viernes, 21 de diciembre de 2007

Shevardnadze: «el odio entre Gorbachov y Yeltsin desmoronó la Unión Soviética»

«A finales de los años 80 todo iba hacia el colapso de la Unión Soviética, pero la rivalidad entre Gorbachov y Yeltsin aceleró la desmembración de la URSS. Por supuesto que Gorbachov estaba a favor de la Unión Soviética, Yeltsin, que ya era el presidente de Rusia, a lo mejor también quería la conservación de la URSS, pero tanto él como Gorbachov se odiaban mutuamente...»

En vísperas del aniversario de la firma de la declaración de Alma Ata donde se planteó el fin de la URSS, y la formación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), el ex ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, Eduard Shevardnadze responde a las preguntas del representante de RIA Novosti en Georgia, Besik Pipia.

Besik Pipia: El 21 de diciembre de 2001 en la ciudad de Alma-Ata, en Kazajstán, los presidentes de once de las repúblicas soviéticas firmaron una declaración que planteó el fin de la existencia de la URSS y la creación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). ¿Qué acontecimientos precedieron a ese suceso? ¿Considera Usted que la transformación de la URSS en la CEI fue irremediable?

Eduard Shevardnadze: A finales de los años 80 todo iba hacia el colapso de la Unión Soviética, pero la rivalidad entre Gorbachov y Yeltsin aceleró la desmembración de la URSS. Por supuesto que Gorbachov estaba a favor de la Unión Soviética, Yeltsin, que ya era el presidente de Rusia, a lo mejor también quería la conservación de la URSS, pero tanto él como Gorbachov se odiaban mutuamente. Nosotros, las personas que formábamos su entorno, tratábamos de reconciliarlos de todas las formas, procuramos ponerle fin a sus declaraciones radicales, pero todo fue en vano.

Posteriormente, el proceso lo aceleró el intento de golpe de estado contra Gorbachov, o más exactamente, contra el presidente de la URSS. Antes de eso, tuvo lugar mi dimisión. En el Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS que estaba bajo mi dirección, al menos el 30 por ciento de sus funcionarios trabajan para el KGB. Ellos me informaron de que se fraguaba una contrarrevolución. Yo conversé con muchas personalidades importantes sobre este asunto, pero no las pude convencer, y entonces, en señal de protesta, presenté la dimisión al cargo.

Al intervenir, dije que sería uno de los discursos más breves de mi vida, dije que se aproximaba una dictadura, que nadie sabía quién estaría bajo su mando, y qué pasaría con la perestroika y la democracia. Me pidieron que me quedara, pero yo abandoné la sala, tomé el auto y me fui a casa.

Después ocurrió el golpe, esto agudizó las relaciones entre los presidentes de la URSS y Rusia. El proceso de desmoronamiento del Estado ya no lo pudo detener nadie.

Besik Pipia: Georgia ingresó en la CEI dos años después de su formación. ¿Fue una decisión obligada o voluntaria?

Eduard Shevardnadze: En un comienzo yo no tenía mucha inclinación o entusiasmo por el ingreso de Georgia en la CEI. Al leer los Estatutos de la Comunidad comprendí que no era la organización que podría suplantar a la URSS. Pero Yeltsin insistió mucho, en varias ocasiones me llamó por teléfono para decirme: Te aconsejo ingresar en la CEI, yo no estaba del todo en contra, pero en ese tiempo, entre el 30 % y 40 % de los diputados del parlamento de Georgia estaban en contra del ingreso a la CEI por asociarla con la URSS.

Pasados dos años, durante una visita a Moscú me entrevisté con Yeltsin y le dije que a pesar de la resistencia del parlamento georgiano, estaba dispuesto a promover el ingreso de Georgia en la CEI. En ese momento, afrontábamos la tragedia en Abjasia y Osetia del Sur, y yo consideraba que la solución de esos conflictos dependería de Rusia.

Besik Pipia: Esos problemas durante muchos años han permanecido congelados, pero el tercer presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili ha afirmado que someterá a Osetia del Sur bajo la jurisdicción de Georgia en cuestión de meses.

