por el presidente Bush. ¿No teme que lo acusen de «teoría conspiracionista»?

Daniele Ganser: Mis estudiantes y otras personas siempre me han preguntado: ¿si esta «guerra contra el terrorismo» está realmente vinculada con el petróleo y el gas, los atentados del 11 de septiembre no pueden haber sido manipulados también? ¿O es una coincidencia que los musulmanes de Osama Ben Laden hayan actuado exactamente en el momento en que los países occidentales empezaban a comprender que habría una crisis del petróleo? Así que empecé a interesarme en lo que se había escrito sobre el 11 de septiembre y a estudiar también el informe oficial que fue presentado en junio de 2004.

Cuando uno se mete en ese tema, lo primero que nota es que existe un gran debate planetario sobre lo que realmente sucedió el 11 de septiembre de 2001. La información que tenemos no es muy precisa. Lo que nos lleva a interrogarnos en ese informe de 600 páginas es que ni siquiera se menciona el tercer edificio que se derrumbó aquel día. La comisión se refiere solamente al derrumbe de las «Torres Gemelas».

Pero hay un tercer edificio, de 170 metros, que también se derrumbó; el llamado WTC 7. En el caso de ese edificio se habla de un pequeño incendio. Yo hablé con profesores que conocían bien la estructura de esos edificios. Ellos dicen que un pequeño incendio no puede destruir una estructura de esas dimensiones. La historia oficial sobre el 11 de septiembre, las conclusiones de la comisión, no son creíbles. Esa falta de claridad pone a los investigadores en una situación muy difícil. También reina la confusión sobre lo que realmente sucedió en el Pentágono. En las fotos que tenemos, resulta difícil encontrar un avión. No se ve cómo puede haber caído un avión allí.

Silvia Cattori: El parlamento de Venezuela pidió a Estados Unidos que aportara más explicaciones para aclarar el origen de esos atentados. ¿No debería ser ese el ejemplo a seguir?

Daniele Ganser: Hay muchas imprecisiones sobre el 11 de septiembre. Los parlamentarios, los universitarios, la ciudadanía, pueden pedir cuentas sobre lo que realmente sucedió. Yo pienso que es importante seguir preguntando. Se trata de un hecho que nadie puede olvidar. Todo el mundo recuerda dónde se encontraba en aquel preciso momento. Resulta increíble que 5 años después todavía no se haya aclarado eso.

Silvia Cattori: Parece como si las instituciones no quisieran poner en duda la versión oficial. ¿Es posible que se hayan dejado manipular por la desinformación organizada por estrategas de la tensión y de las False flag ?

Daniele Ganser: Uno es manipulable si tiene miedo. Miedo de perder el trabajo, miedo de perder el respeto de la gente que queremos. No se puede salir de esta espiral de violencia y de terror si nos dejamos vencer por el miedo. Es normal tener miedo. Pero hay que hablar abiertamente de ese miedo y de las manipulaciones que lo generan. Nadie puede escapar a sus consecuencias. Eso es aún mucho más grave en la medida en que los responsables políticos a menudo actúan bajo el efecto de ese miedo. Hay que buscar la fuerza necesaria para decir: «Sí, tengo miedo de saber que esas mentiras están haciendo sufrir a la gente; sí, tengo miedo de pensar que ya no queda mucho petróleo; sí, tengo miedo de pensar que el terrorismo del que nos hablan es resultado de manipulaciones, pero no me voy a dejar intimidar».

Silvia Cattori: ¿Hasta qué punto países como Suiza participan actualmente en esta estrategia de la tensión?

Daniele Ganser: Yo pienso que no existe una estrategia de la tensión en Suiza. Ese país no ha tenido atentados terroristas. Lo que sí es cierto, en Suiza como en otras partes, es que los políticos que tienen miedo de Estados Unidos, de la posición de fuerza de ese país, tiene tendencia a decirse a sí mismos que Estados Unidos es un buen amigo y que no nos conviene enemistarnos con ese país.

Silvia Cattori: ¿Esa forma de pensar y de tapar las mentiras de la estrategia de la tensión, no los hace cómplices de los crímenes a las que esta da lugar; comenzando por los periodistas y los partidos políticos?