Eduard Shevardnadze: No lo sé, entre otras cosas, eso mismo dijo su amigo, el antiguo ministro de Defensa y no se ha conseguido nada. En Georgia ahora estamos en campaña electoral y los candidatos a la presidencia con generosidad reparten promesa a derecha e izquierda. El (Saakashvili) dice que recuperará Abjasia, pero ese tipo de asuntos no se resuelven así tan fácilmente. Únicamente con la mediación de Rusia, y si se encuentra una variante aceptable para Georgia, para Abjasia y para Rusia se podrá hablar de una solución al problema.

A ese respecto, yo he tenido conversaciones con Putin. Estoy convencido de que con Putin podemos ponernos de acuerdo a pesar de las complicadas relaciones que existen actualmente entre Rusia y Georgia. Putin es un hombre de palabra.

En cierta ocasión cuando estaba de vacaciones en Sochi, Putin me invitó por teléfono a visitarlo para debatir asuntos importantes.

Yo acepté y nos reunimos. Putin me propuso restablecer el tramo férreo de Abjasia para que los trenes desde Azerbaiyán pudieran transitar por Armenia hasta Turquía. Yo no me opuse, y le pedí a cambio el retorno de los refugiados a la región de Gali en Abjasia. En tiempos soviéticos en esa región vivían 80.000 personas en su mayoría georgianos. Gali es una región muy rica, que produce té, cítricos, nueces y que prácticamente sostiene a la mitad de Abjasia.

Putin tomó el teléfono, habló con el general ruso que comandaba las tropas de paz en Abjasia y le dijo: Por ahí afirman que existen personas que anteriormente vivieron en la región de Gali. Le encargo que reúna a todas esa gente y la traslade a su región. Le he dado mi palabra al presidente de Georgia que eso va a ocurrir, dentro de unos días comprobare como cumple mis órdenes. El general ruso no pudo reunir a todos, pero entre 50 mil y 60 mil refugiados regresaron a la región de Gali.

Besik Pipia: Volvamos al tema la Unión Soviética, ¿cree Usted que esa entidad se pudo reanimar?

Eduard Shevardnadze: Categóricamente no, y no sólo porque Georgia adquirió su independencia, sino porque también la obtuvieron el resto de las repúblicas. Cuesta pensar que alguna de ellas estuviera dispuesta a renunciar a la independencia, como por ejemplo, Kazajstán, una de las más ricas, en donde se encuentran todos los elementos de la tabla Mendeléyev (tabla periódica). Y donde Nazarbáiev se proclamó presidente mientras siga vivo.

Besik Pipia: ¿Y la CEI tiene futuro?

Eduard Shevardnadze: Si, pero en caso de que esa entidad comience a funcionar de verdad y de forma concreta influya en las situaciones que ocurren en el entorno postsoviético. Todo esto es posible.

Besik Pipia: En relación a su dimisión como presidente de Georgia circulan muchas versiones; unos dicen que Saakashvili es su discípulo y que Usted, mediante la "revolución de las rosas" le entregó el poder. Otros dicen que Usted no tuvo fuerzas ni recursos para aplacar las manifestaciones en su contra, y también circulan versiones según las cuales Moscú lo convenció para que abandonara el poder.

Eduard Shevardnadze: En este asunto Moscú nada tuvo que ver.

Besik Pipia: ¿Cual fue entonces el motivo de la visita a Georgia del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Igor Ivanov en esos momentos de crisis?

Eduard Shevardnadze: Igor Ivanov vino en calidad de mi amigo personal. Primero Ivanov se entrevistó con la oposición y después nos reunimos. Ivanov no pudo hacer nada a mi favor, después me solicitó un avión en el que viajó a Batumi y de allí a Moscú, y con ese viaje concluyó su misión.

Yo esta en la tribuna del parlamento cuando irrumpieron los cabecillas de la confabulación Saakashvili, Zhvania y otros. En la sala había gente armada con fusiles, pistolas, cuchillos y garrotes....

Besik Pipia: ¿Y dónde estaban las rosas?

Eduard Shevardnadze: No hubo rosas en ninguna parte. No sé por qué han bautizado esos sucesos como la revolución de las rosas. Yo al menos, no noté ninguna.

Lógicamente que ante el peligro de seguridad, mis guardaespaldas me evacuaron del parlamento a un patio. Allí había de un lado, partidarios de la oposición y del otro, seguidores míos, al menos dos mil quinientas personas. Me aconsejaron aguantar y que al día siguiente al menos 100.000 saldrían a la calle para apoyarme.

Los acontecimientos que ocurrieron en el parlamento yo los valore un intento de golpe de estado, declare el estado de excepción y me fui a casa.