Daniele Ganser: Pienso, en lo personal, que todo el mundo –periodistas, universitarios, políticos– tiene que reflexionar sobre las implicaciones de la estrategia de la tensión y de las False flag. Es verdad que nos encontramos ante hechos que escapan a toda comprensión. Por eso es que, cada vez que hay atentados terroristas, tenemos que interrogarnos y tratar de entender qué es lo que hay detrás [de esos hechos]. Sólo cuando se admita oficialmente que las False flag son una realidad, será posible establecer una lista de las False flag qua han tenido lugar a través de la historia y podremos ponernos de acuerdo sobre lo que habría que hacer.

El tema que me interesa es la búsqueda de la paz. Es importante abrir el debate sobre la estrategia de la tensión y tener en cuenta que se trata de un fenómeno totalmente real. Porque, hasta que no se haya reconocido su existencia, no habrá posibilidad de actuar. Por eso es importante explicar lo que realmente significa la estrategia de la tensión. Y, cuando se entienda, no podemos dejarnos llevar por el miedo y por el odio contra un grupo.

Hay que tener en cuenta que no es un solo país el que está implicado; que no son solamente Estados Unidos, Italia, Israel o los iraníes sino que eso sucede en todas partes, aunque algunos países están más implicados que otros. Hay que entender, sin acusar a tal país o a tal persona. El miedo y el odio no ayudan a progresar sino que paralizan el debate. Veo muchas acusaciones contra Estados Unidos, contra Israel, contra Gran Bretaña, o –del otro lado– contra Irán, Siria. Pero la búsqueda de la paz nos enseña que no se debe lanzar acusaciones basadas en la nacionalidad, y que no debe haber odio ni miedo; que lo más importante es explicar. Y esa comprensión será beneficiosa para nosotros todos.

Silvia Cattori: ¿Por qué su libro sobre los ejércitos secretos de la OTAN, que se ha publicado ya en inglés y se traducido al italiano, al turco, al esloveno, y muy pronto al griego, no se ha publicado en francés?

Daniele Ganser: No he encontrado todavía un editor en Francia. Si algún editor está interesado en publicar mi libro, vería con mucho gusto que lo tradujeran al francés.

[1] Nato’s secret Armies: Terrorism in Western Europe por Daniele Ganser, prefacio de John Prados. Editorial Frank Cass, 2005. ISBN 07146850032005

[2] Fue después del atentado de la Piazza Fontana, en Milán, en 1969, que esta expresión se mencionó por vez primera.

[3] False flag operations (operaciones bajo bandera falsa) es la expresión que se utiliza para designar las acciones terroristas realizadas en secreto por gobiernos u organizaciones pero que aparecen como hechos cometidos por otros.

[4] «Stay-behind: les réseaux d’ingérence américains» por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 20 de agosto de 2001.

[5] Stay behind (lo que quiere decir: quedar detrás en caso de invasión soviética) es el nombre dado a las estructuras clandestinas entrenadas para hacer una guerra de partisanos.

[6] Gladio designa el conjunto de los ejércitos secretos europeos que se encontraban bajo la dirección de la CIA.

[7] Presidente del Consejo de ministros, miembro de la democracia cristiana.

[8] «Informe Andreotti sobre la Operación Gladio» documento del 26 de febrero de 1991, Biblioteca de la Red Voltaire.

[9] «1980: carnage à Bologne, 85 morts», Réseau Voltaire, 12 de marzo de 2004.

[10] «La France autorise l’action des services US sur son territoire» por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 8 de marzo de 2004.

[11] Affaire Lavon, debido al apellido del ministro de Defensa israelí que tuvo que dimitir cuando el Mossad fue desenmascarado como participante en actos criminales

[12] Ver: «Odeurs de pétrole à la Maison-Blanche», Réseau Voltaire, 14 de diciembre de 2001. «Les ombres du rapport Cheney» por Arthur Lepic, 30 de marzo de 2004. «Le déplacement du pouvoir pétrolier» por Arthur Lepic, 10 de mayo de 2004. «Dick Cheney, le pic pétrolier et le compte à rebours final» por Kjell Aleklett, 9 de marzo de 2005. «L’adaptation économique à la raréfaction du pétrole» por Thierry Meyssan, 9 de junio de 2005.

[13] 9/11 American Empire: Intellectual speaks out, dirigido por David Ray Griffin, Olive Branch Press, 2006


www.voltairenet.org