En el viaje, sentado en el auto reflexione sobre mis responsabilidades como presidente, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, de que el Ejército cumplirá mis órdenes, que hay cañones tanques y que habrán víctimas tanto de un bando como del otro.

Desde el teléfono del auto llamé a la cancillería de la presidencia y di la orden de anular el estado de excepción. Al llegar a casa le comunique a mi esposa que me preparaba a dimitir para evitar un derramamiento de sangre, y en los mismos términos conversé telefónicamente con mi hijo que se encontraba en Paris.

Después invite a los jefes de la revuelta, Zhvania, Saakashvili y les dije: muchachos, ustedes saben muy bien qué fue lo que ocurrió en el parlamento. Propongan qué tenemos que hacer ahora y cómo vamos a vivir en adelante.

Zhvania dijo que la variante menos dolorosa seria la dimisión del presidente, que ellos se consideraban mis discípulos y que por eso, no se atrevían a formular públicamente esa proposición.

Les dije: no perdamos tiempo, he decidido dimitir, si mis consejos les pueden ser útiles estaré siempre a disposición. Después vinieron los comicios, Zhvania fue nombrado primer ministro y después lo mataron.

Besik Pipia: Que ocurrió en Georgia a comienzos del pasado mes de noviembre?

Eduard Shevardnadze: El pueblo de Georgia tiene hambre. Yo sé que en Rusia no todos son ricos, que hay problemas en algunas regiones, pero en Rusia no se pasa hambre, entre otras cosas esto es un mérito de Putin. Una persona inteligente y preparada que pudo conducir al país de tal forma que ahora la gente en Rusia vive decentemente.

Aquí en cambio, tenemos miseria y hambre...

Besik Pipia: ¿Cómo valora la reacción de las autoridades georgianas?

Eduard Shevardnadze: Cuando se difundió la noticia de que la gente se estaba reuniendo en las plazas de Tbilisi, ese día el presidente de Georgia debió de haber salido al encuentro con su pueblo. Si en ese momento hubiese prometido la mitad, incluso un tercio de lo que ahora promete, estoy seguro que la protesta se habría disuelto y nada grave habría ocurrido.

Pero el cierre del canal de televisión Imedi es un hecho de barbarie, en ningún país del mundo se ha actuado de esa forma contra la televisión.

¿Acaso la televisión estadounidense únicamente dice cosas buenas en relación con Bush? Del presidente estadounidense se dicen muchas cosas en todas las formas pero por eso no cierran los canales de televisión norteamericanos como tampoco los canales de televisión de otros países del mundo.

Besik Pipia: ¿Cómo valora la correlación de fuerzas de cara a las elecciones presidenciales en Georgia? ¿Cuál de los candidatos puede brindar mayor provecho a la población?

No descarto la posibilidad de que la gente elegirá de nuevo a Saakashvili. Pero esto no apaciguará los ánimos de la oposición donde hay líderes muy enérgicos y muchas personas que los respaldan. Nadie sabe como se comportará Saakashvili en el caso de que sufra una derrota. Me refiero a que de nuevo pueden ocurrir desordenes y de nuevo habrá el peligro de una guerra civil.

Besik Pipia: ¿Cual es su opinión sobre las elecciones presidenciales en Rusia? ¿Que le parece el hecho de que prácticamente ya se conoce el nombre del futuro presidente ruso?

Eduard Shevardnadze: Para mi es muy importante que de alguna forma Putin permanezca entre las primeras figuras políticas en Rusia porque cuenta con la mayoría en el parlamento y el pueblo lo respeta.

La gente en Rusia conoce mejor a Putin que a Medvédev. Y si Putin se convierte en primer ministro, en esencia, será la primera figura política del país. De Medvédev he escuchado que es una persona preparada y culta, pero no lo conozco personalmente.

Besik Pipia: ¿Cuál sería la receta para mejorar las relaciones entre Rusia y Georgia?

Eduard Shevardnadze: Todo depende de los dirigentes de primer rango. No me refiero al futuro presidente Medvédev sino a Putin y al candidato que sea elegido presidente de Georgia.

Es necesario emprender pasos de acercamiento, y esos primeros podría darlos el presidente georgiano. Pero si Putin toma la iniciativa, esto sólo le añadiría más mérito, porque todos van a considerar que Putin es un político magnánimo.

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